Tom Brady, posiblemente el mejor jugador de la NFL de todos los tiempos.STACY REVERE/AFP
El 'partido de la nieve' que marcó la carrera de Tom Brady
Tiempo de Historias (del deporte) ·
Se cumplen 20 años del Patriots - Raiders que casi le cuesta su carrera al mejor jugador de todos los tiempos pero que, al contrario, se convirtió en el inicio de la triunfal dinastía de Brady y de los de Nueva Inglaterra
Sergio Eguía
Miércoles, 26 de enero 2022, 00:38
Los amantes de las teorías de la conspiración lo pasarían de cine con algunos episodios de la vida de película de Tom Brady. En realidad, el mejor jugador de fútbol americano de todos los tiempos es un tipo bastante normal, del montón, pero una serie de afortunadas casualidades le han convertido en alguien especial. No es especialmente alto, ni rápido, ni fuerte, pero es indiscutiblemente la persona más determinante que ha pisado un campo de la NFL. Y eso que casi ni sale elegido en el draft de su año, el 2000. No fue hasta la sexta ronda, puesto 199, que los Patriots apostaron por el joven californiano como clarísimo y casi eterno suplente de su quarterback estrella, Drew Bledsoe, por entonces el jugador mejor pagado de la liga.
Tampoco es guapo (esta es solo la opinión del que suscribe) y está casado con la supermodelo Gisele Bündchen. Además presume de despistado. El año pasado, en sus primeras semanas en Tampa después de fichar por los Bucs le pillaron entrando por la puerta trasera de una mansión de los canales. Los dueños de la casa no podían creer que el mejor deportista del país estuviera en su cocina a la hora del desayuno. «¿No es mi casa?, preguntó Brady. Eran sus vecinos, que le rieron la broma. Lo que se supo después es que no era el primer día que se servía una café en aquella estancia.
Pero vamos a sus inicios. Hace 20 años ahora de 'el partido de la nieve'. Le llaman así en Boston, los seguidores de los Pats. El resto del país se inclinan por referirse a él como el Tuck Rule Game, en recuerdo de una polémica decisión arbitral que cambió el rumbo de la liga, inauguró la dinastía ganadora de los de Massachusetts y evitó el súbito final de la carrera de Brady. Si no le pitan esa falta, con una norma que hoy en día no sigue en vigor, es más que seguro que habría regresado al banquillo para no volver.
Rosario de casualidades
Y es que Brady no jugó en su primera temporada porque Bledsoe, una superestrella, copaba cada minuto. Tampoco habría pisado la hierba en el segundo año de no ser por una gravísima lesión de Bledsoe. Eso le dió la opción de debutar durante la convalecencia de éste. Primera casualidad. Sin mucha gloria, los Patriots se clasificaron para los play off. Era un equipo en crecimiento, escapando de los fantasmas que acechan en cualquier familia al hermano menos afortunado. En Boston reinan los Celtics, los más laureados de la NBA. Los Red Sox, otrora reyes del baseball. Los Patriots no habían ganado ningún anillo en aquel invierno de 2002.
Un momento de aquel polémico partido.
Era tan intrascendente aquella postemporada que hasta se había programado la demolición del viejo estadio de Foxboro. Conocido por ser el lugar donde Maradona marcó su último gol con la camiseta albiceleste, en el Mundial de 1994. Lo habrían volado antes de que se jugase este recordado partido de la nieve de no ser por otra casualidad (van dos). La última jornada de liga dejó varios resultados inesperados y los Patriots, que parecía jugarían los play off como visitantes, empezaron las eliminatorias con el factor cancha a favor.
Fue el 19 de enero de 2002. El rival, los Raiders. Sin favoritismo en las apuestas. Un día muy raro. Por un lado porque se anuló la demolición del estadio. Por otro por la espectacular nevada que obligó a jugar sobre una capa de casi 10 centímetros de nieve. Precioso. Otra curiosidad. Brady se quedó atrapado en la carretera y llegó de casualidad al duelo, rescatado por la policía. ¿Van tres?
Pues esta es la madre de todas las casualidades. A minuto y medio del final, venciendo los visitantes 10-13, la defensa de los Raiders caza a Brady, el balón queda suelto y en teoría lo recuperan los Raiders. Se había acabado. Solo había que consumir el tiempo. Los Patriots no podían hacer nada para sobrevivir. Y eliminados, sin pena ni gloria, el resultado de la primera temporada de Brady a los mandos del ataque sería la última para él.
Milagroso Brady
Pero… pero… Un árbitro tenía algo que decir. Antes de que los defensores golpeasen a Brady él había amagado con pasar el ovoide. Según la Tuck Rule, si hay intención de pasar, esa pérdida (fumble) pasa a ser un pase incompleto, lo que significa que se pierden yardas del ataque, pero que la posesión permanece en el equipo atacante. La norma, aplicada en aquella ocasión al límite y con no poca polémica, ya no existe.
Brady ganaba una milagrosa última oportunidad. Una en la que mostró su verdadera alma. Brady no es más alto, ni más rápido, ni más fuerte, ni más guapo que nadie, pero en los momentos de vida o muerte es implacable. Siempre aparece. Siempre acierta.
En aquel minuto y medio los Patriots forzaron la prórroga con una patada. 13 iguales. Y en el tiempo extra Brady dio un clinic de cómo se juega sobre nieve. Ocho pases sin error. Uno de los drives más sólidos de aquel año para acercarse lo suficiente a la zona de anotación que otra patada les sirviese para ganar.
Había salvado el momento crítico. El resto es historia. Vencieron otra vez para ir a la Superbowl y otra vez en ella para el primer título de los de Nueva Inglaterra. 20 años después, Brady ha jugado 10 finales y ganado siete. Hoy, la pregunta que todo el mundo se hace tras la eliminación de los de Tampa, su actual equipo, es: ¿Se retira Brady este verano o sigue un año más para jugar a los 45?
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