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Hay libros que permanecen firmes en las estanterías de nuestras casas, ejemplares orgullosos que un día desafiaron la mente con sus historias, de los que no queremos desprendernos. Son los niños mimados por los lectores, esos a los que retiras el polvo con cuidado, acariciándoles ... la piel. Nos gusta extraerlos de su cobijo, mirarles la carita. Oler sus páginas igual que se huele a los bebés. Rememorar sensaciones. Pero, ¿qué sucede a los que mudaron de objeto con valor sentimental a simple bulto?, ¿dónde acaban los huérfanos sin rescatar de depósitos editoriales, los que rezan para ser adoptados?
Según el informe de Comercio Interior del Libro 2021, realizado por la Federación de Gremios de Editores de España, los títulos nuevos en papel de 2020 sumaron 50.698. La proporción entre producidos y vendidos se situó en un 90,7%, lo cual deja solo 9,3% de desamparados. Muchos menos que en 2019, cuando quedaron sin techo el 29,3%. Esa diferencia acaba en exportaciones o volúmenes devueltos. «La mejora de sistemas de información y gestión sobre tiradas y reediciones de editoriales y librerías ha permitido reducir el volumen de devoluciones. Los sobrantes de stock por razones comerciales o por estar en mal estado se transforman en pasta de papel, materia prima de futuros ejemplares. Libros hacen libros», aseguran desde la División Editorial del Grupo Planeta.
En 2021 las fábricas papeleras españolas reciclaron 5.354.800 toneladas de papel usado, 4,4% más respecto al ejercicio anterior. La cifra coloca a España segundo entre los países que más reutilizan de la Unión Europea en volumen, superado solo por Alemania. «La industria papelera española garantiza el reciclaje de todo el papel y cartón recogido selectivamente que cumpla los estándares europeos. La tasa de papel para reciclar utilizado como materia prima o consumo de papel y cartón asciende al 77,6%, supera casi dos puntos el objetivo europeo para 2030 fijado por el European Recycling Council», asegura Andrea Orallo, directora de Reciclado de ASPAPEL (Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón). Traducido, la industria papelera española recicló en 2021 casi el 78% del papel que consumimos. El 80% de la recogida la realizan operadores privados en grandes superficies de distribución, industrias, imprentas y editoriales, entre otros sectores. Los libros sufren una resurrección, nacen a otra vida convertidos en papel gráfico, envases, tisú... Pasan a formar parte de cajas o envoltorios de perfumes o medicamentos.
Hasta aquí lo que las editoriales hacen por los libros. Pero, ¿qué podemos hacer los lectores para no destruirlos? Alternativas hay varias, desde regalarlos a amigos o familiares hasta crear arte y mobiliario con ellos. Bucea un rato por internet, contemplarás maravillas. Otra opción es venderlos a través de aplicaciones como Vinted, Wallapop y Amazon. O rellenar una ficha en comunidades 'online' del estilo de relibrea.com. Consejo que da esta última: para que el proceso de compra sea más rápido, incluye fotos y difunde el anuncio en redes sociales. Queda indagar, por ejemplo, sobre el universo 'bookcrossing', lanzar tus ejemplares al mundo en un espacio público y visible, quién sabe hasta dónde podrían llegar de mano en mano. Y la apuesta más sencilla a priori, donarlos, aunque no siempre resulta tarea fácil.
La librería low-cost Re-Read podría convertirse en heroína de nuestra historia de redenciones. Cuenta con 54 espacios en España. «Compramos libros en buen estado editados después de 1990, de cualquier género e idioma», aclara Natalia Pérez Salazar, responsable de Re-Read en Bilbao. Hasta cien los reciben y revisan en sus locales; pagan al momento los que deciden quedarse. «Si son más, se concierta una cita y pasamos a recogerlos siempre que haya ascensor».
Olvida enciclopedias, revistas o libros de texto, no los quieren. Tampoco libros editados antes de 1990, salvo excepciones con temáticas de no-ficción como ensayo y filosofía, clásicos universales o ciencia-ficción. Cada ejemplar se paga a 0,20 euros, cantidad que no te hará rico, pero esto no va de convertirse en el Tío Gilito, sino de reutilizar un objeto existente. «Es un negocio de economía circular basado en el altruismo de lectores dispuestos a deshacerse de ellos por poco dinero para que otros los disfruten a precio económico», agrega. Después se venden a 3 euros un libro, 5 euros dos libros y 10 euros cinco. A partir de esa cifra, todos valen 2 euros.
El problema principal para la supervivencia de libros no deseados es la capacidad de almacenamiento. El saber ocupa mucho lugar. La División Editorial de Grupo Planeta gestiona sus stocks a través de Logista Libros, que cuenta con un almacén central y amplia red de distribución y subdistribución en todo el territorio. Pero, para hacerse una idea del volumen de producción, solo este grupo estrena al año unos 3.500 títulos. «El desarrollo de técnicas de impresión bajo demanda o digital facilita tiradas menores, reediciones y libros de fondo, adaptando todo a la cadencia de la venta, para hacer el sector del libro sostenible», explican.
La duda surge enseguida: por qué los libros condenados no se regalan a las bibliotecas. «Colaboramos con ellas de muchas maneras y existe un canal propio a través del que se realiza la distribución a esos centros», aclaran. Pero siempre sobrará alguno. Muchos autores, distribuidoras y editoriales con obras a las que no pueden dar salida en el mercado optan por llevarlas a Re-Read. «Nos venden volúmenes a estrenar, el problema viene cuando ofrecen doscientos ejemplares del mismo, por espacio es imposible darles salida», asegura Pérez. La pescadilla que se muerde la cola. Pobres huerfanitos a la espera de una reencarnación.
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