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Una nueva exploración submarina de los restos del Titanic ha confirmado el deterioro inevitable que sufre el pecio, situado a 3.784 metros de profundidad en el fondo del Atlántico Norte. En las fotografías de la expedición 2024 de la empresa RMS Titanic Inc, realizada ... en julio y agosto, se observa que buena parte de la barandilla de la cubierta de proa ha desaparecido.
«La proa del Titanic es un icono», dice la firma en la publicación de sus últimos hallazgos, que ha dado a conocer esta semana. «Es una imagen inquietante que surge del fondo marino como testimonio de su fuerza y desafío. En la película de James Cameron de 1997, es donde Jack tenía su memorable momento de Rey del Mundo y enseñaba a Rose a volar. Es la imagen que viene a la mente cuando la mayoría de la gente piensa en el Titanic».
Cuando el pecio fue descubierto el 1 de septiembre de 1985 por el oceanógrafo estadounidense Robert Ballard la barandilla que coronaba la proa del barco estaba completa, cubierta por organismos marinos pero en su lugar. Las seis expediciones anteriores realizadas por RMS Titanic Inc –en 1987, 1993, 1994, 1998, 2000 y 2010– permitieron fotografiarla al detalle y comprobar que seguía en su sitio. Pero en las fotografías de la inmersión de este verano se observa que por lo menos un tramo de la amura de babor ha desaparecido y solo permanece en su sitio la parte del extremo de la proa. Precisamente el punto en el que los protagonistas de la película de Cameron vivían la famosa escena citada.
Según precisa la empresa, la expedición dedicó «cientos de horas a la misión documentando el campo de restos con mayor detalle y mejor tecnología que nunca». La primera inmersión de recuperación de RMS Titanic Inc tuvo lugar 75 años después del hundimiento del barco el 15 de abril de 1912, en el que murieron más de 1.500 personas –1.517 según las fuentes estadounidenses, 1.507 según las británicas–. «Han pasado casi 40 años desde la primera expedición y hemos visto cómo ha cambiado a lo largo de los años».
Este verano, después de 13 días de exploración centrada «en el campo de escombros, el equipo de la expedición estaba entusiasmado al ir a echar un primer vistazo a la proa el 29 de julio», añaden desde RMS Titanic, Inc. «Sin embargo, el momento de excitación y expectación se vio inmediatamente sacudido por un cambio significativo en su silueta familiar. A la barandilla que rodeaba la cubierta del castillo de proa, antes milagrosamente intacta, le faltaba una sección de unos 4,5 metros de largo en el lado de babor».
El equipo de la expedición y sus colaboradores de 3D at Depth «revisaron inmediatamente las imágenes multihaz obtenidas dos días antes para confirmar que la sección de la barandilla había caído entera y yacía en el fondo marino justo debajo». «Nos entristece esta pérdida y la inevitable descomposición del barco y sus restos», añade la empresa, que va a llevar a cabo «una revisión más exhaustiva del estado del Titanic y de sus cambios a lo largo del tiempo».
Algunas voces críticas, como Titanic Truths LLC, han sugerido que la caída de la barandilla no se ha debido al deterioro natural del pecio en el entorno hostil en el que se encuentra y que puede haber sido causada por algunos de los sumergibles que exploran el buque hundido con demasiada frecuencia. Hasta se ha apuntado la sospecha de que la pieza ha sido arrancada a propósito para poder recuperarla y venderla.
En todo caso RMS Titanic Inc es la única entidad autorizada –por el tribunal de distrito de EE UU para el Distrito Este de Virginia– para rescatar objetos del barco, que la firma recupera para mostrarlos en exposiciones itinerantes por todo el mundo, pero no vende. Precisamente la «buena noticia» de su última expedición ha sido el hallazgo de la estatua de la diosa Diana que decoraba la chimenea del gran salón de primera clase del transatlántico. Conocida como la Diana de Versalles, la figura había sido vista por última vez en 1986 y se había dado por perdida.
Es una estatua de bronce de unos 60 centímetros de altura, reproducción de la escultura original expuesta en el Louvre. «Tras 112 años en el fondo del océano y un breve avistamiento en 1986, sigue descansando erguida entre kilómetros de escombros. Como las eternas deidades romanas, es intemporal, y ha sido redescubierta gracias a la expedición 2024».
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