LAURA RICO

Ahorre como las hormiguitas. ¿Cuánto 'colchón' hay que 'asegurar'?

Cuánto tener para cubrir imprevistos, meterse en una hipoteca o completar la pensión

IRATXE BERNAL

Domingo, 15 de enero 2023, 00:10

¿Sabe que los bancos piden que dispongamos de aproximadamente el 20% del precio del piso para concedernos una hipoteca? ¿O que los ingresos caen de media también un 20% cuando nos jubilamos? O, yendo más al día a día, ¿podría hacer frente mañana al ... cambio urgente del coche? Si las crisis, sobre todo cuando se encadenan, nos dejan una lección esa es que la previsión es la única herramienta que permite a los hogares lidiar con la incertidumbre. Pero ser hormiguita no es fácil. Además de disposición y disponibilidad, hay que tener alguna noción.

Publicidad

«Lo fundamental es saber para qué estamos ahorrando», explica Natalia de Santiago, experta en finanzas y autora de 'Invierte en ti' (editorial Planeta). En su opinión, deberíamos centrar nuestros primeros esfuerzos en crear un fondo de emergencia que nos permita «ser resilientes, no meternos en un lío –léase crédito– al menor problema. Hasta que no tengamos ese colchón no debemos pensar en ahorrar para otra cosa». Cubierto ese umbral, el segundo objetivo sería, en su opinión, mejorar nuestra pensión de jubilación –por lejana que nos parezca– y el tercero, la adquisición de la vivienda.

«La finalidad marca los plazos, algo clave para colocar adecuadamente ese dinero y evitar, por ejemplo, tener en la cuenta un capital que no vamos a necesitar de inmediato y que va perdiendo valor por la inflación. Cada fin requiere unos instrumentos de ahorro y permite, por tanto, unos niveles de riesgo diferentes», coincide con ella María Romero, socia directora de Analistas Financieros Internacionales (Afi).

El colchón para imprevistos

Empezamos, pues, por crear ese colchón de emergencia, aunque «es imposible dar una fórmula válida para todos», advierte Romero. «Si somos minuciosos deberíamos tener en cuenta muchísimos factores y diferenciar cómo nos podrían afectar en cada etapa de la vida. La misma enfermedad puede tenernos de baja más o menos tiempo en función de nuestra edad, si vivimos en un inmueble viejo habrá más posibilidades de afrontar derramas cuantiosas que si lo hacemos en uno nuevo, si tenemos hijos o mayores a nuestro cuidado habrá gastos que en otro momento no tendríamos...», detalla antes de estimar la cuantía de esa red de seguridad en los 15.000 o 20.000 euros.

Publicidad

Ante lo complejo de este cálculo, De Santiago prefiere echar mano de una 'unidad de medida': nuestro salario neto. «Como indicación general, el mínimo que tendríamos que tener ahorrado es el equivalente a tres meses, aunque lo ideal serían seis. Si, además, hay circunstancias que sumen incertidumbre, como puede ocurrirles a los autónomos con ocupaciones estacionales, habría que subir hasta el equivalente a un año», explica.

¿Y cómo reunirlo? «En automático», responde tajante. «Una vez establecida una cantidad o porcentaje mensual ser realista pero ambicioso, pensemos como si en realidad no ganáramos ese dinero. Lo mejor es programar una transferencia a una cuenta que no sea la de uso diario y dejarlo ahí», recomienda.

Publicidad

Muy importante esto, porque la cuenta corriente –o depósito a la vista– es el único producto bancario que nos ofrece disponibilidad total sin penalización. «Si el gasto se puede planificar, también puedes planificar el ahorro para afrontarlo y, por tanto, no entra en este apartado. Aquí debemos pensar en situaciones que se escapen de nuestro control y, por tanto, exigen acceso inmediato al dinero», subraya De Santiago. Solo hay un consuelo ante esta falta de alternativas: podemos buscar alguna cuenta remunerada que, aunque vayan muy por detrás de la subida de los tipos, vuelve a haberlas.

Si ya tenemos ese colchón, el punto de mira pasa a la jubilación, en cómo cubrir esa diferencia estimada del 20% que veremos entre nuestro último salario y la cuantía de la pensión. «Aquí el problema es la incertidumbre política que rodea a la reforma de las prestaciones y los instrumentos de previsión. Como recomendación general, yo diría que si ya se tiene un plan de pensiones, se siga aportando maximizando la deducción. Pero si no se tiene, igual resulta más interesante contemplar alternativas que nos aten menos», indica De Santiago en referencia a los diez años que, a partir de 2025, tendrán que transcurrir desde la primera aportación para poder rescatar el dinero invertido en estos productos, salvo que justifiquemos haber quedado en una situación de vulnerabilidad. En Euskadi, las EPSV ya permiten esta desinversión, pero también al cabo de diez años.

Publicidad

La pensión, antes que el piso

«Tenemos poca cultura financiera y eso limita las opciones. Hay muy poca gente que sepa, por ejemplo, qué es una renta vitalicia. En cualquier caso debemos conocer la fiscalidad de los productos, hacer seguimiento de su evolución y ser conscientes de que, con la edad, podemos y debemos bajar la exposición al riesgo», añade Romero.

Y finalmente, llegamos a la vivienda, una compra «que se puede planificar a tres o cinco años», recomienda De Santiago. Este plazo da opción a estudiar productos como los seguros de ahorro, la renta variable, fondos de inversión garantizados o las letras y bonos del Estado.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad