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El ser humano siente una fascinación infantil por las cosas grandes; adora los dinosaurios, se interesa por el espacio y sus planetas, admira pirámides y catedrales, queda embobado ante los rascacielos, celebra fiestas con gigantes (y cabezudos), escala los ochomiles, talla las caras de los presidentes de Estados Unidos en el monte Rushmore... Y luego están las secuoyas. ¿Quién no ha visto la imagen de una docena de personas cogidas de la mano rodeando a 'The President' (en castellano podría ser 'La presidenta'), el segundo árbol más grande de la Tierra? Sigue creciendo en el Bosque Gigante del Sequoia National Park, en California (EE UU), y puede que sea una de las imágenes más potentes a la hora de impresionar la memoria de niños y adultos.
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Y cómo olvidar la foto de ese corte transversal de casi 5 metros de diámetro de 'Mark Twain', una secuoya gigante talada en 1891 a los 1.341 años de edad, coetánea del emperador romano Justiniano. ¡Tardaron 13 días en tumbarla! ¿Con qué motivo? Porque los estadounidenses no creían en la existencia de seres tan gigantescos y así podían exhibirla. Sus anillos marcan el nacimiento de Mahoma (570 dC), la coronación de Carlomagno (800), la Segunda Cruzada (1147), el descubrimiento de América (1492), la Batalla de Waterloo (1815) y... su propia muerte. El tocón aún puede admirarse en el Parque Nacional Kings Canyon.
Pero las secuoyas no son solo los árboles más grandes en metros cúbicos de madera, como el 'General Sherman', un auténtico 'number one' con sus 2.000 toneladas, y los más altos, sino que también se cuentan entre los más antiguos, pudiendo pasar de 3.000 años (lo son aún más algunos pinos longevos, que alcanzan los 5.000 años). La citada 'The President' sirve para dar otra clase de historia acelerada: con 3.240 años de edad, nació hacia el 1.200 antes de Cristo, en pleno tránsito de la Edad del Bronce a la del Hierro, con la civilización micénica cayendo en Grecia... ¡Faltaban 700 años para que naciera Sócrates! Y en América, la tierra de este majestuoso ser, estaban saliendo de su Prehistoria y nacía la cultura olmeca. Desde entonces crece este gigante.
Secuoyas... ¿alguien da más?
Lo mejor de todo es que no hace falta irse a California para ver secuoyas, aunque allí se encuentren las más espectaculares. Las tenemos repartidas por toda la geografía española, a donde llegaron en 1843 sobre todo para ser plantadas en parques como especies ornamentales, aunque también como solución maderera. Y hay de las dos especies. En Cabezón de la Sal (Cantabria) presumen de tener la segunda plantación más grande del planeta fuera de su zona habitual de crecimiento, es decir, sin contar América del Norte. Así, tras la de Rotorua (Nueva Zelanda), plantada en 1901 y que ocupa 6 hectáreas, se encuentran las 2,5 h. del Monumento de las Secuoyas del Monte Cabezón, que forma parte de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Cantabria y fue declarado Monumento Natural en 2003, siendo el único de esta comunidad.
Elena Álvarez, jefa de sección de Espacios Naturales Protegidos en la Dirección General de Montes y Biodiversidad del Gobierno cántabro, señala que surgió como una «plantación piloto realizada por el Estado en el monte Corona en la década de 1940, para estimar su productividad en el marco de políticas que buscaban el autoabastecimiento nacional de madera». Cuenta con 850 ejemplares de secuoya roja. «Todos ellos con una edad aproximada de 80 años. Su altura oscila entre 40 y 50 metros y su perímetro supera los 2 m.
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Explica que en los últimos años ha subido espectacularmente su popularidad «y se han incrementado mucho las visitas, No disponemos de datos fiables ya que es un espacio protegido de entrada libre, pero en prensa se hizo referencia a la cifra de 200.000 anuales, aunque se desconoce el origen del dato». Señala el comportamiento anticívico de algunos visitantes que arrancan trozos de la corteza a estos árboles desde la pasarela de madera de 140 metros (que permite el acceso a personas con movilidad reducida), lo que puede provocar que accedan a ellos plagas, al perder su protección. También apunta a la densidad de este bosque, como un problema: «Hay muchos que son demasiado esbeltos. Se sabe que la compactación es un problema en California y aquí puede acabar siéndolo. También hay daños esporádicos causados por vendavales (árboles tronchados)».
Para los que ya se hayan enamorado de estos colosos, la buena noticia es que alguien se ha dedicado a recopilar los lugares donde pueden visitarse en nuestro país. Es el periodista Antonio Madridejos, autor del blog Árboles con Historia, donde hay una entrada titulada El 'Mapa de las secuoyas de España' que, de forma interactiva, localiza cerca de 250 emplazamientos que engloban a unas 2.000 secuoyas de ambas especies. Madridejos es un enamorado de los árboles que llega a planificar sus vacaciones en función de las posibilidades de ver ejemplares sorprendentes, monumentales en particular, y entre ellos, contempla las secuoyas como un «aliciente especial». Ha visitado casi todos los emplazamientos de su mapa, y si hay unas que le fascinan de manera llamativa son las bautizadas como 'El Rey' y 'La Reina', en el Jardín del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso (Segovia). Son las secuoyas gigantes más anchas y más antiguas del mundo tras las de California y Nueva Zelanda, y las más gruesas de Europa».
