Monjes agresores en la gruta santa
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Rincones del mundo ·
Si no hay donativo hay violencia en las cuevas de Godavari, en IndiaLuis López
Sábado, 7 de agosto 2021, 00:25
Hay un pueblecito en India que se llama Chitrakoot, a unos 250 kilómetros de Benarés. Allí se dice que nacieron Brahma, Visnu y Shiva. Viajando por India da la impresión de que en todos los sitios han pasado cosas sagradas. Y ni siquiera sorprende porque ... con la profusión de dioses que tienen los hindúes y las relaciones tan accidentadas que hay entre ellos incluso un país tan grande podría quedarse pequeño para semejantes culebrones.
La cuestión es que Chitrakoot es un lugar al que llegan bastantes indios en peregrinación. Están ahí las cuevas Godavari. A la entrada hay los tenderetes habituales con cacharrería de todo tipo. Se trata de comprar ofrendas para ir dejándolas según se pasa por según que puntos. Papelitos, dinero de mentira, flores, cintas de colores, monedas sueltas...
Lo malo llega dentro. Las grutas son muy estrechas en bastantes tramos. Casi hay que ponerse de canto para pasar entre las paredes de roca. Además, están anegadas. El agua llega casi a la altura de la rodilla. Hay poca luz porque las bombillas amarillas están bastante espaciadas. El entorno, ya se ve, es opresivo. Pero es que, además, esto es India. Eso quiere decir que lo normal es que haya mucha gente en todos lados. ¿Y qué pasa? Que se hace tapón. En los puntos más angostos la fila deja de moverse. Pero desde atrás empujan. Así que la masa humana se queda comprimida en estos pasadizos terribles. En una avalancha hay variadas posibilidades para palmarla: aplastado, ahogado en los dos palmos de agua tras un tropezón, de un ataque...
Entre los puntos más angostos de las cuevas hay grutas como salones con algún ídolo, velas y monjes vigilantes. Recuperada la movilidad, los occidentales, aterrados, avanzan todo lo rápido que pueden, chapoteando enérgicos, en dirección a la salida. No dejan la donación que se espera de ellos. Ante el primer ídolo, un monje les grita. Ante el segundo, otro les agarra de la camiseta, se zafan, y el religioso les suelta una colleja buena. Menudos monjes son estos.
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