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¿Por qué los gemelos se distinguen mejor de adultos que de niños?

¿Por qué los gemelos se distinguen mejor de adultos que de niños?

«Los factores ambientales, como el clima o la alimentación, influyen en la forma en que se expresan nuestros genes»

Domingo, 27 de diciembre 2020

Ver a dos personas prácticamente idénticas físicamente nos sigue impresionando. Dos niñas como dos gotas de agua. Pero crecen... y asoman las diferencias. ¿Por qué ocurre si genéticamente son idénticas? Porque el 'ambiente' (alimentación, clima, hábitos...) también cuenta y 'moldea' a las personas. Aunque hay cosas inamovibles... como la inteligencia.

Los gemelos idénticos o monocigóticos comparten el 100% de sus genes, a diferencia de los fraternos o mellizos, cuya genética solo es igual al 50%. Esto se debe a que los gemelos monocigóticos proceden de un mismo cigoto, la célula que resulta de la fecundación de un óvulo por un espermatozoide, que se divide en dos durante la gestación y prospera en dos embriones independientes; mientras que los mellizos son consecuencia de la fecundación de dos óvulos por dos espermatozoides distintos. De ahí que los gemelos idénticos siempre tengan el mismo sexo, pero los mellizos no.

En los casos en los que el cigoto no se termina de dividir, los gemelos idénticos pasan a considerarse siameses, que son los bebés que nacen unidos por alguna parte del cuerpo. «Las hipótesis sobre por qué el cigoto se divide son poco consistentes hasta la fecha y la investigación sigue abierta», asegura Juan José Tellería, miembro de la junta de la Asociación Española de Genética Humana (AEGH) y del Laboratorio de Genética del Instituto de Biología y Genética Molecular (UVA/CSIC) de Valladolid. Lo que sí se sabe es que los genes están influidos por el ambiente y el estilo de vida.

De ahí que, aunque los gemelos idénticos compartan la totalidad de su genética, ya desde el útero pueden vivir experiencias que los diferencie. «Por ejemplo, si uno de ellos recibe más alimento que otro durante el embarazo, cuando nazcan es probable que uno tenga carencias nutricionales y el otro no». «Somos lo que dicen nuestros genes, pero también lo que dice nuestra epigenética, es decir, las modificaciones en la expresión de los genes provocadas por factores como la dieta, el ejercicio que hacemos, si vivimos en un lugar seco y cálido o húmedo y frío, las infecciones que sufrimos...», explica el genetista. Por eso es más fácil distinguir a los gemelos monocigóticos cuando crecen, especialmente si llevan años viviendo separados, porque sus costumbres y estilos de vida habrán condicionado su aspecto (la alimentación puede haber influido en su peso; la mayor o menor exposición al sol en su piel...).

Aunque esas diferencias no se manifiestan en todo. Se ha descubierto que, incluso aunque fuesen separados al nacer, si ambos crecen en un entorno estimulante y a los 20 años se les hace un test de inteligencia, los resultados serán casi calcados. Ello demuestra que la inteligencia es hereditaria y es uno de los motivos por los que los gemelos idénticos y los mellizos son tan demandados en estudios de heredabilidad, porque permiten investigar, con más precisión, qué aspectos de nuestra vida están causados por factores genéticos y cuáles no.

  1. Francisco y Luis Díaz Baquerizo

    «Él era más desordenado, yo más tímido y gruñón»

Luis y Francisco Díaz Baquerizo son entrenadores de natación madrileños. Ahora están jubilados, pero durante muchos años trabajaron juntos. El oficio, sin embargo, no ha sido lo único que han compartido durante su vida. También convivieron en el útero materno durante nueve meses, y la mayoría de sus experiencias en la infancia y adolescencia son las mismas. Hace unos días celebraron su 65 aniversario y Francisco nos cuenta su experiencia como gemelos idénticos.

«Hasta cierta edad a mi hermano Luis y a mi nos confundían mucho, a pesar de que él tiene una pequeña verruga en la nariz que yo no tengo, una buena referencia para distinguirnos. El hecho de que nuestros padres nos vistiesen igual no ayudaba pero, para ciertas cosas, parecerse físicamente era una ventaja, como cuando hacías alguna travesura y le echabas la culpa al otro. Normalmente era yo el que le dejaba el muerto a mi hermano, así que quizás para él esto fuese más bien una desventaja», recuerda el entrenador. «Ya de adultos, antes de trabajar juntos, también nos ocurrió una anécdota graciosa. Luis vino a recogerme a la piscina y se sentó en la cafetería a esperar que saliese. La jefa le vió y le echó la bronca pensando que era yo haciendo el vago. Cuando se dio cuenta de que éramos gemelos no supo dónde meterse».

