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Julio Arrieta
Sábado, 22 de octubre 2022
A unos cuatro metros por debajo de la entrada de Ramsés VI y a una profundidad semejante al actual nivel del fondo del Valle, ha aparecido la parte superior de una escalera enterrada». Este apunte del 4 de noviembre de 1922 en el diario de excavación de Howard Carter se convirtió en el prólogo del descubrimiento de la tumba del faraón Tutankamón, que se produjo cinco días más tarde en el Valle de los Reyes, en Egipto. La noticia se dio a conocer a la prensa internacional el 22 de diciembre, desencadenando un interés sin precedentes por el Egipto antiguo. Una egiptomanía a la que no fueron ajenos los periódicos bilbaínos, que también cubrieron el hallazgo. Aunque con ciertas particularidades.
Exótico La falta de una transcripción establecida hizo que el novedoso nombre de Tutankamón fuera citado de todas las maneras imaginables por la prensa bilbaína: Tutankhamon, Toutankhamon, Tout Ankh Amoun, Tutancanem –la más original–, Tutankamen, Tutan-Kamen y Tut-Ankh-Amen.
Todos los diarios de la villa se ocuparon del asunto, siendo 'El Noticiero Bilbaíno' el que más espacio le dedicó y 'La Gaceta del Norte' el que, por contra, pareció mostrar menos interés. El primero consagró un artículo largo el 2 de enero de 1923 a la excavación de «los tesoros de Tebas», uno de los hallazgos «más novelescos de los tiempos modernos», objetos «cuyo valor se ha calculado en millones de libras esterlinas, pero que para el arqueólogo ha de ser incalculable».
Hablaba el diario de los descubridores, Lord Carnarvon –que para la prensa bilbaína sería a menudo el único protagonista– y Carter, al que nombraba erróneamente como «Herbert». Ambos «se labran el honor de poder añadir a la historia del mundo un capítulo que faltaba». Este será el tono durante las primeras semanas en las que gotearon las noticias de la exploración del sepulcro. Pero a medida que los trabajos se alargaron y la momia del malogrado faraón de la XVIII dinastía no acababa de aparecer, el aire fue cambiando.
El 24 de febrero el mismo diario publicaba un artículo titulado 'El negocio de la Arqueología' en el que se criticaba a los «buscadores científicos». El mausoleo «de Toutankhamon ha pasado del orden arqueológico al terreno económico. Ya no solamente es un acontecimiento científicó sino un soberbio negocio basado en la profanación», nada menos. El articulista, que firmaba como Nordau, planteaba «el problema presentado por la licitud de los actos que se vienen realizando», pues, «de regirse por los actuales códigos penales, los buscadores de Luxor habrían incurrido en un delito que en general se califica con el nombre de violación o profanación de sepultura».
'El Pueblo Vasco' se sumó a la crítica y publicó un artículo de José María Salaverría titulado 'Los profanadores de tumbas'. A partir de una crítica a los turistas, «tábanos» que acudían a visitar el Valle de los Reyes,Salaverría censuraba la «profanación sistemática del sepulcro de Tutancanem, glorioso rey» de Egipto. «¡Pobres egipcios de la edad remota! ¡Qué lejos estaban de suponer que sus templos y sepulcros serían saqueados por alguien que es más terrible que el beduino del desierto cercano: por el arqueólogo!».
Por su parte, 'El Liberal' optó por la ironía ante el aparente nulo progreso de la excavación. «Total, que nos quedamos sin saber si hay o no momia en la tumba descubierta recientemente por el sabio egiptólogo Carnarvon. Esta película se ha roto en la parte más interesante, cuando teníamos al descubridor frente al cofre funerario dispuesto a ver qué clase de individuo estaba allí encerrado desde hace más de tres mil años, la edad, poco más o menos, que tiene la Chelito», decía una noticia titulada 'Tutankhamon se ha fugado', el 2 de marzo.
La muerte de Carnarvon el 5 de abril de 1923 rebajó el tono. 'La Gaceta del Norte' la dio en un breve brevísimo: «Ha fallecido lord Carnarvon, que fue picado por un insecto durante sus investigaciones últimas». Por supuesto, la maldición de los faraones hizo su aparición inexorable en los diarios bilbaínos: «El maleficio de Tuttankamen», tituló 'El Liberal' su noticia del deceso, mientras que 'El Noticiero Bilbaíno' habló de «La venganza del faraón» y «del atentado a la paz de los muertos». Días después se corrió la noticia de que también había enfermado Carter, «mister Corter» para 'El Pueblo Vasco', «Oward Carter» para 'El Noticiero', que lo desmintió.
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Ya en enero de 1924, 'El Noticiero Bilbaíno' volvió a la carga. El día 11 contaba que «Howard Carter ha tomado las disposiciones necesarias para que sea practicado el examen radiográfico de la momia del antiguo faraón de Egipto Tutankamen». Se esperaba determinar «así no solamente la fecha en que falleció el distinguido monarca egipcio, sino también las causas que produjeron su muerte. Ni más ni menos que si se tratara de cualquier pelagatos hallado muerto en la vía pública. Estos ingleses no escarmientan», censuraba el diario.
El 13 de julio aquel entusiasmo inicial por los tesoros de valor incalculable se había volatilizado. «Sigue en boga Tutankamen», decía el titular. «Sir Howard Carter y sucesor de Carnarvon, descubridor de la tumba de Tutankamen, se ha puesto en camino de Londres a El Cairo, para continuar los trabajos de excavación y puesta al descubierto de todas las chucherías enterradas con la momia del ya famosísimo faraón». «Todo esto quiere decir, para nosotros, que seguirán de moda todas las cosas que actualmente se usan al estilo Tutankamen».
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Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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