Es una recomendación habitual cuando viajamos a otra comunidad durante las vacaciones: 'no bebas agua del grifo', como si no fuera potable. Pero el agua corriente, la que se suministra a todos los hogares de España, reúne las condiciones para ser apta para el consumo. ... Entonces, ¿cuál es el motivo de tener que recurrir a la embotellada durante nuestras escapadas veraniegas? Tiene que ver con que nuestro organismo, nuestra flora intestinal, no está acostumbrada a algunos componentes o residuos que aparecen en mayor o menor medida según las zonas de España.
Publicidad
Existe una legislación nacional que fija todos los parámetros y controles a los que debe ajustarse, resalta Jorge Lorenzo, responsable de Análisis de Aguas y Envases del Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria (CNTA). «Según cada comunidad, estos análisis los hacen ayuntamientos u otros organismos específicos y, en algunos casos, los controles llegan a ser diarios», precisa. Los resultados de estas mediciones se cuelgan en una plataforma abierta –Sinac, del Ministerio de Sanidad y Consumo–, por lo que cualquier persona puede conocer cómo es la calidad del agua que bebe.
Lorenzo aclara que, si las autoridades detectan cualquier anomalía en esos análisis, «declaran inmediatamente una alerta y se prohibe su consumo», como ya ha ocurrido algunas veces. El último aviso se lanzó la pasada semana en la Mancomunitat d'Aigües de les Garrigues, que prohibió a los habitantes de 24 municipios de Lleida y Tarragona consumir agua del grifo o usarla para cocinar tras detectarse plaguicidas –captada del pantano de Utxesa (Lleida)–.
En los análisis del agua del grifo pueden aparecer diversas cantidades de sales, carbonatos, bicarbonatos, cloruros, sulfatos, nitratos, sodio, potasio, calcio y magnesio, o microorganismos, entre otras sustancias. Depende de si se obtiene de un acuífero en montaña, de pantanos o del mar –tratadas en plantas desalinizadoras–. Hay una horquilla de límites de cada componente que están admitidos para considerar que el agua es potable.
Publicidad
Algunas tienen más calidad que otras. Lorenzo explica que, por ejemplo, en la Ribera de Navarra, «una zona en la que hay sobreexplotación» de la tierra, el agua presenta un alto contenido de nitratos y sulfatos, mientras que la que procede de los ríos del Alto Pirineo es más pura. «Las plantas potabilizadoras tienen más complicado depurar ese agua cargada de más residuos, aunque siempre, tras ese proceso, estará dentro de los límites permitidos para su consumo».
Está claro que al abrir el grifo en cualquier punto de España tenemos la seguridad de que es potable, pero ¿nos arriesgamos a algún problema de salud si decidimos beberla? La respuesta es que sí y tiene explicación biológica. Nuestra flora intestinal está acostumbrada a un tipo de agua y cualquier cambio en alguna de esas sustancias y residuos «puede alterarla», señala el especialista. De hecho, ya hay investigaciones que demuestran que el origen del agua que bebemos se encuentra entre los «factores clave» que contribuyen a explicar los cambios en la microbiota. Puede causar diarreas y trastornos intestinales o digestivos.
Publicidad
Por ello, Lorenzo considera que optar por agua embotellada en algunos destinos de vacaciones en España es una opción «justificada». Da pistas: en zonas con menores recursos hídricos –como el Levante o las islas– las aguas están más «cargadas» que en otras donde hay más agua disponible, como en áreas del norte.
En esa decisión también influye el sabor. Hay comunidades, como Canarias, en las que el agua sabe 'mal' –en las islas se utiliza el agua del mar tratada en desalinizadoras–. La bioquímica Carme Carrión, profesora de los Estudios de Salud de la UOC, explica que en el sabor influye la «dureza» del agua, que está condicionada por la cantidad de iones en disolución, «sobre todo de calcio y magnesio». «Pero desde el punto de vista del consumo humano, los estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no han encontrado pruebas científicas de que esas aguas duras sean perjudiciales para la salud», aclara.
Publicidad
Controles El agua de grifo es el producto alimenticio que más controles pasa, según la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamiento. Solo en Madrid, se realiza un control cada cinco segundos, lo que supone más de 6 millones de análisis cada año.
Análisis Los análisis buscan detectar niveles de sulfatos, cloruro, nitritos, nitratos, aluminio, plomo (más habitual en aguas subterráneas), hierro, fluoruro –esencial en la nutrición de las personas–, cobre –proviene principalmente de las cañerías–, mercurio –muy tóxico– y microorganismos.
Alamacenamiento Hay más de 1.200 grandes presas y 100.000 kilómetros de red de distribución para abastecer a casi 50 millones de personas. El 99,3% cumple todos los requisitos sanitarios y tiene buen sabor.
De buena calidad El Informe sobre la 'Calidad del Agua de Consumo Humano' muestra que Madrid, San Sebastián, Bilbao, La Coruña, Orense y Pamplona son las ciudades con mejor agua. La peor, la del Levante y las islas.
Agua embotellada La OCU es clara en su recomención de consumir agua del grifo, por motivos medioambientales y de ahorro para las familias. En España se venden cada año 5.331 millones de litros de agua embotellada (un ritmo de crecimiento de más de un 2,5% anual), con el grave perjuicio que supone para el planeta el uso de plásticos
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.