Los kilos que se cogen rápido, por ejemplo los que subimos en verano o en Navidad, también se bajan rápido. Y explica por qué sucede así el nutricionista y divulgados Pablo Zumaquero, autor del libro 'El lunes ya empiezo la dieta' (Planeta): «Cuando ganamos de ... repente unos kilos, esa grasa se acumula debajo de la piel, pero no afecta a ningún órgano. Nosotros lo notamos porque nos aprieta el pantalón, pero, al estar distribuida por todo el cuerpo, puede que los demás ni siquiera perciban que hemos engordado».
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Esa grasa, asegura el experto, es fácil de eliminar «por dónde está alojada» y bastará con regresar a nuestros buenos hábitos diarios para deshacernos de ella.
El problema, advierte, es cuando mantenemos los malos hábitos en el tiempo (seguimos con las cervezas de la tarde, la comida basura por la noche, nos apalancamos en el sofá...) y esos 3 kilos ganados tras el verano pasan a ser 8 o 10 al cabo de unos pocos meses.
«Cuando la grasa es mucha ya no se puede acumular debajo la piel y pasa a acumularse en el abdomen. Al hacerlo, rodea los intestinos, el hígado (de ahí la patología de hígado graso), el páncreas, las arterias... Ya no es grasa subcutánea fácil de eliminar y que apenas se nota, ahora es grasa visceral y llama la atención porque te sale barriga. Este tipo de grasa es muy peligrosa, ya que puede llevar a una hipertensión, incrementa el riesgo de ictus y de infarto...», advierte el especialista.
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