Gasto en comida en navidades
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Gasto en comida en navidades
¡SOS! ¿Qué hago con las sobras de la comida de Navidad?Las navidades son fiestas para sentarse a la mesa. Casi es lo único que hacemos: comprarla, cocinarla, comerla y sí, también tirarla. En tres de cada diez casas, un 10% de lo que se pone a la mesa va a la basura, revela un estudio de la plataforma antidesperdicio alimentario Too Good To Go. Y el motivo, tal como revelan los mismos encuestados, es que se compra demasiado.
En el hogar de los Pereira no se andan con chiquitas. La abuela, Magdalena, los tiene a todos aleccionados. «¿Dos nécoras por cabeza? Ni hablar, eso es muy poco», espeta cuando oye a la gente calcular las cantidades del menú para Nochebuena y Navidad. Para esta octogenaria, si no sobra comida, malo. «Eso es que alguien se ha quedado con ganas de más». Y si alguien no puede repetir o «tripitir», peor.
Este año, ya tienen encargados ocho kilos de almejas, diez de centolla, una merluza de cuatro kilos y una pala de carne que se asa en una panadería porque no cabe en el horno de casa. A eso hay que sumar un arroz «con un montón de cositas», tiramisú, tarta de queso de La Viña, 'carrot cake' y los tradicionales dulces de estas fechas, a los que apenas hacen caso. Son 12 y con eso cenan en Nochebuena y comen en Navidad.
La tasa de desperdicio alimentario en España fue de 22,5 millones de kilos a la semana en 2022, un 6,1% menos que el año anterior. Y parece que es la tendencia. «Cada vez estamos más concienciados», confirma F. Xavier Medina, director de la Cátedra UNESCO de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la UOC. Y ahora, aunque seguimos tirando comida y bebida, el asunto nos preocupa más.
De hecho, España está a la cola de la estadística europea: aquí, la contribución de los hogares al desperdicio alimentario es mucho menor que en el resto de Europa y ocupamos el último lugar con solo 30 kilos per cápita, por 124 de Portugal y 107 de Italia, primero y segundo del ránking que elabora el Eusrostat. Eso es la media anual, claro, porque en estas fechas, se nos va la mano. «Estamos en un momento de derroche y dispendio», explica comprensivo Medina.
Las principales razones por las que acabamos tirando comida en Navidad es que compramos demasiado. Pero no es la única. El 32% de los encuestados por Too Good To Go reconoce que también cocina demasiado, algo que lógicamente va unido a lo anterior. «La planificación de los menús es esencial para evitar el despilfarro alimentario», aconsejan desde el Centro Mundial de Valencia por la Alimentación Urbana Sostenible (Cemas).
En ello se incluye calcular bien las raciones, algo que ya nos cuesta a diario. En estas fechas, además, tenemos que alimentar a más personas de lo habitual, por lo que el margen de error con el que trabajamos se multiplica por cada comensal que se sienta a nuestra mesa. Javier Quiroga tiene muy claro quién le descompensa los cálculos: «Mis hijos y el resto de niños que vienen a casa ya sé lo que comen. Los mayores, también. Pero los adolescentes... lo mismo quieren cuatro tajadas de rodaballo que ninguna porque salieron el día anterior y están hechos polvo».
Este festivo se juntan a comer nueve personas en su piso y ha hecho las compras de forma escalonada. El plato principal va a ser merluza. «Primero cogí una de dos kilos porque ya no había de tres y la congelé. Es poco, así que el sábado fui a la pescadería a por otra de uno para completar», detalla. La prepara siguiendo la receta de siempre de su madre «y como lleva salsa, si sobra la podemos aprovechar e, incluso, congelar».
- ¿Le suele pasar?
- La verdad es que siempre queda alguna ración.
- ¿De entrantes también?
- Pues mira, suele haber marisco, entremeses y ensaladilla. Y esta última puede que no la acabemos, pero como es un plato delicado sí que va a la basura.
Qué hacer con las sobras es otro de los factores que contribuyen al desperdicio alimentario. Muchas veces nos faltan ideas: «La cocina ocupa un espacio cada vez menor en nuestras vidas», detalla Medina. Mental y físico porque el tamaño de la misma ha ido disminuyendo en las últimas décadas. Ahora la media está en 12-15 metros, según expertos del sector inmobiliario, y se unen en muchos casos al salón, que es donde las familias hacen vida.
