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Traiciones, saqueos y orgías, el oscuro final de la Marina republicana en Euskadi

Traiciones, saqueos y orgías, el oscuro final de la Marina republicana en Euskadi

Uno de los episodios más desconocidos de la historia de la Guerra Civil es el enfrentamiento entre el Gobierno vasco y los mandos de los buques armados desplazados a Bilbao

Domingo, 10 de diciembre 2023

Submarinos desaparecidos para siempre por la supuesta cobardía de sus mandos. Barcos que nunca salían a navegar en los momentos de mayor amenaza para la costa vasca. Orgías de marineros en el Abra de Bilbao, tiroteos entre tripulaciones y una fortuna en joyas desaparecida en los últimos días de la guerra.

Si hay un informe demoledor de lo que supuso la Guerra Civil en la costa vizcaína es el escrito por el jefe de la Marina Auxiliar Vasca, Joaquín Egia, en abril de 1938 y dirigido al lehendakari Aguirre en los últimos días de la contienda para que constase qué había sucedido en el Cantábrico desde el inicio de la guerra hasta la caída de Bilbao.

Joaquín Egia, autor del informe A partir de la portada del libro 'Almirante Egia: Biografía del jefe de la Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi' de Miren Egia Orrantia y Jesus Etxezarraga Zuluaga.
Imagen - Joaquín Egia, autor del informe

El texto, titulado 'Causas que determinaron al Gobierno vasco a crear la marina auxiliar', es un informe desolador, escrito por un capitán de barco que ha visto que la posibilidad de mantener la guerra en el mar fue imposible por las traiciones de tripulaciones de la Armada que simpatizaban más con los golpistas que con la causa republicana y que, por ello, estaban incluso dispuestas a sabotear sus propios barcos para que no interviniesen contra los sublevados. Pero esta actitud fue crucial en un momento en el que el Gobierno vasco dependía de las armas y los alimentos que llegaban hasta el puerto vizcaíno por el mar. Esta situación supuso, por ejemplo, que la flota golpista minase las aguas del Cantábrico para que ningún barco se acercase a Bilbao. Pese a que el lehendakari Aguirre solicitó ayuda una y otra vez al Gobierno de la República para mejorar la flota, esta no llegó. Por ello, el ejecutivo de Aguirre decidió crear la denominada Marina Auxiliar Vasca, una flotilla formada por barcos de pesca a los que se colocó artillería a bordo y que realizaron tareas como el desminado de las aguas del puerto o la escolta de mercantes.

El informe de Egia comienza con el caso del 'C5', uno de los submarinos que el Gobierno de Azaña había hecho llegar a Bilbao para que apoyase al control del mar. Egia describe cómo su comandante era más conocido en «los barrios altos» en el puerto. 'Los barrios altos' era la denominación que se dio en 1936 a la Palanca o Las Cortes, las calles donde se encontraban los burdeles para marineros y mineros.

El barrio bilbaino de San Francisco, donde se situaba 'La Palanca', era un lugar de bohemia, vibrante, festivo y lleno de cabarés, bares, cines y prostíbulos. Arriba, 'los gigantes' desfilan por la Calle San Francisco en 1935. Abajo, el aspecto siniestro del mismo lugar tras su decadencia en los 70-80.

En una de las ocasiones, la policía del puerto se acercó a la casa flotante del Sporting Club, un club náutico anclado frente a Portugalete que se había requisado para que sirviese de residencia de la tripulación de los submarinos. Lo que encontraron allí fue una orgía con prostitutas, que continuó pese a la presencia policial, según Egia.

'Deficientes condiciones higiénicas' y 'verdadera orgía' son los términos que se emplean en el informe para describir la escena en el interior del submarino.

Los Servicios de Marina del Departamento de Defensa de Euzkadi sorprendieron una verdadera orgía en dicho lugar en la que participaban marineros de los submarinos en compañía de varias prostitutas. Fué participado a Fuerzas Navales, pero no tomó medida alguna ni evitó la repetición de análogos hechos.

Joaquín Egia

Jefe de la Marina Auxiliar Vasca en 1936

Pero a Egia, lo que le preocupa es que ese sumergible era clave para mantener el tráfico marítimo y alejar a los barcos franquistas y sus mandos, sin embargo, nunca aparecían en el Cantábrico. «Tenían tanto miedo al enemigo que siempre navegaban en inmersión», denuncia Egia. El barco había protagonizado motines a bordo y, en octubre del 36, el Gobierno vasco había intentado incluso apoderarse del submarino por los armas. El 31 de diciembre de ese mismo año, el submarino desapareció sin que jamás se conociesen las causas. Según el responsable de la Marina Auxiliar Vasca, los más probable es que, por el miedo de su capitán, se acercó tanto al fondo que chocó contra un escolló y se hundió sin dejar rastro.

El submarino C5 atracado en Portugalete.

