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¿Pero de verdad hubo rinocerontes en el Coliseo?

El cine ha popularizado la presencia de todo tipo de animales en los combates de gladiadores, una ficción basada en parte en una realidad histórica: las venationes o espectáculos de caza

Lunes, 4 de noviembre 2024, 01:16

La imagen aparece en el tráiler de 'Gladiator 2' y es sorprendente, épica y espectacular. Vemos el interior del Coliseo de Roma durante un combate de gladiadores. Se abren unas puertas e irrumpe en la arena un rinoceronte descomunal cabalgado por un gladiador. El plano, brevísimo, llamó la atención desde el mismo momento en que fue lanzado el avance de la última superproducción dirigida por Ridley Scott, que se estrena el 15 de noviembre en España, y fue objeto de discusiones entre aficionados y especialistas dedicados a la Roma antigua.

¿Se exhibieron animales tan exóticos en los anfiteatros romanos? ¿Se incluyeron en los combates de gladiadores? «La respuesta a la primera pregunta es sí, y efectivamente hubo rinocerontes. Pero la respuesta a la segunda pregunta es no. Los animales, las fieras, eran protagonistas de sus propios espectáculos», explica la investigadora María Engracia Muñoz-Santos, coautora con Fernando Lillo Redonet de 'Gladiadores: valor ante la muerte' (Desperta Ferro ediciones), y autora del estudio especializado 'Animales in harena' (Confluencias Editorial).

En los anfiteatros, en el mismo Coliseo, inaugurado en el año 80 d.C. y que entonces recibía el nombre simplemente de «El Anfiteatro» o «Teatro de la caza», había diferentes espectáculos con animales y estaban pautados. Seguían un 'programa', por usar un término moderno. Los animales eran los protagonistas de los espectáculos matutinos. Primero se exhibían ejemplares de especies exóticas como jirafas, hienas, cocodrilos o hipopótamos. Seguían las luchas entre animales y las cacerías, o venationes, y por último, las ejecuciones, o damnatio ad bestias, en las que los condenados a muerte eran entregados a las fieras, que se hacían al mediodía, posiblemente para que los espectadores más aprensivos pudieran retirarse a comer. Los combates de parejas de gladiadores quedaban para la tarde.

El Anfiteatro Flavio o Coliseo

Velarium

Cobertura a modo de velas para proporcionar sombra a las gradas. El despliegue a menudo era encomendado a marinos experimentados que lograban realizar la tarea con solvencia y rapidez

Vomitorium

Salida habilitada en la grada para desalojar a grandes multitudes

Pulvinar

Lugar con vista privilegiada del espectáculo donde se colocaban las autoridades

Podium

Las clases sociales más altas se situaban en este anillo elevado

Los espectáculos con animales

 

Además de las conocidas luchas entre gladiadores, en la Roma clásica las representaciones en las que los animales eran protagonistas gozaron de una gran popularidad.

 

Los animales más exóticos no solo causaban la curiosidad de los espectadores sino que transmitían el orgullo de pertenecer a un imperio que se extendía hasta los confines de la tierra de donde provenían esas raras bestias.

Un enorme elefante africano inclinándose ante el emperador producía un efecto simbólico muy poderoso entre las masas: pese a todo su poderío, aquellas salvajes tierras se sometían a Roma. No es de extrañar que Julio César (100-44 a.C) ya celebrase unos juegos en los se utilizaron más de mil felinos, decenas de elefantes y hasta jirafas en el foro, antes de la construcción del Coliseo.

Venatio

 

Venatio es el nombre que recibían en la antigua Roma a los espectáculos y juegos en los que intervenían animales salvajes. Podían consistir en simples exhibiciones pero lo habitual era que las bestias se enfrentaran entre ellas o bien que fueran cazadas por los venatores.

Osos, toros, lobos, hienas, leones, panteras o leopardos eran arrojados a la arena para que lucharan entre sí.

A medida que los dominios del imperio se expandían, nuevas criaturas aparecían en la arena.

