Cuando el KGB y la CIA pelearon por una novela
HISTORIAS DE PELÍCULA. DOCTOR ZHIVAGO ·
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HISTORIAS DE PELÍCULA. DOCTOR ZHIVAGO ·
La publicación en Occidente de 'Doctor Zhivago', la gran historia de amor en medio de la Revolución rusa, fue posible por una operación de espionajeCésar Coca
Domingo, 26 de diciembre 2021, 00:56
La novela cuenta la historia de amor más célebre del siglo XX, ambientada en una Revolución que estremeció al mundo. La película que se estrenó ocho años más tarde de la publicación del texto original fue una de las últimas superproducciones de la era dorada de Hollywood, cuando los grandes estudios presumían de tener más estrellas que en el cielo. Y, sin embargo, todo eso se quedó pequeño ante la odisea que corrió el manuscrito de 'Doctor Zhivago' hasta su llegada a las librerías.
Una historia en la que están presentes el KGB y la CIA, la Academia sueca, el mítico editor Feltrinelli y la Unión de Escritores de la URSS. Y los escenarios no son menos sorprendentes: el aeropuerto de La Valeta (Malta), una imprenta artesanal que falsificó una edición en ruso, la sede central del PCUS y la Redacción de la revista 'Novy Mir'. No hay muchas obras literarias que tengan un argumento tan ambicioso y hayan hecho que tantas personas con tan grandes recursos trabajen para que vea la luz al mismo tiempo que otras muchas con no menores fuerzas traten de impedirlo. Siguiendo el tópico, todo en 'Doctor Zhivago', de Borís Pasternak, es más grande que la vida. Lo que cuenta y lo que sucedió antes de que viera la luz.
El escritor soviético comenzó la que pensaba que sería su obra mayor nada más acabar la Segunda Guerra Mundial. Tenía entonces 55 años y había sobrevivido a la gran purga (el Gran Terror, como se denomina ahora en Rusia) de 1937, cuando centenares de poetas y novelistas murieron en la siniestra Lubianka o en el infierno de Kolymá. Durante unos años, hasta la invasión de la URSS por el ejército alemán, Pasternak defendió cuanto pudo a sus colegas. Escribió cartas en su defensa e incluso llegó a llamar a Stalin por teléfono para pedirle una entrevista. «¿Para hablar de qué?», le preguntó. «De la vida y la muerte», contestó el escritor, un segundo antes de que la comunicación se cortara.
Pasternak, un poeta reconocido que había sido candidato al Nobel ya en varias ocasiones, pensaba que la novela le llevaría dos años, pero tardó diez en terminarla. Cuando la tuvo lista la envió a la Redacción de la revista 'Nóvy Mir'. Durante semanas esperó dos noticias: una sobre la publicación; otra sobre su deportación al Gulag. «Estoy preparado para todo. ¿Por qué puede pasarle a todos los demás y a mí no?», decía.
Como ninguna de las dos noticias llegaba, firmó un contrato con el editor italiano Feltrinelli, de ideología comunista y años después fundador de un grupo terrorista. La perspectiva de la publicación de la novela en el extranjero alarmó al KGB y a los dirigentes del PCUS. La contraoferta de 'Nóvy Mir' fue la publicación si hacía numerosos cortes en el texto. Pasternak se mostró dispuesto a ello, pero pasaban los meses y no había noticias. A miles de kilómetros, Feltrinelli había recibido varias cartas en las que el propio Pasternak anunciaba su deseo de que no se publicara el libro en Italia. Detrás de esos documentos estaba la mano del KGB, que había falsificado la firma del escritor.
Mientras, la Academia sueca sugirió que le concedería el Nobel si la novela se publicaba en la URSS, como forma de evitar un conflicto diplomático. Y entonces entró en juego la CIA, que deseaba desacreditar al régimen soviético. Sus agentes en Moscú averiguaron que un viajero de un vuelo comercial de Aeroflot llevaría en un maletín el original de la novela. A partir de esa información desplegaron una operación de película: alegando problemas de tráfico aéreo obligaron al avión a aterrizar en Malta, cambiaron el maletín al pasajero, fotografiaron a toda velocidad el original y devolvieron el maletín a la aeronave antes del despegue. Luego, usando una partida de papel soviético, imprimieron en Holanda unos pocos ejemplares de la novela en ruso e hicieron creer a la Academia sueca que se había publicado ya en la URSS.
Meses después, en octubre de 1958, Pasternak supo que había ganado el Nobel. Evgeny Pasternak, hijo del escritor, contó hace unos años que el PCUS promovió manifestaciones 'espontáneas' dentro y fuera de la URSS contra la concesión del premio, al tiempo que la Unión de Escritores, que debía defenderlo, se sumaba al escarnio. Durante el congreso de las Juventudes Comunistas, celebrado unos días después del anuncio del galardón, el principal dirigente de esa organización se refirió a Pasternak como una «oveja sarnosa». El Gobierno de Moscú fue igualmente sutil: comunicó al escritor que si quería recibir el premio podía hacerlo, pero debía viajar solo a Estocolmo y nunca podría regresar a la URSS. Así que Pasternak envió una carta de agradecimiento a la Academia y se quedó en su país. Incapaz de soportar la presión de las autoridades, firmó luego un bochornoso documento en el que daba la razón al comité central del PCUS en sus críticas a la novela. Las autoridades soviéticas agradecieron el gesto obligándole a devolver todas las sumas por derechos de autor derivadas de sus ventas en el extranjero. Pasternak murió apenas año y medio después.
Por eso no llegó a ver la película que David Lean filmó sobre su obra maestra. Un rodaje que duró más de un año y tuvo lugar en Finlandia, Canadá y, en la mayor parte del metraje, en España. En el barrio madrileño de Canillas se construyó casi un kilómetro de calle (incluida una réplica del Kremlin) que pasa por ser Moscú en la película. Algunas escenas cruciales se filmaron en Salamanca, Granada y Soria. Participaron centenares de trabajadores para montar el decorado y miles de extras en algunas escenas, así como un equipo artístico que dio vida a una de las mayores superproducciones de todos los tiempos. Era lo que merecía la historia del amor más allá de la muerte de Yuri Andréyevich y Larisa Fiódorovna, que lo apuraron mientras los gobernantes soviéticos traicionaban su propia utopía.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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