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Tomás Ondarra
El órdago definitivo: los crímenes del mus

El órdago definitivo: los crímenes del mus

Las discusiones por algún lance de la partida derivaban a menudo en reyerta y, de vez en cuando, acababan con algún muerto

Domingo, 31 de diciembre 2023, 00:46

En principio, el mus parece una actividad de poco riesgo. Uno ve a los jugadores sentados, absortos, enredados en esa cadena de síes y noes que tanto desconcierta a los no iniciados, y podría pensar que la única amenaza para la salud se agazapa en ... la ingesta masiva de patxaran. Pero, en realidad, todos sabemos que el intercambio de envidos y órdagos es una cosa muy seria, que altera el ritmo cardiaco y puede dar lugar a enemistades para toda la vida, a batallas campales y, sí, a muertes violentas. Quizá en estos últimos tiempos hemos perdido parte del apasionamiento de antaño, quizá sea que los pasatiempos a nuestra disposición se han multiplicado tanto que nos los tomamos menos a pecho, pero el caso es que sorprende ver la frecuencia con la que aparecía el mus en las páginas de sucesos de finales del siglo XIX y principios del XX. Una jugada dudosa o unas señas prohibidas podían abrir fácilmente el camino hacia la casa de socorro o el cementerio.

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