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Personal de una mina en Ortuella o Gallarta a finales del siglo XIX. MUSEO DE LA MINERÍA DEL PAÍS VASCO
Triano o Matamoros, el municipio unificado de los montes mineros que nunca llegó a ser
Tiempo de historias

Triano o Matamoros, el municipio unificado de los montes mineros que nunca llegó a ser

La llegada de miles de personas a las explotaciones mineras vizcaínas a finales del siglo XIX llevó a plantear ante las Cortes un discutido proyecto para crear un nuevo ayuntamiento

Miércoles, 22 de mayo 2024, 19:01

A finales del siglo XIX hubo intentos de formar un municipio independiente que abarcase los montes mineros. Se llamaría Triano o Matamoros, pues hubo dos iniciativas, cada una con su propuesta, tal y como estudió Juan Cordón.

La comarca de Triano se halla sumida en un estado de «confusión perturbadora», fruto de un contexto jurídico obsoleto, «origen y causa en la actualidad de las más deplorables anomalías y graves perturbaciones», argumentó el diputado Balparda en el Congreso, en 1883. Aseguraba que en los montes mineros vivían entre 8.000 y 10.000 habitantes, una población considerable formada desde que comenzó la explotación sistemática del hierro, tras la guerra carlista. Era un territorio confusamente demarcado entre varios municipios que se disputaban el control.

La situación planteaba problemas graves. Había que decidir quién tenía derecho a recaudar arbitrios por los consumos, que generaban unas ganancias considerables a su administrador. También resultabas necesario desarrollar la enseñanza, la beneficencia, la policía, etc., en lo que eran competencias municipales. Muchos habitantes no estaban empadronados y, por tanto, no se le reconocía el derecho a voto. Se «producen diariamente conflictos gravísimos de difícil resolución» «hallándose los barrios de Matamoros, Gallarta y demás en orfandad y abandono tanto más intolerable por cuanto el número de habitantes y el bienestar de que disfrutan les permitiría atender a sus necesidades con propios recursos».

Balparda proponía que se formase un nuevo municipio que se llamaría Triano.

La Diputación de Vizcaya había aprobado el 17 de abril de 1883 la creación del nuevo ayuntamiento en los montes de Triano. Inmediatamente se envió la resolución a las Cortes, pues, para que tal fundación tuviese efecto, se necesitaba una ley.

El problema tenía raíces históricas. Desde la Edad Media, los montes de Triano habían sido jurisdicción compartida por distintas entidades: por una parte, los Tres Concejos, formados por Santurce, Sestao y San Salvador del Valle (Trapaga) y por otra los Cuatro Concejos (San Julián de Musques, San Román de Ciérvana, Santa Juliana de Abanto y San Pedro de Abanto). También Portugalete participaba en la jurisdicción de este territorio, con bosques, productos agrarios y minas. Durante la Edad Moderna y gran parte del siglo XIX esta situación no planteaba particulares problemas, pues era una zona montañosa escasamente poblada. Las cosas empezaron a cambiar cuando miles de obreros llegaron a extraer el hierro. «La industria minera ha llevado a la comarca a que nos referimos numerosa población, mucho mayor que la de los pueblos que se disputan su jurisdicción, con grave perjuicio de esa población minera, cuyas legítimas necesidades se hallan desatendidas por completo». A juicio de Balparda la población recién llegada estaba en inferioridad de condiciones respecto a la tradicional.

Los cinco ayuntamientos de 1845

Antes de que comenzase el 'boom' minero se había simplificado algo la distribución municipal de la zona. En 1845 se formaron cinco ayuntamientos (Abanto y Ciérvana, Musques, San Salvador del Valle, Santurce y Sestao) aunque quedó sin demarcar el territorio de los montes de Triano. Se dijo que se aplazó esta cuestión por lo escabroso y despoblado de las montañas, pero verosímilmente se debió a que existían unos derechos ancestrales que eludieron tratar y consensuar los concejos implicados.

El municipio de Triano que proponía Balparda incluía a Gallarta, que pertenecía a Santa Juliana de Abanto y que en la nueva coyuntura se estaba convirtiendo en la principal entidad de Abanto y Ciérvana, a medida que se consolidaba la expansión minera y demográfica. El proyectado municipio de Triano tendría la población que exigía la ley, pero Abanto y Ciérvana vería mermar muy considerablemente su peso demográfico.

