Del cerdo, hasta los andares. Se refiere el refrán a que todo se come, todo se aprovecha. No hay un dicho similar para las frutas y las verduras pero, aprovechar, se pueden aprovechar también piel, rabos, hojas feas...
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En los años del hambre las peladuras ... de las patatas se comían por necesidad... y asumiendo un riesgo. «En crudo no son buenas porque tienen solanina, pero cocinadas se elimina ese riesgo». Luis A. Zamora, dietista y miembro fundador de la Sociedad Española de Dietética y Nutrición, propone aprovecharlas «como snacks». «Se lavan bien y se asan al horno o se fríen en una sartén, la cosa es darles un golpe de calor para que la solanina se inactive. Si les añadimos un poco de pimentón, orégano o cebolla en polvo resultan un aperitivo estupendo».
No solo hacen estético el ramillete de zanahorias. Las hojas verdes, de las que no hay rastro cuando la zanahoria viene empaquetada, sirven de alternativa al parejil. «Tienen un sabor más potente que el perejil, que adorna más que otra cosa, y en cualquier plato que lo echaras se le pueden añadir las hojitas verdes de la zanahoria picadas», propone Zamora.
Un poco de tomate natural anima los sofritos. Pues ese mismo efecto hace la piel que tiramos cuando los pelamos, «ya que, a algunas personas les resulta molesta en una crema o en una salsa». «Trituradas esas pieles con parte de pulpa que se queda adherida sirven estupendamente para añadir a sofritos, como base para legumbres a incluso para arroces y para estofados». En frío, «se puede añadir a gazpachos o salmorejos» y también recuperarlas para hacer un zumo, recomiendan desde 'Cinco al día', una asociación creada para fomentar el consumo de frutas y verduras frescas.
comer 5 raciones
Le va de cine un puerro al caldo. El puerro entero. «Nos gusta mucho lo tierno y solemos desaprovechar la parte más dura y verde, que a veces está mustia y rasgada». Desde '5 al día' nos indican cómo darle salida: «corta, lava y congela ese trozo para usarlo como parte de la base de caldos, ya sea de carne, de pescado o de verduras. Luego se cuela y no se come, pero le deja el sabor».
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Las ensaladas admiten casi de todo y una «buena base» son las hojas del apio. «Una lechuga iceberg es, sobre todo agua, no tiene apenas sabor. Si en lugar de eso echamos las hojas verdes del apio que solíamos desechar, la ensalada tendrá un sabor más potente», advierte Luis A. Zamora.
Podría parecer casi una extravagancia de la nueva cocina, pero no, es puro aprovechamiento. «Cuando compramos una lechuga solemos quitar las hojas de fuera porque están 'feas', con trozos marrones por las esquinas. Pero esas hojas contienen importantes cantidades de vitamina K y ácido fólico, más cuanto más verdes sean. De modo que es más interesante nutricionalmente hablando comerse las hojas más exteriores de la lechuga que las de dentro, más blancas». También pueden aprovecharse, sugieren desde '5 al día', «como si fueran acelgas o espinacas, troceadas y añadidas a unos garbanzos».
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La cebolleta tiene aprovechamiento en frío... y también en caliente. «Además de usar la parte blanca, el tallo verde se puede picar y saltear como si fueran ajetes», sugiere Luis A. Zamora.
Verduras: Brócoli, berenjena, ajo, alcachofa, cebolla, calabaza, calabacín, endivia, escarola, espinaca, haba, judía verde, lechuga, pepino, pimiento, repollo, tomate y zanahoria.
Frutas: Granada, higo, chirimoya, ciruela, frambuesa, limón, mandarina, manzana, mango, melocotón, melón, nectarina, paraguaya, pera, uva, plátano y sandía.
«Las peladuras de los cítricos se pueden confitar en un almíbar ligero y añadir un poco a un bocadillo dulce, a un yogur, a un pastel, e incluso se pueden añadir unas tiras de peladura de naranja a un tostada con aceite», desvelan la receta en 'Cinco al día'. Para ello se lavan las pieles, se cortan en tiras finas y se dejan en un recipiente con agua. Se añade azúcar y se cocinan durante unos veinte minutos. Hecho el almíbar se conserva bien en la nevera. «Podemos usar peladuras de naranja, de limón, de mandarina... Cualquier cítrico». De otras frutas también se aprovechan las pieles, de peras y manzans, por ejemplo. «Una vez lavadas las pieles, se colocan en un placa y se hornean hasta que queden crujientes. Se guardan en un recipiente cerrado sin aire y sin luz y se pueden añadir, así desecadas, como condimento en platos dulces: a una compota, al yogur y también en forma de virutas a una ensalada.
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