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Tiempo de historias

Los seis vascos que estuvieron en el ataque a Pearl Harbor

Hoy hace 80 años Japón atacaba la base de la flota estadounidense en el Pacífico y provocaba la entrada de Estados Unidos en al Segunda Guerra Mundial. Allí estaban Domingo Amuchastegui, Mary Sala, los hermanos Fermín y Alfonso Aldecoa, George Ascuena y Leandro Urcelay

julio arrieta | I. SÁNCHEZ

Martes, 7 de diciembre 2021, 00:44

Como casi todos los marineros que habían pernoctado en sus naves en la base de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, hoy hace 80 años, a primera hora Domingo Amuchastegui acababa de levantarse y ya estaba listo para la izada de bandera de su barco, el 'USS Pelias', un buque nodriza de submarinos amarrado en la dársena sudoriental del puerto. En lo que iba a ser una tranquila mañana dominical, hacia las 7.55 horas Amuchastegui y sus compañeros se vieron sorprendidos por las primeras explosiones, las de los torpedos lanzados por los 8 aviones de la escuadrilla liderada por el alférez de navío Nakajima, del portaaviones 'Soryu', sobre el viejo acorazado retirado 'Utah', que recibió un impacto, y el crucero ligero 'Raleigh', que encajó dos. Acababa de empezar el ataque japonés sobre Pearl Harbor y Estados Unidos entraba en la II Guerra Mundial sin declaración previa de guerra. Amuchastegui, nacido en Nevada en 1923 de padres vizcaínos, fue uno de los seis estadounidenses de origen vasco que vivió el acontecimiento.

El grupo de Nakajima formaba parte de una operación en la que participaron 353 aviones torpederos, bombarderos y cazas, que habían despegado de 6 portaaviones y que atacaron la base de la flota estadounidense del Pacífico, Pearl Harbor, en la isla hawaiana de Oahu, en dos oleadas. La primera había despegado a las 6.10 horas y cogió por sorpresa a su objetivo. O más bien desprevenido: un radar móvil detectó los aviones, pero nadie hizo caso al operador que quiso dar la alarma; el minador 'Condor' avistó un submarino misterioso –uno de los cinco que participaron en el ataque– en la bocana del puerto a las 3.45; a las 6.45 el destructor 'Ward' hundió ese u otro de los cinco pequeños sumergibles que participaron en el ataque, sin que el incidente generara mayor alerta...

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Por negligencia o, según algunos teóricos de la conspiración, porque no interesaba, nadie dio la alarma hasta que fue demasiado tarde. Bombas y torpedos cayeron sobre los barcos amarrados y los aeródromos militares, en los que los cazas permanecían estacionados ala con ala y con los depósitos vacíos para evitar sabotajes. La flota amarrada tuvo que defenderse por sus propios medios antiaéreos.

La segunda oleada, a partir de las 8.30, fue recibida con un intenso fuego antiaéreo. Los tres grupos de bombarderos comandados por el capitán de corbeta Makino y los tenientes de navío Ogawa e Ibuki se lanzaron sobre el fondeadero de los acorazados, pero las nubes les obligaron a entrar en ángulos demasiado bajos y sobrevolar la dársena en la que se encontraba el 'Pelias', el barco de Amuchastegui, para alcanzar sus objetivos. Los cañones antiaéreos del buque lograron derribar uno de los aviones y dañar otro.

La presencia de Amuchastegui en Pearl Harbor ha sido documentada por los historiadores Pedro Oyarzabal y Guillermo Tabernilla, de la asociación Sancho de Beurko, dentro de su ambicioso proyecto de investigación sobre los combatientes vascos en la II Guerra Mundial. Los mismos investigadores han revelado que Mary Sala (1920-1996), huérfana de padre navarro y criada en una familia vasca en Nevada, presenció el ataque desde su casa en el puerto. Estaba casada con Mitchell Antón Cobeaga, de padres vizcaínos y piloto de bombarderos B-17, las famosas 'fortalezas volantes', que ese día volaba en un traslado a Estados Unidos. «Sus hermanos John y Shanty sirvieron en la Armada en el Pacifico durante la guerra». En cuanto a Amuchastegui, sobrevivió al ataque «y combatió con sus hermanos Julián y John en la guerra» del Pacífico.

A Gregorio 'George' Ascuena Monasterio (1918-1997), un marine nacido en Idaho que apenas llevaba unos meses en el cuerpo, el ataque le pilló en el aeródromo de Ewa, al Oeste de Pearl Harbor. Y de hecho, lo sufrió antes que los marineros del puerto, pues su base fue la primera instalación militar atacada aquel día, a las 7.53. «La mayor parte de los 48 aviones que había allí desplegados fueron destruidos o inutilizados», precisan Oyarzabal y Tabernilla. Ascuena sobrevivió y tres años más tarde «sería condecorado con la Estrella de Plata».

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1. Aeródromos de la Isla: En pocos minutos, la base se quedó sin defensa aérea.

2. Barcos de la rada de la isla Ford: El Arizona se hunde con 1.177 hombres.

3. Los cruceros Raleigh y Helena y los acorazados Utah, West Virginia, Oklahoma, California y Nevada son alcanzados por torpedos. Este último es el único que logra escapar.

4. El California acaba por hundirse pese a los esfuerzos de la tripulación.

5. Una bomba perfora los 13 cms. de coraza de una de las torres del Tennesse y estalla en su interior.

6. Submarinos de bolsillo japoneses penetraron en la bahía, pero fueron destruidos por un hidroavión tipo Catalina y un dragaminas.

6. Submarinos de bolsillo japoneses penetraron en la bahía, pero fueron destruidos por un hidroavión tipo Catalina y un dragaminas.

8. La santabárbara del destructor Shaw explota en una gran bola de fuego.

9. El ataque se concentra en el dique seco. El Cassin y el Downes son destruídos y el Pensylvania sufre graves averías.

10. El constante ataque de los cazas hace encallar al Nevada.

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Los hermanos Fermín (1915-2006) y Alfonso Aldecoa (1918-1995), de Boise, Idaho, eran civiles. Estaban en Hawai como empleados de la empresa de ingeniería Morrison-Knudsen, que construía las bases militares de Midway y Wake. Como tantos estadounidenses, ambos se alistarían después del ataque y acabarían combatiendo en la guerra. En cuanto al sexto vasco en Pearl Harbor «es una incógnita», en palabras de Tabernilla. Era barakaldés, nacido en 1896, y había llegado en 1919 a Estados Unidos, donde se casó y tuvo dos hijos. Era marino mercante y fue reclutado como agente del Servicio Secreto de Estados Unidos y destinado a Pearl Harbor unas fechas antes del bombardeo. «Saber para qué fue enviado y qué es lo que hacía allí es un misterio. Cuando se trata de alguien vinculado a los servicios secretos siempre es muy difícil documentar sus movimientos», comenta el investigador.

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