dani maiz

¿Puedo desheredar a mi hijo?

Muchos mayores no quieren dejar nada a los hijos que se olvidaron de ellos durante la pandemia

IÑIGO FERNÁNDEZ DE LUCIO

Sábado, 10 de septiembre 2022

La pandemia ha sido un episodio traumático cuyas consecuencias se prolongarán años. Desde un punto de vista social, cada vez se habla más del impacto a nivel emocional y mental sobre los jóvenes. Pero... ¿y los mayores? Muchos tardaron mucho tiempo en volver a salir ... de casa y aún hoy es habitual verles con mascarilla. Pero ahora está aflorando otro problema derivado del virus. Y tiene que ver con los hijos, ya que las consultas de personas mayores para desheredar a sus vástagos han aumentado de forma espectacular a raíz de la pandemia. ¿Por qué? Principalmente se debe al abandono que muchos sintieron. En los momentos más duros de la pandemia, cuando se recomendaba a los mayores no salir de casa, algunos ni siquiera les ayudaron con las compras, ni se preocuparon, ni les llamaron... Muchos ancianos tuvieron que recurrir a los vecinos para salir adelante y, en muchos casos, esto supuso un punto de no retorno que ha evolucionado, en algunos casos, en la dura decisión de desheredar a los hijos.

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El problema es que no es algo sencillo. En principio, los motivos para desheredar a un vástago están muy reglados. Básicamente, según se recoge en el Código Civil, tienen que haber negado los alimentos al padre o ascendiente que le deshereda o haberle maltratado de obra o injuriado gravemente de palabra. Por otro lado, hay que tener en cuenta que es obligatorio dejar algo en herencia. Es lo que se conoce como 'legítima'.

Ante esta situación, hay quien ha empezado a tomar cartas en el asunto. Por ejemplo, la Asociación Cultural de Mayores de Fuenlabrada (Acumafu) ha iniciado una recogida de firmas para pedir que se cambie la ley y que se pueda sacar de la herencia a los descendientes que te han ignorado. «No debería dejarse algo por ley a quien no se lo merece. Con tus bienes deberías poder hacer lo que te dé la gana», plantea Marcelo Cornellá, presidente del colectivo. A su juicio, el Código Civil, que data de 1889, está «obsoleto». Ya han recogido firmas, sobre todo en centros de mayores, en Sevilla, Granada, Barcelona, País Vasco, Galicia, Navarra... A grandes rasgos, lo que quieren es «cambiar la obligación de dejar la legítima». Y, si no, «introducir el abandono como motivo para desheredar y que se pueda hacer de oficio».

Ana María (Barcelona): «Vendieron mi casa y se repartieron el dinero»

Recibía pocas visitas de sus hijos en la residencia donde vivía desde hace años. Una vez que pasó lo peor de la pandemia, insistió a sus vástagos para ir a ver su casa en Barcelona, en el barrio del Clot, donde había vivido toda su vida. No la querían llevar, pero buscó la forma de ir y descubrió que sus hijos habían vendido la casa y se habían repartido el dinero. Quiere dejarles lo mínimo posible en herencia y dar el dinero a la caridad.

Pese a que van poco a poco con las firmas han hecho cierto ruido y los medios han comenzado a hacerse eco de sus reclamaciones. Y esto ya ha conseguido por sí solo dos cosas. Primero, que se hable de este problema. Y segundo, que muchos hijos «hayan vuelto al redil», a cuidar de sus padres, «aunque sea por egoísmo». Por no verse sin herencia, vaya.

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«Antes de la pandemia recibíamos 3 o 4 llamadas a la semana preguntando cómo iniciar los trámites para desheredar a un hijo. Ahora, a diario recibimos entre 70 y 110», expone. ¿Y cuántos dan el paso? «De cada 100 mayores que se acercan a nuestra asociación, 18 toman esa decisión», dice el presidente de Acumafu.

