Y el extraterrestre sufrió

El tipo de 42 latidos por minuto y fémures largos que venía de ganar el Giro nunca volvió a hacer algo así. La bicicleta no era extraordinaria, lo era él. Es verdad que la rueda delantera era más pequeña para facilitar la posición aerodinámica (algo ahora prohibido por la UCI). Todavía no se puso líder, pero estaba claro quién mandada. El podio final sería el mismo del año anterior, pero con Chiappucci y Bugno cambiando la posición. Tras lo de Luxemburgo, Bugno, especialista en la disciplina, dijo: «En la carrera de hoy había ciento ochenta corredores y un extraterrestre».

El maillot amarillo que había lucido sólo tras la prólogo de San Sebastián se lo volvió a poner para no quitárselo el 18 de julio en la etapa que acababa en Sestriere. 250 kilómetros y ocho horas de montaña para lucimiento de Chiappucci. 125 kilómetros en solitario. Ese día, favoritos como LeMond o Leblanc se fueron al garete. El propio Induráin lo pasó mal. Empezó la persecución, qué momento para los telespectadores, dejando atrás a los otros rivales. Pero no a Chiappucci, que sería el primer italiano en ganar en Sestrieres desde Coppi. A tres kilómetros de la meta, el navarro parecía desfallecer. Parecía cualquier otro español, no el robot. Llegó «bizco» y repitiendo «tengo hambre». Pero el amarillo ya no lo abandonaría. En Alpe d'Huez, Induráin y Chiappucci entraron juntos (ganó Andrew Hampsten) y Bugno perdió nueve minutos.

El 25 de julio se inauguraron los Juegos de Barcelona. Al día siguiente, Miguel Induráin ganó su segundo Tour. No todo era bueno para España. El 21 julio Urtain se había suicidado tirándose desde un décimo piso.