La alta tensión laboral y la falta de reconocimiento profesional favorecen el infarto

«Tenemos una necesidad apremiante de abordar de manera proactiva las condiciones de trabajo estresantes. Hace falta crear ambientes de trabajo más saludables que beneficien a empleados y empleadores, según ha demostrado nuestro estudio», ha afirmado la científica Mathilde Lavigne-Robichaud, autora principal de la investigación.

El especialista Manuel Anguita, de la Sociedad Española de Cardiología, también lo cree así. «Un trabajo metodológicamente muy bien hecho, con el seguimiento de miles de pacientes durante 18 años, ha permitido confirmar lo que ya sospechábamos», argumenta el experto, jefe de la sección de Cardiología del hospital Reina Sofía, de Córdoba. «El estrés, mal llevado, es un factor determinante de riesgo coronario. Lo estamos viendo en nuestras consultas. Chavales jóvenes, de 40 años, que no tienen los factores de riesgo clásicos (tabaco, diabetes, hipertensión...) sufren infartos porque están sometidos a una enorme presión laboral».

La enfermedad cardiaca es la principal causa de muerte en Estados Unidos y también en España, donde ha vuelto a crecer desde el estallido de la pandemia. En 2020, año en que se desató la crisis del covid, desencadenó el 24,3% de los fallecimientos, por delante del cáncer (22,8%) y las enfermedades infecciosas, incluido el coronavirus (16,4%). En Euskadi, esa realidad es ligeramente distinta. Como viene ocurriendo en los últimos años, los cánceres constituyeron en el País Vasco la primera causa de mortalidad (26%), sólo tres puntos por encima de las relacionadas con el sistema circulatorio. Las infecciones representaron el 13%.

La tensión laboral que menciona el estudio estadounidense se refiere, según detalló su directora, a entornos laborales donde los empleados enfrentan una combinación de «altas exigencias laborales y poco control sobre su trabajo». Esas altas exigencias incluyen una gran carga de trabajo, plazos ajustados y numerosas responsabilidades, mientras que bajo control significa que el empleado tiene poca o ninguna voz en la toma de decisiones y en cómo realiza sus tareas.

Los investigadores siguieron a casi 6.500 trabajadores, hombres y mujeres, durante 18 años, desde 2000 a 2018, empleados de todo tipo y categoría profesional. Alta dirección, profesionales, técnicos y oficinistas. «El desequilibrio entre esfuerzo y recompensa se produce cuando los empleados invierten un gran esfuerzo en su trabajo pero perciben las recompensas que reciben a cambio, como salario, reconocimiento o seguridad laboral, como insuficientes o desiguales al esfuerzo. Por ejemplo –detalló la experta– si siempre estás yendo más allá, pero sientes que no estás recibiendo el crédito o las recompensas que mereces, eso se llama desequilibrio esfuerzo-recompensa».

El estudio encontró que el riesgo de enfermedad cardiaca de los trabajadores que habían sufrido tensión laboral o desequilibrio era un 49% mayor frente a los que no informaron de factores estresantes. Sin embargo, el impacto del estrés psicosocial sobre la salud cardíaca de las mujeres no fue concluyente, por razones que el trabajo no explica debidamente. «Nuestros resultados –dijo, no obstante, Lavigne-Robichaud– sugieren que las intervenciones destinadas a reducir los factores estresantes del entorno laboral podrían ser particularmente efectivas para los hombres, e incluso para las mujeres, ya que todos los factores descritos están asociados con otros problemas de salud prevalentes, como la depresión».

El director médico de Prevención de la Asociación Americana del Corazón, Eduardo Sánchez, ha afirmado que la fuerza laboral estadounidense figura entre las más estresadas del mundo. No se trata, según ha explicado, de una cuestión baladí, porque el estrés en el trabajo puede ser tan perjudicial para la salud «como la obesidad o el humo de segunda mano».

El especialista de la Sociedad Española de Cardiología ha pedido a la población trabajadora que, «a ser posible», no espere a sufrir un infarto para tomar conciencia de la necesidad de controlar el estrés. «Es difícil manejar situaciones que no dependen de uno, sino de terceras personas, pero el trabajo con un psicólogo puede ayudarnos a ver las cosas de otra manera, a dejar de sufrir tanto por ellas. Hasta el punto incluso de llegar a un mayor rendimiento con un menor riesgo», asegura Manuel Anguita.