Diferencias entre autonomías

El asunto tiene sus complicaciones legales. La primera, como ya se ha señalado, es que no se puede retirar la herencia así como así, sino solamente si se cumplen una serie de requisitos que rayan la violencia física. Pero, además, la ley no es igual en toda España. Hay algunos territorios que tienen sus propias normas, explican desde el despacho de abogados especializado en herencias Hereditas.

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Así, por ejemplo, en el País Vasco la normativa permite «apartar» (sin alegar causa alguna) de una herencia «a cualquier descendiente que exista con la única premisa de que otro reciba como mínimo la parte de legítima»; y en Navarra, «el derecho foral concede total libertad a la hora de testar, sin necesidad de respetar o guardar una parte de legítima para los descendientes». También hay especifidades en Cataluña, Aragón o Galicia.

El despacho especializado en herencias 'Hereditas'. yvonne iturgaiz

Dicen que el aumento de consultas para desheredar a los hijos «es consecuencia del deterioro de las relaciones interfamiliares surgido durante la pandemia». Además, apuntan, «muchas familias se han visto en la necesidad de reagruparse en el domicilio de origen, por encontrarse en una situación de precariedad económica, y han surgido ciertas tensiones que han podido llevar a dinamitar las relaciones personales». Aunque, como lamentan en Acumafu y recalcan en Hereditas, «los motivos interpersonales no son causa suficiente para desheredar».

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Rafael (Ciudad Real): «Hace 20 años que no veo al mayor»

Lleva 20 años sin ver al mayor, desde que se divorció de su primera mujer; 10 años sin ver a la mediana y uno sin saber nada de la pequeña. No le han dejado conocer a sus nietos. «Al mayor dejé de verle cuando apenas tenía un año.... La última vez que hablé con su madre, me dijo que le iba a decir que me había muerto», se resigna. «Llega un momento en que te cansas y te da igual todo».

Desheredar es una decisión difícil que va mucho más allá de lo económico. Es un paso muy duro, «un sentimiento de desconexión y falta de sintonía con seres queridos y próximos que conlleva la sensación de una profunda soledad no deseada», explica Txetxu Ausín, científico titular del Instituto de Filosofía del CSIC. Ausín es autor, junto con Melania Moscoso, de 'Soledades. Una cartografía para nuestro tiempo'. El experto explica que ese abandono emocional es «una quiebra emocional íntima, profunda y tremendamente dolorosa».

No obstante, podría haber otras soluciones. «Es un error plantear los cuidados como una relación únicamente entre padres e hijos –apunta–. Las más de las veces los hijos no pueden cuidar como quisieran de sus padres porque están inmersos en la precariedad laboral y vital que absorbe todo el tiempo del mundo y en un contexto de escasez de recursos y apoyos públicos. La cuestión central es cómo podemos organizar colectivamente los cuidados de modo que al 'triángulo' que forman las familias, el estado y el mercado (las empresas de servicios de cuidados) podamos añadir un cuarto vértice, la comunidad. Para cuidar a los mayores hace falta toda la tribu».

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En ese contexto podría insertarse una iniciativa que están promoviendo en Acumafu: la idea es convertir un pueblo de la España vacía en residencia. Todo el pueblo. Habría distintas áreas de ocio, espacios verdes, servicios... Todos cuidarían de todos. Y, para animar a los hijos a que viniesen de visita, se podría habilitar una casa rural con precios baratos. El proyecto ya puja por obtener financiación de los fondos europeos, toda vez que responde a dos problemáticas acuciantes: la crisis de los cuidados y el vaciamiento de la España rural.

Pilar (Santander): «Me siento totalmente abandonada»

Esta octogenaria lleva siete años en una residencia y cinco sin ver a su hijo, de 52. Se siente «totalmente abandonada» por él, «la única familia directa» que le queda aparte de una prima lejana. Una vez intentó romper el hielo y acercarse de nuevo a su hijo, pero, cuando le preguntó por qué no le hacía caso, él le espetó que no quería hablar de eso. «Y desde entonces volvimos a perder el contacto», se resigna. Tiene muy claro que no quiere dejarle nada. «Pero no por mí, sino por él. Si no me quieres ahora, ¿qué querrás de mí cuando fallezca?».

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