 

Rinocerontes, cocodrilos... incluso, según algunos escritos, osos polares y hasta algún tipo de cetáceo de gran tamaño llegaron a participar en los espectáculos de la arena romana.

 

Venatores

 

Además de las exhibiciones o las luchas entre bestias, existieron las cacerías o venationes. A diferencia de los gladiadores, los venatores no usaban pesadas armaduras. Dotados con lanzas o jabalinas y vestimentas ligeras, se dedicaban a dar caza a las fieras que soltaban en la arena.

Al principio las presas de los venatores eran animales más locales como lobos o jabalíes. Pero pronto se enfrentaron a animales de mayor tamaño como tigres, leones y osos.

Damnatio ad bestias

 

En ocasiones, los condenados por Roma eran también entregados a las bestias y morían entre sus garras, fauces, cuernos y colmillos, un castigo que se aplicó a los cristianos en la Roma anterior a Constantino conocido como ‘damnatio ad bestias’.

Sujetos a un poste o corriendo sin armas ni defensas, los condenados perecían ante los lobos, hienas, panteras, y sobre todo, leones.

El Anfiteatro Flavio o Coliseo

Velarium

Cobertura a modo de velas para proporcionar sombra a las gradas. El despliegue a menudo era encomendado a marinos experimentados que lograban realizar la tarea con solvencia y rapidez

Vomitorium

Salida habilitada en la grada para desalojar a grandes multitudes

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Podium

Las clases sociales más altas se situaban en este anillo elevado

Los espectáculos con animales

 

Además de las conocidas luchas entre gladiadores, en la Roma clásica las representaciones en las que los animales eran protagonistas gozaron de una gran popularidad.

 

Los animales más exóticos no solo causaban la curiosidad de los espectadores sino que transmitían el orgullo de pertenecer a un imperio que se extendía hasta los confines de la tierra de donde provenían esas raras bestias.

Un enorme elefante africano inclinándose ante el emperador producía un efecto simbólico muy poderoso entre las masas: pese a todo su poderío, aquellas salvajes tierras se sometían a Roma. No es de extrañar que Julio César (100-44 a.C) celebrase unos juegos en los se utilizaron más de mil felinos, decenas de elefantes y hasta jirafas en el foro, antes de la construcción del Coliseo.

Venatio

 

Venatio es el nombre que recibían en la antigua Roma a los espectáculos y juegos en los que intervenían animales salvajes. Podían consistir en simples exhibiciones pero lo habitual era que las bestias se enfrentaran entre ellas o bien que fueran cazadas por los venatores.

Osos, toros, lobos, hienas, leones, panteras o leopardos eran arrojados a la arena para que lucharan entre sí.

 

A medida que los dominios del imperio se expandían, nuevas criaturas aparecían en la arena.

 

Rinocerontes, cocodrilos... incluso, según algunos escritos, osos polares y hasta algún tipo de cetáceo de gran tamaño llegaron a participar en los espectáculos de la arena romana.

 

Venatores

 

Además de las exhibiciones o las luchas entre bestias, existieron las cacerías o venationes. A diferencia de los gladiadores, los venatores no usaban pesadas armaduras. Dotados con lanzas o jabalinas y vestimentas ligeras, se dedicaban a dar caza a las fieras que soltaban en la arena.

Al principio las presas de los venatores eran animales más locales como lobos o jabalíes. Pero pronto se enfrentaron a animales de mayor tamaño como tigres, leones y osos.

Damnatio ad bestias

 

En ocasiones, los condenados por Roma eran también entregados a las bestias y morían entre sus garras, fauces, cuernos y colmillos, un castigo que se aplicó a los cristianos en la Roma anterior a Constantino conocido como ‘damnatio ad bestias’.

Sujetos a un poste o corriendo sin armas ni defensas, los condenados perecían ante los lobos, hienas, panteras, y sobre todo, leones.

