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Me salvó de una hipotermia y solo vale tres euros». El periodista Josu García no volverá a ninguna marcha de 'mountain bike' sin su manta isotérmica. Hace unos días participó en la prueba combinada (correr y bici por el monte) de Los 10.000 del ... Soplao y le pilló una imponente tormenta en una de las cimas. La bajada, con la ropa de abrigo mojada, le dejó tiritando. Llevaba diez horas pedaleando. Decidió retirarse al llegar a la carretera general: se paró en un arcén, llamó a su mujer para que fuera a buscarlo y se puso la manta por encima. «Llevaba en la mochila seis años, no se leían ni las instrucciones». Enseguida empezó a recuperarse.
La prueba en la que participó García es una de esas que está marcada en el calendario de muchos deportistas amateur de toda España. Se celebra en Cantabria, siempre en primavera y a lo largo de sus 16 años ha visto de todo en lo que a condiciones meteorológicas se refiere: desde un calor insoportable -de ahí su apodo de infierno- a un frío extremo. Y no es raro que los participantes tengan que hacer frente a tormentas. También nos puede pasar cuando paseamos tranquilamente por el bosque o vamos con la bici por puro placer. El deporte en montaña, aparte de un componente físico, tiene otro de conocimiento del medio y de problemas de seguridad añadidos. Por eso, aquí sí son importantes los 'por si acasos'.
Cuando salimos a la montaña debemos ir bien equipados para el deporte que vayamos a hacer (bici o trekking), con ropa técnica y calzado adecuado. También hay que mirar el tiempo, para saber a qué nos vamos a enfrentar. Y aún así, debemos tener en cuenta de que no es una ciencia exacta y que en estos parajes son habituales los cambios meteorológicos bruscos. Por ello, es indispensable llevar una mochila con todos los elementos necesarios para hacer frente a imprevistos por leves que sean.
«Yo no salgo nunca sin un forro polar y un chubasquero», dice Iñigo Ayllón, vicepresidente deportivo de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (Fedme). Y da igual si es verano o invierno. Cuanto más técnicos sean, mejor puesto que nos aislarán de la humedad de fuera, pero también nos ayudarán a que no nos empapemos por nuestro propio sudor. Esto último es importante «cuando hace calor, tenemos que llevar la ropa mínima imprescindible» y guardar segundas capas en la mochila. «Son imprescindibles», apoya Fernando Lobato, de la Federación de Ciclismo de Cantabria. Si de parado, antes de empezar la actividad, estás bien de temperatura, seguramente te sobra algo.
En el caso de la lluvia, «lo mejor es la prevención y buscar las horas más propicias para practicar deporte», coinciden los expertos. Pero si pese a todo, el tiempo está desapacible, «mete en una bolsa estanca, de las que no se mojan, ropa de recambio, unos guantes, un gorro y un buff». Tampoco sobran unas gafas protectoras: las mejores, las de cristales fotocromáticos, que se adaptan a la luz exterior.
A Josu García, la manta isotérmica que compró hace seis años le ayudó a recuperarse de un principio de hipotermia. No le costó ni tres euros y el bulto que le hacía en la mochila era mínimo, así que no hay excusa para no llevarla encima. «La mía va junto a una vela y un mechero», indica Ayllón, responsable también de la Oficina de Montaña de Jaca. Si las temperaturas son muy bajas, con esto consigue un «punto caliente» como el que usan los rescatistas. La manta, además, vale para el calor si le damos la vuelta y ponemos la parte plateada hacia fuera. Asimismo, la podemos usar como esterilla y como reflectante.
No se trata de que te lleves una farmacia entera, pero sí hay es necesario, sobre todo si practicas senderismo. «Si tienes que elegir, que incluya lo que sabes utilizar», indica el experto. Vendas, guantes, analgésicos suaves, unas pinzas, antiséptico… Aquellas cosas con las que puedes curar una herida o atender una torcedura. «Si sabes de primeros auxilios, puedes incluir más cosas». Por ejemplo, antihistamínicos contra picaduras, Urbasón para reacciones alérgicas, puntos de aproximación…
Es recomendable que nunca nos falta qué comer y qué beber. «Ahora está muy de moda el minimalismo, pero para practicarlo hay que haber aprendido antes y tener experiencia». Los expertos recomiendan salir con litro y medio de agua por persona y día. Y luego, comida. «Las barritas y geles están bien, pero yo recomiendo llevar fruta, frutos secos, furta desecada... que no somos 'pros'; somos globeros», ríe Lobato. Y siempre con la vista puesta en que «es mejor que sobre a que falte».
Aunque parezca una obviedad, al monte se va con el móvil cargado. Y en la medida de lo posible, se debe cuidar la batería para que dure hasta el final de la excursión: «Hay que contar con Murphy», dice Lobato. Asimismo, hay aplicaciones de mapas sin conexión y de localización, como Alpify o Alertcops, muy útiles para situarnos. También «hay que saber leer mapas, no hace falta ser experto, pero sí tener conocimientos básicos». Y no ponerse nerviosos: «Hay que entrenar la tranquilidad».
Las bicis de montaña son resistentes, pero nada te libra de una avería. Se debe llevar material para solucionar las más habituales. Y una de ellas es un pinchazo. «Hay que saber qué bici tienes y qué ruedas llevas, y en función de eso escoger la cámara necesaria. Lleva al menos una. Y una bomba para hinchar, claro», especifica Lobato. También unos desmontables (una herramienta para desmontar los neumáticos) y una multiherramienta para ajustar cualquier pieza. «Aunque es esencial revisar todo antes de salir de casa y comprobar que los respuestos están bien». Otra cosa recomendable es hacerse con un «tronchacadenas». En el monte es muy habitual que se rompa este elemento y así podremos arreglarlo y seguir la ruta. «Aunque hay que saber utilizarlo», advierte el experto.
Salir a la montaña sin un kit básico como el que explicamos aquí es como ser funambulista sin red. Este entorno tan placentero puede convertirse en un infierno si no estamos preparados para afrontar algunas situaciones que se dan con frecuencia. Y no solo cuando vamos por nuestra cuenta, también cuando participamos en algún tipo de marcha o competición. Cada vez más pruebas exigen a los participantes que se lleven una mochila con material adicional con el que hacer frente a inclemencias del tiempo, caídas y 'pájaras'. No se trata de convertirse en Rambo, pero sí de que hasta que consigamos ayuda de fuera, podamos solventar la situación sin ponernos más en riesgo.
Una de esas pruebas es la carrera de los pasillos de gente, la Zegama-Azkorri, de 40 kilómetros por el monte. A todo inscrito se le obliga a llevar un chubasquero. Y el día anterior a la prueba suele celebrarse un briefing donde se dan consejos de cómo actuar en determinadas situaciones o, en función de la previsión del tiempo, qué más llevar. En otra de esas carreras épicas, la Ultra Trail del Mont Blanc, tienen una lista de material indispensable que debe llevar cada corredor. Normalmente se tarda en completar el recorrido entre 20 y 36 horas, por lo que hay un montón de 'por si acasos'. Entre ellos, crema solar, ropa de recambio, la manta isotérmica, vendas elásticas, una app específica en el móvil. Y, además, tiene previstos dos kits adicionales más en función de si está previsto un fenómeno de canícula o de frío. Sin ellos, el corredor no puede tomar la salida.
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