Pero el barco al que Egia dedica la parte más dura de su informe es al 'José Luis Díez', un moderno destructor que la República había enviado a Bilbao para proteger el tráfico marítimo. Podía navegar a 36 nudos y disponía de cinco cañones y seis tubos lanzatorpedos. Este navío de guerra pasó a la historia como 'Pepe el del puerto', por no salir nunca a navegar y, por lo tanto, no cumplir con las misiones que tenían encomendadas. Para la marinería de otros barcos de guerra, los tripulantes del 'José Luis Díez' son un ejemplo de cobardía y otros marineros les insultaban de manera constante.

El teatro Campos Elíseos innaugurado en 1901 y los jardínes a su entrada.

En otoño del 36, cuenta el jefe de la Marina Auxiliar Vasca, en los bailes que se organizaban en los Jardines de los Campos Elíseos -próximos al teatro del mismo nombre que hoy perdura- otros marineros insultaron a los hombre del 'José Luis Díez'. El baile se convirtió entonces en el escenario de una pelea que terminó en un tiroteo que se extendió por toda la ciudad.

Eguía detalla como el barco no participaba en las operaciones de guerra, lo que significaba que los barcos rebeldes podían desplazarse con más facilidad frente a las costas de Bizkaia. La flota republicana tenía un problema desde sus inicios, ya que muchos de sus mandos eran partidarios de los golpistas pero habían quedado en sus puestos tras el alzamiento, aunque lo que deseaban era pasarse al otro bando. Este dato es clave, ya que gran parte de los barcos estaban tomados por comités republicanos formados por marineros que se habían sublevado y habían tomado el poder, en muchas ocasiones, asesinando a sus mandos. De esa forma, eran normales los sabotajes y las errores cometidos de forma voluntaria. Asimismo, ya se habían dado casos de filtraciones de los códigos secretos al enemigo para que los sublevados pudieran espiar las conversaciones de radio.

El destructor José Luis Díez

El barco enviado a Bilbao, el 'José Luis Díez', es paradigmático de estas traiciones. Sus calderas ya habían sido dañadas por un ingeniero naval que luego se pasó al bando franquista. Pero la gran deserción se produjo en 1937, en un viaje del barco a Burdeos. En cuanto llegaron al puerto francés el comandante, cuatro oficiales y dos maquinistas desertaron para pasar a España y unirse al bando faccioso. No solo traicionaron a la tripulación, sino que arrojaron limas metálicas a la maquinaria de tal forma que cuando pusieron en marcha las calderas, el motor quedó destruido, por lo que el 'José Luis Díez' quedó inmovilizado en Burdeos. Cuando finalmente el crucero consiguió llegar a Bilbao, la tripulación ya había perdido toda su disciplina.

Egia se queja de la imagen que ofrecía el barco en el puerto. Describe como los marineros colgaban la colada de los cañones y el vigía del crucero se subía un gramófono hasta su puesto para escuchar música. El 31 de mayo de 1937 la situación era insoportable y el Gobierno vasco ordenó tomar el navío y mandar a todos los marineros a batallones de castigo. Este barco, tras largos conflictos, fue enviado a la base naval de Cartagena, pero al cruzar el Estrecho de Gibraltar fue atacados por la Armada facciosa y tuvo que refugiarse en el Peñón. Intentó salir del puerto inglés pero fue nuevamente cañoneado y quedó varado en aguas gibraltareñas.

El destructor Ciscar

El otro barco de guerra destacado en Bilbao fue el 'Ciscar', un destructor armado con cuatro cañones y seis tubos lanzatorpedos. Al igual que sucedió con el 'José Luis Díez', el Gobierno vasco no se fiaba de la tripulación, pero todos los intentos del Gobierno vasco de sustituirla por marineros vascos fracasó. Además, su capitán había sido visto en burdeles de los 'barrios altos' lo que hacía sospechar que tampoco sería el mando más adecuado para mantener la disciplina en la marinería.

El Comandante del «Ciscar» no se hallaba en dicho momento en el buque a su mando. Se dió una batida por la policía en los barrios altos de Bilbao no tardando en encontrarsele en una casa de prostitución.

Joaquín Eguía

Jefe de la Marina Auxiliar Vasca en 1936

El incidente más oscuro que rodea al 'Ciscar' tiene que ver con el encargo de sacar del Bilbao, ante la inminencia de la llegada a la ciudad de las tropas sublevadas, un cargamento de «dinero, alhajas, joyas y valores» que custodiaba el Gobierno vasco. Ese tesoro desapareció.

El 'Ciscar' acabaría hundido en el puerto gijonense de El Musel, al ser bombardeado por aviones del Gobierno de Burgos. Egia asegura que cuando pidieron explicaciones a los responsables de las Fuerzas Navales del Cantábrico sobre el destino del tesoro, la respuesta que recibieron fue que se había ido a pique junto con el Ciscar. Sin embargo, el jefe de la Marina Auxiliar Vasca asegura que ese tesoro llegó a Burdeos en un barco y pudo ser «malversado».

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