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Decenas de bilbaínos ven la televisión en el escaparate de Radio Ortega, en diciembre de 1960. Cecilio
Cuando la tele llegaba a Euskadi con un día de retraso

Cuando la tele llegaba a Euskadi con un día de retraso

Tiempo de historias ·

Los vascos no pudieron recibir las emisiones de TVE hasta 1960. En realidad, durante los primeros meses, lo que se veía era una grabación que viajaba a diario desde Madrid y se reemitía desde Sollube

CARLOS BENITO

Martes, 27 de noviembre 2018, 00:56

El dato que ha quedado para la historia es que Televisión Española inició sus emisiones el 28 de octubre de 1956, pero aquella cadena estaba muy lejos de la que conocemos: en realidad, se parecía más a lo que hoy llamaríamos una televisión local, cuyas transmisiones solo se recibían en Madrid. La expansión hasta abarcar el conjunto del país fue un proceso trabajoso y gradual que llevó unos cuantos años. En Euskadi, la tele no se pudo ver hasta 1960, e incluso entonces presentaba una peculiaridad curiosa: los primeros meses, los programas de Madrid llegaban a Bilbao o Vitoria con un día de retraso.

Lo que los periódicos llamaban 'Operación TV' arrancó con la puesta en marcha del llamado Consorcio de Televisión Norteño, cuyo objetivo era conseguir que la tele de Madrid se pudiese sintonizar también a orillas del Cantábrico. En noviembre de 1959 se presentó en Sollube el primer camión-oruga con obreros y materiales para empezar a levantar la imprescindible antena, pero, además, la conexión con Madrid exigía construir cuatro estaciones de enlace en las provincias de Burgos y Palencia, concretamente en Berberana, Cubillos del Rojo, Coculina y Villajimena.

Lo primero que estuvo listo fue la antena de Sollube, bautizada como Virgen de Begoña, así que se optó por una ingeniosa solución provisional que empleaba, tal como destacaba EL CORREO, un «procedimiento novísimo». Un aparato «recogerá los programas en Madrid en un artefacto especial para ser enviados hasta Bilbao por vía aérea y enviados a Sollube, donde serán retransmitidos al día siguiente», explicaba este diario. Aquella «gran arca de imágenes» que iba a permitir el acceso de los vascos a la televisión era el magnetoscopio, un término que se haría mucho más popular un par de décadas más tarde, cuando se generalizaron los vídeos domésticos.

Manos, narices y alientos

La fecha clave fue el 30 de agosto de 1960, aunque aquellas primeras reemisiones realizadas desde Sollube no pasaron de ser ensayos sin mucha coherencia ni horario fijo. «Las pruebas están dando un excelente resultado, tan bueno que ayer oímos comentar a un extranjero, norteamericano concretamente, diciendo que se recibía con tanta o más precisión que en su país», aplaudía el periodista E. de Acharte en este diario. La llegada de la nueva tecnología había generado una gran expectación: en los periódicos abundaban los anuncios de televisores, que costaban en torno a 20.000 pesetas, aunque había modelos económicos de 13.000 y también lujosos combos de 39.000 con mueble, radio y tocadiscos. En algunas comunidades de vecinos se entabló una feroz batalla entre quienes abrazaban la nueva tecnología y los escépticos que se resistían a afear sus tejados con antenas, con sentencias judiciales que daban la razón a los primeros: «El derecho a colocar la antena ha de reconocerse a los inquilinos», concluyó el primer juez que dictaminó sobre el asunto. Delante de los comercios se arremolinaban decenas de ciudadanos deseosos de convertirse por fin en telespectadores: «Los establecimientos dedicados a la venta de aparatos receptores prosiguen limpiando las lunas de sus escaparates todos los días a primera hora de la mañana, para eliminar las manchas dejadas por manos, narices y alientos infantiles que se pegan al cristal para contemplar la novedad de la televisión», escribía Acharte.

Anuncios de televisores publicados en 1960.

En septiembre comenzó por fin la emisión diferida de los programas de Madrid, que en realidad no daban mucho de sí. TVE funcionaba tres cuartos de hora a mediodía y cuatro o cinco horas por la noche, a lo que se sumaba hora y media de espacios infantiles los jueves, sábados y domingos. Se trataba de segmentos muy cortos que trataban de alternar entretenimiento y cultura: por poner un ejemplo al azar, el 22 de noviembre se pudo ver la exitosa serie estadounidense 'Investigador submarino' (protagonizada por Lloyd Bridges en su papel de hombre rana) o un capítulo de la adaptación de 'Los cipreses creen en Dios' (con Jesús Puente en el reparto), pero también el programa 'Universidad de TVE' (donde se habló de 'Existencialismo y derecho' y de 'El derecho visigótico') o el rincón poético 'Versos a medianoche'.

El 'hombre eléctrico'

Los vascos estuvieron viendo la tele con retraso durante tres meses. El 2 de diciembre de 1960, a las diez y media de la noche, se produjo por fin la conexión directa, que TVE celebró con un programa especial dedicado a Euskadi, aunque más bien se especializó en Gipuzkoa: actuaron el Coro Easo, la Schola Cantorum donostiarra, una pareja infantil de baile que había ganado en la Semana Vasca de San Sebastián y el ballet de Mariemma (con una suite vasca), además de acordeonistas, txistularis y una orquesta que interpretó el 'Zortziko' de Turina. También se emitió una exhibición del aizkolari Ramón Yurrebaso, el legendario 'hombre eléctrico' de Urretxu.

Aquel primer periodo de la tele en Euskadi estuvo sujeto a frecuentes sobresaltos. Por culpa de un temporal, la mayor parte de los vascos se quedaron sin poder seguir en directo el 15 de diciembre el gran evento social de aquel año, la boda en Bruselas de Balduino y Fabiola, pese a que fue transmitida por TVE: «Solo San Sebastián y la zona adyacente pudo contemplar la espectacular ceremonia, aprovechando los circuitos de la Red Televisora francesa», aclaraba EL CORREO. La cinta fue enviada por carretera para emitirla por la noche desde Sollube. El 18 de diciembre, la meteorología adversa volvió a provocar un apagón televisivo que no se pudo solucionar antes de Navidad: las familias tuvieron que resignarse a que aquellos espléndidos aparatos recién comprados no les sirviesen de nada durante las fiestas.

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