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«Aún no he tenido la suerte de visitar Kings Canyon ni el Red Wood Park de California, aunque iré –dice Madridejos–. Pero me piqué un día buscando en Internet información sobre sitios para ver secuoyas en España, porque salían tres o cuatro, cuando yo había estado en al menos en 50 localizaciones. ¿Cómo podía ser? Y me puse a recopilarlos todos. A veces la gente me escribe y añado las que me van diciendo, y no es fácil porque Google Maps no detecta dónde están exactamente».
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Madridejos es la persona adecuada para contestar por qué nos fascinan tanto las secuoyas, ¿quizá sea su antigüedad, la historia que han vivido?: «También, aunque en el caso de las que tenemos en España no son especialmente viejas, ya que se plantaron a partir de mediados del siglo XIXen adelante A mí me impresiona que es difícil encontrar un árbol tan grande y una cosa muy curiosa que se estudia incluso en Física es la potencia que tienen los conductos que impulsan la savia hasta las copas de los árboles, cómo son capaces de tirar hasta 100 metros para arriba, una potencia tremenda para poder alimentar un árbol. Y son preciosas las secuoyas rojas, el cabezón que tienen con el tronco de ese color».
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Explica que, a menudo, cuando crecen pierden las ramas si están muy cerca de otros ejemplares, «se molestan entre ellos y al final se convierten en una especie de lápiz gigantesco sin ninguna rama más que en las copas». De aquí le viene a la cabeza una anécdota: «Cuando los españoles llegaron a California, las vieron tan espigadas que a una la llamaron Palo Alto, y de ahí el nombre que continúa hasta hoy de esa ciudad de la costa californiana. Y aunque ellos durante un siglo montaron misiones religiosas no las utilizaron porque no tenían tradición en la construcción con madera, con lo que más o menos se respetaron. El problema vino cuando llegó la denominada fiebre del oro; allá por 1870 o 1880, se talaron muchísimas, solo se salvaron las que estaban en sitios remotos, en esos bosques que hoy conocemos». Hacia 1910, al fin, se dieron cuenta de que había que protegerlas.
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General Sherman. El más grande
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De la especie gigante, crece en el Sequoia National Park de California y es el mayor árbol vivo de un solo tronco conocido en la Tierra. Para calcularlo se utiliza el volumen de madera, alcanza los 1.487 metros cúbicos (m3), unas 2.000 toneladas. Se calcula que tiene entre 2.300 y 2.700 años y mide 83,8 metros de altura, con una circunferencia a ras de suelo de 31,3 m. y un diámetro en la base de 11,1 m. En el invierno de 2006, perdió su rama más grande, con dos metros de diámetro y 30 metros de longitud. No dañó a nadie pero hizo un socavón.
Hyperion. La más alta
Es una secuoya roja de 115,55 metros de altura, como un edificio de 40 plantas. Fue descubierta en 2006 en el Parque Nacional Redwood, en California, y su ubicación exacta se mantenía en secreto, pero la información ha empezado a divulgarse por las redes sociales y las autoridades han decidido multar con 5.000 dólares o incluso con la cárcel a los que se acerquen.
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The President. Más antigua
Es la secuoya viva más antigua que se conoce, con 3.240 años, y la segunda más grande, tras el General Sherman; en 2012, el volumen de su tronco era de 1.278 m3 , con 250 m3 adicionales de ramas. De la especie gigante.
Mark Twain. Talada
Fue cortada en el Parque Nacional Kings Canyon (California) en 1891, a los 1.341 años, cuando medía 100 metros de alto y tenía 27,4 m. de circunferencia en la base y 5 m. de diámetro. Se conserva en el Museo Americano de Historia Natural.
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La más extensa. Cabezón de la Sal
Se trata de la segunda plantación de secuoyas más grande del mundo si exceptuamos su lugar de origen, Norteamérica. Las 850 secuoyas rojas en 2,5 hectáreas de Cabezón de la Sal se sitúan solo por detrás de la plantación de 6 hectáreas en Rotorua (Nueva Zelanda) con ejemplares plantados hace 120 años que por las condiciones climatológicas están creciendo a mayor velocidad que las de California.
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El Rey y la Reina. En Segovia
Son dos secuoyas gigantes y majestuosas que reciben en el jardín del Palacio Real de la Granja, en San Ildefonso (Segovia). Plantadas en 1850, La Reina alcanza 46 metros, y El Rey, 41 m.
Las 'Mariantonias'. En Granada
Cerca de Puebla de Don Fadrique, en Granada hay varias secuoyas de ambas especies que fueron un regalo del duque de Wellington al Marqués de Corvera en la segunda mitad del siglo XIX. Las llaman 'Mariantonias' posiblemente como derivación de su primer apodo, 'welintonias'.
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Jóvenes. En Galicia
En Poio (Galicia), en 1992 se plantaron 450 secuoyas rojas para conmemorar el quinto centenario del descubrimiento de América.
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