267,15 euros
es el gasto medio de los españoles solo en comida y bebida estas navidades según una estudio de la Asociación Española de Consumidores (Asescon). Este año, pagaremos un 10% más por los alimentos por la tendencia inflacionista.
40 %
de los hogares españoles tirará los dulces sobrantes de Navidad a la basura. Son los alimentos que más se desperdician pese a que su caducidad da margen para consumirlos a lo largo del año y aprovecharlos en bizcochos, flanes y cremas.
En otros casos, lo que no tenemos son ganas. «Reaprovechar significa rehacer», señala Medina. Y eso implica tiempo, algo que en la sociedad actual no sobra precisamente. «Hemos cambiado nuestra relación con la comida: cocinamos menos y compramos más platos preparados», detallan desde el Cemas. A lo largo del año no dedicamos ni una hora al día a cocinar, según el estudio 'Cocina: actitudes y tiempo que los consumidores emplean en ella', realizado por la empresa de investigación de mercados GFK. A eso hay que unir que «antes había alguien que hacía esas recetas de aprovechamiento» incluso con gusto. «Hoy no, todos queremos descansar», añade Medina.
Guía antidespilfarro
1 Haz una lista de la compra pensando en los menús que quieres preparar.
2 Conserva y almacena correctamente todos los productos comprados. Ojo con las fechas de caducidad y consumo preferente.
3 Ajusta las raciones: mejor que sobre a que falte. Ten en cuenta los aperitivos y los postres.
4 Congela si sobra comida. Si lo guardas en la nevera es más probable que se pierda.
5 Reaprovecha los restos para preparar nuevas recetas.
6 Consume de manera responsable: mejor en productos de cercanía y a granel.
Lo que se hace en algunos hogares es «implicar al resto de la familia para hacer la receta de aprovechamiento como si fuera una tradición navideña más», señala el también experto en antropología. En Cataluña, por ejemplo, son típicos de San Esteban, que es el 26 de diciembre, los canelones, cuyo relleno se hace con las sobras de los días anteriores.
En casa de Arturo Palmero se cocina lo mínimo para disfrutar el tiempo al máximo. Se junta con sus dos hermanos, que viven lejos, y lo que hacen es comprar el plato principal del menú hecho. Solo la tradicional sopa de pescado la elaboran en casa: «La trae nuestra tía desde Asturias». Su mujer y él son quienes lo organizan para que la celebración no se desmadre: uno de los hermanos trae parte de los entrantes, el otro, los postres; y él encarga la comida preparada.
«Cogemos la mitad de las raciones de pescado, la otra de carne, algún pudin...». Y con ello cenan en Nochebuena y comen en Navidad todos: este año son 9. «No sobra mucho y lo que queda, nos lo repartimos para que cada uno se lleve algo a casa». La sopa de la tía, que es lo más delicado, es a lo primero que le salen 'novios'. «¿Tirar? Desde que encargamos la comida nada se va a la basura».
No es extraño. En el sector de la restauración el desperdicio alimentario es casi nulo. Según las estadísticas de Eurostat, genera solo 5,3 millones de toneladas de desperdicios al año (en los hogares son 31,2 millones). «Calculan muy bien lo que compran y las raciones que sirven», precisa el director de la Cátedra UNESCO de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la UOC.. También tienen muy claro cómo conservarlas y cómo aprovecharlas.
Uno de los ejercicios más complicados en estas fechas es cómo calcular las raciones para tantas personas. «Lo primero es tener claro cuánto come cada persona», indica Blanca Mayandía, chef y profesora universitaria en Madrid Gastronomic International Center. «Lo ideal son 180 gramos por ración de pescado y 150 de carne», detalla. Si le parece poco, hay que pensar que no es plato único.
«Con hambre no nos vamos a quedar porque en la mesa hay más cosas». De hecho, la también presentadora de Canal Cocina nos recuerda que compramos mucho en estas fechas y «comemos por inercia», detalla. Ya estamos saciados, pero seguimos picando cosas solo porque están ahí.