Había un trasfondo político. De crearse, el nuevo municipio sería gobernado por personas afines a las compañías mineras, pues la mayoría de los vecinos carecía de formación cultural y quienes podían encargarse del nuevo ayuntamiento serían personas con cierta instrucción y preparación. Se sospechaba que quienes dirigirían el nuevo ayuntamiento serían los comerciantes y vecinos próximos a los contratistas mineros. Un nuevo municipio tendría también rentabilidad electoral, si era captado por los intereses próximos a las compañías mineras. Perderían importancias los dirigentes tradicionales de los concejos.

Seguramente, lo anterior favoreció que la Diputación admitiera el proyecto del nuevo municipio. La idea contaba con el apoyo de las emergentes fuerzas vivas. El nuevo municipio abarcaría lo que históricamente había sido la jurisdicción indivisa de San Julián de Musques, Abanto y Ciérvana, Santurce, Sestao, San Salvador del Valle y Portugalete. Entraba Gallarta y se fijaba la divisoria del nuevo municipio en el ferrocarril de Sestao a Galdames, a una cota de unos 100 metros de altitud. Quedaba muy reducido el territorio tradicional de Santa Juliana, y por tanto la jurisdicción que por entonces tenía Abanto y Cierbana.

Un grupo de vecinos de Abanto y Ciérvana discrepó del proyecto y confió en el diputado Allendesalazar para que defendiera sus posiciones. Pretendían que no se desgajara Gallarta, antaño un pequeño enclave y a la sazón una población en crecimiento. A las Cortes llegaron informes antagónicos firmados por vecinos de la zona, a favor y en contra del municipio de Triano. Ahora bien, en esta coyuntura saltó una nueva propuesta. Era la de un grupo de vecinos que vivían en la barriada de Matamoros, que administraba San Salvador del Valle, y que tenía una población de más de 4.000 habitantes. El proyecto venía avalado por la actividad que desarrollaban estos vecinos, aunque no se les había reconocido la autonomía municipal: construyeron caminos, fuentes, edificios públicos, el cementerio... También organizaron eficazmente la sanidad en la epidemia de cólera, etc.

Solución salomónica

La decisión en el Congreso se aplazó, porque resultaba prioritaria la discusión sobre el presupuesto. Esta dilación no interrumpió el debate local y salieron a la luz los inconvenientes que tenían las distintas soluciones. Estaba, primero, la protesta de Abanto y Ciérvana por la pérdida de Gallarta. Se vio también que en el planteamiento que defendía Balparda el nuevo municipio de Triano uniría a Gallarta y Matamoros, lo que podía ser un foco de rivalidades. Además, ambas localidades presentaban aquel momento una situación muy diferente. Matamoros disponía de cierta infraestructura social con su iglesia (en realidad una capilla), escuela y otros elementos, mientras Gallarta presentaba una población considerable, pero que en su mayor parte diseminada.

Se optó por un proyecto de ley que venía a ser una solución salomónica: crear un municipio en Matamoros que englobase parte de la jurisdicción indivisa, anexionando el resto a Abanto y Ciérvana.

La sucesión de planes fue fatal para el proyecto. Triano primero, Matamoros después, en el Congreso se argumentó que no trataban de crear un municipio para resolver problemas vecinales sino constituir un nuevo pueblo con fines electorales.

En la comisión que elaboraba el dictamen se juzgó incoherente crear un municipio en Matamoros cuando este enclave podía unirse definitivamente a San Salvador del Valle y anexionar al resto del territorio a Abanto y Ciérvana, sin crear nuevos municipios. En realidad, de esta forma se resolverían los dos problemas que se habían planteado: conceder derechos a los vecinos y resolver el cobro de arbitrios para ayudar a las arcas públicas.

Así, se desechó la posibilidad de formar un municipio. La división de territorios entre San Salvador del valle y Abanto y Ciérvana se realizaría conforme a la derivación de las aguas vertientes a los ríos Nervión (por el este) y Barbadún (por el oeste). Los vecinos de la zona indivisa tendrían desde entonces los mismos derechos que los barrios tradicionales de los pueblos.

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