El Anfiteatro Flavio o Coliseo

Velarium

Cobertura a modo de velas para proporcionar sombra a las gradas. El despliegue a menudo era encomendado a marinos experimentados que lograban realizar la tarea con solvencia y rapidez

Vomitorium

Salida habilitada en la grada para desalojar a grandes multitudes

Podium

Las clases sociales más altas se situaban en este anillo elevado

Pulvinar

Lugar con vista privilegiada del espectáculo donde se colocaban las autoridades

Los espectáculos con animales

 

Además de las conocidas luchas entre gladiadores, en la Roma clásica las representaciones en las que los animales eran protagonistas gozaron de una gran popularidad.

 

Los animales más exóticos no solo causaban la curiosidad de los espectadores sino que transmitían el orgullo de pertenecer a un imperio que se extendía hasta los confines de la tierra de donde provenían esas raras bestias.

Un enorme elefante africano inclinándose ante el emperador producía un efecto simbólico muy poderoso entre las masas: pese a todo su poderío, aquellas salvajes tierras se sometían a Roma. No es de extrañar que Julio César (100-44 a.C) celebrase unos juegos en los se utilizaron más de mil felinos, decenas de elefantes y hasta jirafas en el foro, antes de la construcción del Coliseo.

Venatio

 

Venatio es el nombre que recibían en la antigua Roma a los espectáculos y juegos en los que intervenían animales salvajes. Podían consistir en simples exhibiciones pero lo habitual era que las bestias se enfrentaran entre ellas o bien que fueran cazadas por los venatores.

 

Osos, toros, lobos, hienas, leones, panteras o leopardos eran arrojados a la arena para que lucharan entre sí.

A medida que los dominios del imperio se expandían, nuevas criaturas aparecían en la arena.

 

Rinocerontes, cocodrilos... incluso, según algunos escritos, osos polares y hasta algún tipo de cetáceo de gran tamaño llegaron a participar en los espectáculos de la arena romana.

Venatores

 

Además de las exhibiciones o las luchas entre bestias, existieron las cacerías o venationes. A diferencia de los gladiadores, los venatores no usaban pesadas armaduras. Dotados con lanzas o jabalinas y vestimentas ligeras, se dedicaban a dar caza a las fieras que soltaban en la arena.

Al principio las presas de los venatores eran animales más locales como lobos o jabalíes. Pero pronto se enfrentaron a animales de mayor tamaño como tigres, leones y osos.

Damnatio ad bestias

 

En ocasiones, los condenados por Roma eran también entregados a las bestias y morían entre sus garras, fauces, cuernos y colmillos, un castigo que se aplicó a los cristianos en la Roma anterior a Constantino conocido como ‘damnatio ad bestias’.

Sujetos a un poste o corriendo sin armas ni defensas, los condenados perecían ante los lobos, hienas, panteras, y sobre todo, leones.

El Anfiteatro Flavio o Coliseo

Velarium

Cobertura a modo de velas para proporcionar sombra a las gradas. El despliegue a menudo era encomendado a marinos experimentados que lograban realizar la tarea con solvencia y rapidez

Vomitorium

Salida habilitada en la grada para desalojar a grandes multitudes

Podium

Las clases sociales más altas se situaban en este anillo elevado

Pulvinar

Lugar con vista privilegiada del espectáculo donde se colocaban las autoridades

Los espectáculos con animales

 

Además de las conocidas luchas entre gladiadores, en la Roma clásica las representaciones en las que los animales eran protagonistas gozaron de una gran popularidad.

 

Los animales más exóticos no solo causaban la curiosidad de los espectadores sino que transmitían el orgullo de pertenecer a un imperio que se extendía hasta los confines de la tierra de donde provenían esas raras bestias.

Un enorme elefante africano inclinándose ante el emperador producía un efecto simbólico muy poderoso entre las masas: pese a todo su poderío, aquellas salvajes tierras se sometían a Roma. Por ello, no es de extrañar que Julio César (100-44 a.C) celebrase unos juegos en los se utilizaron más de mil felinos, decenas de elefantes y hasta jirafas en el foro, antes de la construcción del Coliseo.