Francisco (i) y Luis (d) Díaz Baquerizo cuando tenían seis años. Foto cedida por los entrevistados

«Fue a partir de la adolescencia cuando nos fuimos diferenciando un poco más, pero como nos vestíamos y peinábamos de forma similar despistábamos un poco. Así que también nos ha pasado lo de ir en el metro y que alguien nos salude pensando que era el otro. ¡A alguno incluso le tuve que enseñar el DNI porque creía que le esaba tomando el pelo!», destaca.

«En lo que sí que nos diferenciábamos realmente era en el carácter. Hasta pasada la pubertad Luis era mucho más cariñoso que yo, que siempre me las he llevado de gruñón. Es más, un año me otorgaron un 'Premio Limón' en el trabajo por todo lo que protestaba», dice entre risas. «A mi favor diré que yo era más ordenado. A veces, incluso, le hacía los deberes, pero en el colegio Luis era más 'popular', porque era más abierto y gracioso y yo muy tímido y un poco rebelde, pues no soportaba que me dijesen lo que tenía que hacer. Él también tenía un poco más de éxito con las chicas, pero la diferencia era mínima».

«Cuando nos independizamos, dejamos de hacer algunas cosas en común, pero mantuvimos ciertas costumbres. A veces quedábamos en casa para comer papilla de frutas, que nos encantaba, y también hacíamos planes juntos con nuestras parejas o los amigos de la infancia», relata.

  1. Patricia y Sonia Gutiérrez

    «Siempre nos he visto distintas, aun siendo muy parecidas»

A diferencia de Luis y Francisco, las gemelas Sonia y Patricia todavía conviven juntas en Madrid. A simple vista son tan parecidas que cuesta diferenciarlas, pero ellas destacan que, más allá del aspecto físico, siempre se han sentido muy diferentes. Ambas reconocen, sin embargo, que incluso a ellas mismas les cuesta a veces distinguir quién es quien en fotos antiguas.

«Es verdad que nos parecemos mucho, y tenemos una personalidad muy similar pero, si nos comparas detenidamente, encuentras muchas diferencias. Por ejemplo, yo me tomo las cosas con mucha calma y ella es muy nerviosa. También es más extrovertida que yo, aunque de primeras las dos somos bastante tímidas, y suele saltar rápido cuando se enfada si está en confianza, mientras que yo me lo guardo hasta explotar», expresa Sonia.

Lo que menos les gusta de ese gran parecido es la constante comparación. «Si ya de por sí es habitual que se compare a los hermanos, a los gemelos todavía más. Parece que si una hace o consigue algo, la otra tiene que hacerlo también, e incluso nos ha pasado alguna vez que cuando alguien se enfada con una, inmediatamente la otra entra en el mismo saco», cuenta Sonia.

«Por el contrario, tener una gemela tiene la ventaja de que nunca te sientes sola, porque siempre hay con quien jugar, estudiar, hablar y compartir experiencias y gustos», dice Patricia.

«En los tres últimos años de colegio nos dio por hablar en plural, aunque nos refiriésemos a una sola»

Sonia gutiérrez

Ellas también tienen anécdotas divertidas sobre gente que las ha confundido alguna vez. «Un día una profesora de la universidad me dijo que tenía una alumna que se parecía mucho a mí. Cuando le señalé a mi hermana cayó en el por qué de tal parecido», cuenta Sonia divertida. Patricia añade que «cuando éramos pequeñas nos confundían más porque nos llevaban igual vestidas. Ahora es menos frecuente, a pesar de que compartimos la ropa».

De lo que no se han aprovechado mucho es de hacerse pasar la una por la otra. «En el colegio era complicado, porque nos conocían de toda la vida, aunque en la universidad sí que he ido alguna vez a secretaría a recoger un papel o hacer un trámite por ella si me pillaba de camino. No es que dijese expresamente que era mi hermana, pero tampoco sacaba del error», relata Sonia.

«A la gente también le llama la atención cuando hacemos algo a la vez sin premeditación o completamos la frase que va a decir la otra», añade Patricia. «No diría que es algo exclusivo de gemelos, le puede pasar a cualquiera que pase mucho tiempo con alguien, pero verlo en dos personas tan parecidas puede resultar más sorprendente. Lo mismo nos ha pasado alguna vez al vestirnos y elegir ropa muy similar o los mismos colores».

Lo que no es tan común es lo que les ocurrió durante sus tres últimos años de colegio. «Pasábamos casi 24 horas al día juntas, porque compartíamos la misma clase, y nos dio por hablar en plural, aunque nos refiriésemos a una sola», dice Sonia.

Además, coinciden en gustos musicales y amistades, pero estudiaron carreras distintas (Sonia, psicología, y Patricia, magisterio).

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