En el caso de los entrantes, también hay que calcular cantidades para desperdiciar lo menos posible. «Yo en casa pongo 80 gramos de jamón por persona... Aunque es verdad que nunca sobra porque siempre hay algún hermano que se lo termina», ríe. ¿Y si vemos que alguien come más de lo que teníamos previsto? «Tranquilidad. Se compensa porque siempre hay otra persona que come menos».
Por cierto, que si se preguntan de dónde viene este miedo a que la gente se quede con hambre en una reunión familiar, existe una explicación que nos puede aliviar un poco. No es que seamos unos histéricos, es que hay un «componente cultural» que juega en nuestra contra, sugiere el investigador F. Xavier Medina. Se trata de la hospitalidad: cuando invitamos a alguien queremos que haya de todo y que no se quede con antojo de nada.
«También hay otro asunto que no podemos controlar» y que nos puede chafar los planes y los cálculos para evitar el despilfarro alimentario: «Los invitados pueden traer cosas a la mesa como agradecimiento con las que no contábamos». Así que evitar que sobren alimentos en estas fechas es «casi imposible».
Uno de los agujeros negros de los hogares y por donde se va la mayor parte de comida a la basura es la cazuela. Cuando nos sobra comida preparada acaba en el cubo porque se nos pierde. No sabemos qué hacer con ella. Y cada vez es peor. Según el Informe sobre el Desperdicio Alimentario en los Hogares que elabora el Gobierno, por ahí se nos fueron el año pasado 22,7 millones de kilos de comida, un 6,7% más que en 2021.
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Los platos que más problemas nos generan son los que están hechos a base de carne y pescado. También tenemos problemas para 'reciclar' la pasta y arroz. Muchas veces se nos pierde porque en vez de congelarlo lo dejamos en la nevera y cuando lo vamos a consumir ya se ha puesto malo. Otras, porque no tenemos ni idea de cocina de aprovechamiento. La chef, presentadora de Canal Cocina y profesora universitaria Blanca Mayandía, nos da algunas ideas. «La clave está en acompañar los restos con ingredientes económicos como los huevos, las patatas, etc. El resultado es un plato completo».
Canelones. Una buena opción para no tirar restos de carne, pescado o marisco son los canelones. Es tan fácil como aprovechar estos alimentos cocinados para hacer la farsa. Luego solo tendríamos que rellenar la pasta y hacer una bechamel para naparlos.
Croquetas. Otra de esas recetas a las que se le puede echar de todo. Si sobra carne guisada o bacalao al pilpil, por ejemplo, se añade a la bechamel y ya tenemos un buen género. Además, podemos congelarlas y sacarlas a lo largo de las siguientes semanas. En enero, nuestra cartera agradecerá estos remanentes..
Pasteles salados. «Son mis preferidos». Se puede hacer con carne, por ejemplo, con pavo sofrito con puerro. Luego, «lo cubrimos con puré de patata y lo rematamos con queso o pan rallado. «Otra opción es aprovechar restos de pescado y marisco, y sofreírlos con cebolla, ajo y tomate».
Quiches. Si somos más de cocina francesa, tenemos que hacerlas. Admiten, además, los restos de verduras con los que acompañamos la proteína en estas fechas, y las sobras de los entremeses. «Por cada 4 huevos, echamos 250 gramos de leche evaporada, mezclamos, y rellenamos la base de masa quebrada». Al horno y listo.
Sopa. Aunque se pueden hacer con la carne, lo habitual es utilizar ese pan duro que nos sobra estos días para hacer una buena sopa castellana. Con un huevo poché ya nos arregla un menú en un día de labor.
Las comidas y cenas de estas festividades van a ser las más costosas de la historia. La inflación ha elevado los precios hasta convertir algunos alimentos en auténticos artículos de lujo. El cordero o el cochinillo son ya alrededor de un 30% más caros que hace tres años.El marisco y el pescado fresco también han subido en torno al 20%, mientras que la ternera, el pollo o el pavo cuestan un 25% más, según los datos del IPC. A lo que hay que sumar el encarecimiento del aceite de oliva: una botella cuesta casi el triple que en 2020. El azúcar también ha subido mucho, un 59%, por lo que es normal que al ir a comprar los dulces típicos nos hayamos llevado un buen susto. Ese el 'efecto chocolatina' del que ya nos habían avisado los expertos hace meses.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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