Venatio

 

Venatio es el nombre que recibían en la antigua Roma a los espectáculos y juegos en los que intervenían animales salvajes. Podían consistir en simples exhibiciones pero lo habitual era que las bestias se enfrentaran entre ellas o bien que fueran cazadas por los venatores.

Osos, toros, lobos, hienas, leones, panteras o leopardos eran arrojados a la arena para que lucharan entre sí.

 

A medida que los dominios del imperio se expandían, nuevas criaturas aparecían en la arena.

 

Rinocerontes, cocodrilos... incluso según, algunos escritos, osos polares y hasta algún tipo de cetáceo de gran tamaño llegaron a participar en los espectáculos de la arena romana.

Venatores

 

Además de las exhibiciones o las luchas entre bestias, existieron las cacerías o venationes.

A diferencia de los gladiadores, los venatores no usaban pesadas armaduras. Dotados con lanzas o jabalinas y vestimentas ligeras, se dedicaban a dar caza a las fieras que soltaban en la arena.

Al principio las presas de los venatores eran animales más locales como lobos o jabalíes. Pero pronto se enfrentaron a animales de mayor tamaño como tigres, leones y osos.

Damnatio ad bestias

 

En ocasiones, los condenados por Roma eran también entregados a las bestias y morían entre sus garras, fauces, cuernos y colmillos, un castigo que se aplicó a los cristianos en la Roma anterior a Constantino conocido como ‘damnatio ad bestias’.

 

Sujetos a un poste o corriendo sin armas ni defensas, los condenados perecían ante los lobos, hienas, panteras, y sobre todo, leones.

Estos espectáculos con animales empezaron a realizarse antes de que existieran los propios anfiteatros. Los primeros de los que se tiene noticia fueron protagonizados por elefantes. En concreto, cuatro ejemplares arrebatados a Pirro en 275 a. C. en Beneventum. La primera venatio, es decir, la caza de un animal salvaje como espectáculo, se celebró en 186 a.C. de la mano de M. F. Nobilior «para celebrar su victoria sobre los griegos; aquella vez se cazaron panteras y leones», explica Muñoz-Santos. «Para el 169 a.C. las venationes de animales exóticos ya eran vistas como una costumbre». En todo caso, fueron siempre un espectáculo en sí mismo. «Los animales no se introducían en las luchas de gladiadores, como se ve en 'Gladiator' o como parece que vamos a ver en 'Gladiator 2', eso es una fantasía».

La imagen del poder de Roma

Mosaico que ilustra los entretenimientos del Roma en el s. I. Jamahiriya Museum, Tripoli

La exhibición de animales exóticos tenía un significado, más allá de entretener a la gente. Transmitía muy bien la imagen del poder que ostentaba el organizador del espectáculo -un particular, un político, por supuesto un emperador...- y también simbolizaba el poderío de la propia Roma y su dominio sobre el mundo. Así que cuantos más animales y más raros, mejor. Julio César (100-44 a. C.) celebró unos juegos en honor a su padre en los que se mostraron 600 leonas, 400 felinos, 20 elefantes, un rinoceronte y una jirafa, «que hasta entonces nadie había visto en Roma». El acontecimiento lo recogió Plinio en su 'Historia Natural': «La primera vez que se vio una jirafa en Roma fue en los juegos circenses del dictador César». Con Calígula (12-41 d.C.) se llegó a matar a 160.000 animales en 3 meses; Trajano (53-117 d.C.) celebró la victoria sobre los dacios matando a 11.000 animales en 123 días de celebración. Cómodo -el villano de 'Gladiator'- cazaba avestruces en el Coliseo, con unas flechas especiales con las que las decapitaba.

En las venationes o cacerías no intervenían gladiadores. «Este tipo de espectáculos los protagonizaban los venatores, que eran cazadores especializados», comenta Muñoz-Santos. «No es mucho lo que sabemos de ellos». Y de ellas, porque hubo venadrices, como una tal Maevia. Los autores clásicos, cuando hablan de esta clase de espectáculos, «se centran más en mencionar los animales y sobre todo en su número que en dar detalles sobre quienes los cazaban o los cuidaban». Parece que podían ser libres, esclavos o condenados. Que sepamos, «no se les pagaba por este trabajo, salvo en alguna rara ocasión». Probablemente «eran auxiliares del propio anfiteatro».

