Tomás Ondarra

El oscuro derribo del as Felipe del Río

La muerte del aviador republicano el 22 de abril de 1937 «causó un profundo abatimiento en todo el territorio leal», en el que era un héroe popular

Sábado, 18 de noviembre 2023, 18:51

Luchando «como un león, desarrollando en el aire todo el ímpetu antifascista que albergaba en su pecho noble, ayer, en desigual combate, desgranó su vida en el aire euzkeldun el bizarro capitán de la Aviación republicana Felipe del Río». Así empezaba el obituario, casi un ... panegírico, que dedicó el 23 de abril de 1937 el periódico 'Euzkadi Roja', órgano del comité central del Partido Comunista de Euzkadi, al aviador cántabro Felipe del Río Crespo (1912-1937), derribado el día anterior por cazas alemanes.

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Añadía el diario comunista que Del Río perdió la vida «defendiendo a Bilbao, defendiendo a las madres bilbaínas, a los 'gaztechus', defendiendo toda la población civil a la que amenazan desde las alturas de su impune cobardía los pajarracos negros del fascismo».

'Euzkadi', el diario del PNV, también lamentó la muerte del «heroico capitán aviador leal». Recordaba el medio jeltzale que Del Río había «derribado varios aparatos en lo que va de campaña», añadía que «su calidad como aviador experto se había hecho muy notoria» y que «la muerte del bravo aviador causó profundo abatimiento en todo el territorio leal».

Felipe del Río cayó siendo un as de la República en la Guerra Civil, pero, como tantos otros, había iniciado su carrera aeronáutica como piloto civil. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Santander mientras trabajaba como tornero. Según detallan Guillermo Tabernilla y Pedro J. Oiarzabal, investigadores de la asociación Sancho de Beurko, vivió dos años con su padre en Venezuela –era huérfano de madre– y después se trasladó con su familia a Bilbao. Se graduó como perito mecánico y obtuvo su título de piloto civil algo antes de ser llamado a filas en la Aeronáutica militar –en Cuatro Vientos–. Allí «ocupó plaza en el curso de transformación a aviador militar, graduándose como cabo piloto». Participó en la Vuelta Aérea a España y fue «promovido a sargento de complemento en 1935».

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El golpe militar del 18 de julio de 1936 le pilló en Bilbao, por lo que se puso a disposición del gobernador civil de Bizkaia, José Echevarría Novoa, para defender la República. Empezó haciéndolo con medios irrisorios. Así, el 21 de julio sobrevoló con una avioneta el cuartel de Loyola, en San Sebastián, y lanzó sobre las tropas sublevadas varias octavillas, algunos proyectiles de artillería y explosivos caseros.

El Circo Krone

Del Río volaría desde entonces en todo tipo de aparatos, algunos de ellos aviones civiles adaptados, que iban sumándose con cuentagotas a las magras Fuerzas Aéreas del Norte, bautizadas con humor por los propios pilotos como el Circo Krone, dado lo variopinto del conjunto. El aviador cántabro empezó volando con viejos biplanos Breguet 19 para pasar después, cuando el circo se volvió algo más serio, a los entonces punteros biplanos rusos Polikarpov I-15.

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Del Río se distinguió en todo tipo de misiones, tanto de reconocimiento como de bombardeo e intercepción, sumando hasta siete derribos, entre ellos los de dos bombarderos. Se convirtió en un personaje muy querido y popular, sobre todo entre los niños.

El día en que fue derribado, el 22 de abril de 1937, el capitán Del Río salió con otros tres pilotos a interceptar un grupo de bombarderos. Según el parte de la Jefatura de las Fuerzas Aéreas del Norte, «a las 16 h., una patrulla que prestaba servicio de vigilancia en las inmediaciones del campo [de Lamiako] divisó en dirección a Bilbao nueve aparatos de bombardeo bimotores y varios aparatos de caza, obligándoles los aparatos leales a entablar combate, el cual duró unos veinte minutos, logrando derribar dos aparatos de caza enemigos, uno de ellos de marca Heinkel y el otro de marca desconocida. En este combate se perdió un aparato». Este era el de Felipe del Río.

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Funeral en Indautxu

El funeral «por el eterno descanso del alma del que fue en vida heroico defensor de nuestra querida patria» se celebró el sábado 24 de abril en Nuestra Señora del Carmen, en Indautxu. «El piadoso acto constituyó una sentidísima manifestación de duelo. Fueron muchísimos los que acudieron a aquel templo a rendir tributo a la memoria deeste heroico luchador que ha sucumbido defendiendo la tierra vasca. No faltó en el acto una representación muy nutrida de nacionalistas vascos que dieron fe del sentimiento que la pérdida del esforzado luchador ha causado en la familia patriota vasca», dijo al día siguiente 'Euzkadi'. En la noticia se detallaba que «Del Río era un sincero enamorado de la tierra vasca. En su familia se ha cultivado asimismo este amor a Euzkadi. En efecto, entre sus familiares figuran un hermano y una hermana que pertenecen a nuestra organización patriótica». «El pueblo vasco considera íntimamente suyo a este defensor y como tal le llora en estos momentos», concluía la nota.

Las circunstancias del derribo nunca han estado demasiado claras. De hecho, se llegó a atribuir a fuego amigo, a un cañonazo del destructor republicano José Luis Díez. Ahora se adjudica a dos pilotos de la Luftwaffe, el sargento Heilmayer, que ese día volaba un Messerhmidt Bf 109A, y el teniente Radusch, que posiblemente pilotaba un Heinkel He 112, modelo que estaba en pruebas. El avión de Felipe del Río fue alcanzado, parece que por el segundo, y el piloto se lanzó en paracaídas. Según algunos testigos, uno de los alemanes ametralló al as republicano cuando descendía indefenso sobre Trapagaran.

Uno de los testimonios recogidos en el barrio del Juncal por Joseba Iribar y publicados por Sancho de Beurko así lo refleja: «Estaban los niños de 12 años Isatxu y Rafa. Vieron cómo el avión fue abatido, saltando en paracaídas Felipe del Río. El avión no llegó entero al suelo. Mientras el piloto descendía, los aviones franquistas le siguieron ametrallando. Los primeros en llegar al lugar de las marismas donde cayó, concretamente enfrente de la tejera de la Rivera, delante del caserío Gandarias, fueron Isatxu y Rafa. Felipe del Río estaba envuelto en el paracaídas y aún vivía; cuando se acercaron los dos muchachos emitía sonidos con la voz, murió muy rápido. El motor del avión estaba medio hundido a escasos siete metros del piloto, el resto del avión estaba todo esparcido. Este motor se sacó de las marismas con las vacas de la familia Ortuondo».

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