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Cuando bebe agua del grifo, ¿nota un sabor raro? ¿La lavadora se atasca continuamente y el jabón apenas hace espuma? Si la respuesta es afirmativa, puede que el agua que consume en su casa tenga un exceso de sales de calcio y magnesio, lo que ... en términos coloquiales se conoce como agua dura o gruesa. «Esto se debe fundamentalmente a que el manantial que abastece el domicilio discurre por terrenos calizos, muy ricos en este tipo de minerales propios de la zona del Levante. Desde el punto de vista sanitario, los consumidores pueden estar tranquilos porque el agua dura no supone ningún riesgo para la salud, lo que ocurre es que una concentración excesiva de calcio y magnesio sí puede causar problemas domésticos como depósitos de cal en las tuberías o una mayor necesidad de energía para calentar el agua», explica Rayco Guedes, experto en análisis de contaminantes en muestras ambientales de la Universidad de Las Palmas.
A simple vista, la diferencia entre agua duras y blandas, más típicas del centro y noroeste peninsular, «se aprecia porque las gruesas hacen menos espuma al contacto con el jabón y los alimentos necesitan más tiempo de remojo y cocción para hacerse», según un informe del área de Sostenibilidad del BBVA. En otras palabras, un guiso de garbanzos se hace unos minutos antes en una cocina vasca que en una valenciana. Estas son algunas de las precuaciones que se deben tener si el agua que se consume en casa es dura.
Daños
El exceso de calcio y magnesio que contiene el agua dura suele depositarse en las tuberías de la vivienda en forma de incrustaciones de cal, «lo que a su vez provoca una menor eficacia de los detergentes, daños en electrodomésticos, además de una alteración en el sabor, que no afecta a su potabilidad», enumeran en la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
La temperatura también afecta. Y mucho. «Cuanto más caliente, más graves son los daños que causa este tipo de agua», resumen los expertos. De hecho, es habitual ver incrustaciones de cal en la resistencia de lavavajillas, cafeteras o planchas. «Estos depósitos corroen el circuito interno y estropean los aparatos. Se estima que cada milímetro de cal acumulada reduce la eficiencia de los calentadores de agua en un 10%», desvelan en la OCU.
Ocurre lo mismo con los detergentes. «Los carbonatos de calcio y magnesio restan eficacia a los surfactantes de los productos de limpieza. ¿Consecuencia? Los residentes en localidades abastecidas por manantiales de agua dura tienen que usar más cantidad de detergente, de ahí que muchos limpiabaños anuncien a bombo y platillo su efecto antical», argumentan en la OCU. También es habitual «que al vaciar el lavavajillas se noten moteados en las piezas del cristal e incluso que la ropa quede más áspera y dura al salir de la lavadora».
Cómo saber si el agua es gruesa
Insisten los expertos de la OCU en que la «única manera de confirmar la dureza del agua del grifo es mediante un análisis realizado por un laboratorio acreditado (su precio es de 20 euros aproximadamente). Se debe desconfiar de las visitas de comerciales que quieren vender sistemas de filtración domésticos, hacen comprobaciones 'in situ' y convierten la muestra de agua de la casa en una especie de disolución de color negruzca para tratar de convencer al cliente de la necesidad de instalar un aparato que, según ellos, mejorará la calidad del agua. No hay que dejarse engañar. Ese efecto visual de agua 'aclarada' puede lograrse con ingredientes naturales como el cloruro sódico (sal común) y no demuestra la existencia de ningún problema».
Lo más sencillo para saber qué tipo de agua se consume en una casa es buscar en la página web de la empresa encargada del suministro o consultarlo directamente en el ayuntamiento correspondiente. «Porque además de calcio y magnesio, el agua también puede contener otras sales minerales (cloruro sódico, sulfatos, nitratos...) que ocasionan problemas. De hecho, la presencia de sales en el suelo de una determinada zona no siempre coincide con el tipo de agua que se consume allí, pues puede captarse en zonas más alejadas o incluso mezclarse con agua de procedencia diferente (desalinizadoras, acuíferos, embalses...)», precisan en la OCU.
Según detalla la Organización Mundial de la Salud (OMS), un agua se considera dura cuando contiene al menos 100 miligramos de calcio y 50 de magnesio por litro. Y es a partir de ese valor cuando pueden surgir problemas más o menos importantes en relación a los daños que pueden causar en tuberías y electrodomésticos. En España hay muchos municipios que se abastecen de agua gruesa e incluso muy gruesa, especialmente en las provincias de Valencia, Teruel y Zaragoza.
Soluciones
Una de las soluciones para rebajar el nivel de calcio en el agua es usar descalcificadores. Su principal ventaja es que son realmente eficaces, pero también tienen inconvenientes, puesto que consumen agua y electricidad. Consejo de los expertos: «ajusta la capacidad del aparato a tus necesidades reales e instálalo junto la acometida del agua caliente en lugar de hacerlo en la general».
Otra opción es usar desincrustadores, que actúan como inhibidores de los depósitos de cal. En lugar de retirar las sales del agua, lo que hacen es evitar que cristalicen y dañen los electrodomésticos. «Los sistemas purificadores de agua (jarras con filtro o los clásicos dispositivos que se colocan en el grifo) pueden eliminar la cal, pero no todos los modelos son igualmente eficaces. Las jarras que funcionan con carbón activado retienen contaminantes, pero no son específicos para eliminar la cal. En cambio, las que llevan filtros con resinas de intercambio iónico sí actúan contra la dureza del agua», especifican en la OCU. También existen los filtros de ósmosis inversa, «que tienen una membrana que retiene las sustancias indeseables por la diferencia de presión, pero no son recomendables porque si el agua es muy dura se dañan enseguida».
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