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Cuántas veces revisamos nuestra cartera, a punto de reventar –y no de billetes–, y comprobamos que la llevamos cargada de tarjetas que algún día nos hicimos pero que rara vez usamos. Plástico, plástico y más plástico. A montones, como una baraja de naipes que se ... ríe un poco de nosotros y de nuestras intenciones de ahorrar y de controlar nuestros gastos. ¿Son todas necesarias? ¿Conviene tener tantas y, encima, acarrearlas a diario? «Algunas son útiles, pero otras no las considero recomendables. A veces, con tanta tarjeta, la gente pierde visión de los gastos y se genera cierta pérdida de control. Si tenemos muchos cabos sueltos...», argumenta Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigadora del grupo DigiBiz (Digital Business Research Group). Así que vamos a repasar los tipos de tarjetas más frecuentes para decidir si hacemos una purga y empezamos el año con las costuras de la cartera o del tarjetero menos tirantes.
Raro es el comercio (perfumerías, supermercados, grandes almacenes, negocios de cosmética, tiendas de ropa...) que no ofrece a sus clientes hacerse una tarjeta para acumular puntos, disfrutar de descuentos, acceder a rebajas antes que el resto... Pinta bien, ¿no? Pero nos piden el teléfono y el email y no nos gusta ir dando por ahí tanto dato. ¿Debemos hacerlo? Según Ruiz-Dobras, este tipo de tarjetas, que suelen ser gratuitas y no implican obligación alguna, siempre son convenientes «si con ellas obtenemos ventajas». Además, según apunta, si nuestro temor es a que nos bombardeen con publicidad por tener nuestros datos, siempre tenemos la opción de no dar algunos, «por ejemplo, no facilitar el teléfono, o dar el email si es un requisito imprescindible para darte de alta pero luego ir a la web de la firma y darte de baja de algunas cosas, como el mailing. Es decir, que a posteriori, si te lees la letra pequeña, te puedes 'borrar' de muchas cosas y seleccionar sólo las que te interesen». ¿Otro punto a favor de las tarjetas comerciales? Ya no suelen ser 'físicas', así que no ocupan sitio en la cartera. Basta con dar tu DNI o tu teléfono en el momento de pagar para que se te apliquen los beneficios.
«En este caso, aconsejo tener las mínimas posibles, porque no suelen ser gratis. Están sujetas a comisiones o condiciones.Solo aconsejo tener de más de una entidad en caso de que seas autónomo, para no mezclar las cuentas del trabajo con las personales. O en casos en los que una pareja, por ejemplo, tiene cuentas separadas y una para gastos comunes», explica la experta en economía. Tal y como indica, además, las entidades bancarias que usan la domiciliación de la nómina o el uso de determinadas tarjetas como método de captación suelen contar con servicios online para pagar sin comisiones. «Hay que mirar siempre estas alternativas», aconseja. Lo que pasa es que a veces te obligan a tener una tarjeta de crédito que debes usar –con un importe mínimo al mes–, por ejemplo si contratas una hipoteca. «En ese caso, lo aconsejable es asignar un gasto fijo a ese cometido para no pasarnos», recomienda Ruiz-Dobras, quien indica que las tarjetas de crédito –que te pasan lo gastado el mes siguiente– hay que atarlas en corto, «usarlas lo mínimo posible, ya que, si te pasas, te cobran intereses al descubierto que son muy altos y normalmente no sabemos ni los límites ni las condiciones». Es una opción cara, con un TAE sobre el 20% o más, mucho más elevado que un crédito personal. Por eso, ella recomienda tirar de las de débito y, por supuesto, hacer planes y ahorrar para hacer frente a gastos. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) apunta que, en principio, no habría mayor problema en tener varias tarjetas, «siempre y cuando sean gratuitas, claro».
«No están ligadas a una cuenta bancaria, simplemente su saldo depende de lo que se les cargue.Se gestionan online o a través de una app en el móvil», indican desde la OCU. Es decir, tenemos mucha libertad a la hora de hacerlas, pero... ¿para qué son muy vetajosas? «Por ejemplo, permiten extracciones sin comisiones en cualquier parte del mundo, incluso en países fuera de la zona euro. Y también dejan hacer elcambio de divisas gratis (las entidades tradicionales se llevan un 3% por esta operación)», destacan desde la OCU. Algunas entidades permiten hacerlo así con sus tarjetas de crédito, pero exigen tener domiciliada una cuenta con nómina, claro. Así que, si queremos una tarjeta sin requisitos, debemos optar por Revolut, Rebellion Pay, Verse, BCN10, Vivid Money, MyInvestor, Bnext o Monese, entre las que menciona la organización de usuarios y consumidores.
Estas tarjetas prepago también son muy apreciadas por los más miedosos para hacer compras online y la mayoría permiten recargar de forma instantánea desde otra tarjeta. «En el caso de que te hackeen, solo pierdes el dinero cargado», señala Ruiz-Dobras, quien sí considera útil hacerse una tarjeta de este tipo, sobre todo para los viajeros.
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