De estos cazadores «sabemos que tenían su propio espacio de entrenamiento, su propio ludus, como los gladiadores, y se conserva algún epitafio de alguno de ellos». Algunos debieron de ser célebres, como un tal Carpóforo, que participó en los juegos inaugurales del Coliseo, que es descrito como un luchado joven y diestro, que mataba leones con venablos «y de cuyas hazañas se decía que superaban de largo los doce trabajos de Hércules». En aquellos juegos participaron 5.000 fieras.

Los venatores

Fresco que describe un venatio, hallado en el anfiteatro de Mérida y expuesto en el Museo Nacional de Arte Romano de la ciudad

«Conocemos el equipamiento y el aspecto de los venatores sobre todo por la iconografía, porque los textos no los describen». Básicamente, iban armados con una lanza o asta». Como en el caso citado del emperador Cómodo, «se habla a veces de tiro con arco».

En las grandes ocasiones, estas cacerías se realizaban en escenarios montados en la arena, con decorados, árboles y otros elementos que trataban de reproducir un paisaje. «De nuevo, no sabemos cómo se montaban y cómo funcionaban estas tramoyas». Suele hablarse de sofisticados dispositivos mecánicos que hacían 'aparecer' los decorados en la arena, pero se basan en suposiciones. «Parece ser más bien que entraba gente, lo montaba todo, y luego salían y ya se dedicaban a cazar. Lo que intentaban era representar lo que era el bosque o la sabana o donde vivían esos animales para que pareciese más real».

Mosaico que representa el embarque de un elefante para su transporte.

En cuanto a cómo se traían estos animales de sus lugares de origen y dónde se mantenían hasta el día del espectáculo, «lo poco que sabemos lo hemos observado en la iconografía o lo suponemos a partir de las pocas pistas que dan los textos. Un relieve reproduce «un barco en cuya cubierta vemos jaulas con leones adultos dentro». Sabemos también que se tendía a capturar crías o cachorros, más fáciles de transportar y que, si llegaban vivos a su destino, se podían criar e incluso domar». Un famoso mosaico, el de la Piazza Armerina de la Villa del Casale, en Sicilia, reproduce la captura de varias especies exóticas. «Es posible que hubiera barcos especializados, adaptados a llevar grandes animales, como los hipopótamos, elefantes y rinocerontes, que se traían tanto de Asia como de África. ¿Cómo se las apañaban para mantener mojado con agua dulce un hipopótamo, o varios, todo el viaje? ¿Como alimentaban a los elefantes? No tenemos respuestas para estas preguntas».

Ya en su destino, todos estos animales tenían que mantenerse vivos en un sitio especializado, el vivarium, de los que debió haber más de uno en Roma, a cargo de los bestiarii, los manejadores de fieras, que como los venatores, eran tanto esclavos como hombres libres y también condenados. El traslado de los animales hasta el anfiteatro «probablemente se hacía de noche pero, de nuevo, es algo que nos tenemos que imaginar, como el modo en el que se estabulaban ya en el anfiteatro». Tenía que ser un espectáculo tan terrible como el que iban a protagonizar al día siguiente.

Referencias bibliográficas

  • Herodiano (trad. 1985). Historia del Imperio Romano después de Marco Aurelio. Madrid: Gredos.

  • Picón V. y Cascón A. Ed.(1989). Historia Augusta. Madrid: Akal.

  • Plinio el Viejo (trad. 2010). Historia Natural. Madrid: Gredos.

  • Muñoz-Santos, M. E. (2016). Animales in Harena. Madrid: Confluencias Editorial.

  • Lillo Redonet, F y Muñoz-Santos, M. E. (2024). Gladiadores. Valor ante la muerte. Madrid: Desperta Ferro ediciones.

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