Un noviazgo juvenil que acabó en crimen: «No me quieres porque soy poco para ti»
Basauri, 1923 ·
Basilio se obsesionó con su vecina Remedios, «la moza más guapa del barrio de La Estación», y la mató de un tiro cuando ella rompió con élBasauri, 1923 ·
Basilio se obsesionó con su vecina Remedios, «la moza más guapa del barrio de La Estación», y la mató de un tiro cuando ella rompió con élRemedios Echevarría y Basilio Aguilar eran vecinos. Los dos vivían en una de esas casas repletas de inmigrantes de otras zonas de España que tanto abundaban en la Bizkaia de hace un siglo: se trataba de un edificio situado en la calle de la Estación ... de San Miguel de Basauri –que entonces aún solía recibir el nombre de Dos Caminos–, con pisos muy modestos para familias que trataban de capear su difícil presente en persecución de un futuro mejor. En 1920 se instaló allí Cándido Echevarría, un viudo llegado de Briones (La Rioja) con sus tres hijas. Cándido encontró trabajo como peón en el taller de electricidad de La Basconia, mientras que la mayor de las niñas, Remedios, que entonces tenía 14 años, «se consagró por entero a coser y lavar las ropas de su padre y de sus hermanitas, cuidar de la comida y el aseo de la vivienda». De esta manera lo resumió 'El Liberal', que elogiaba la «gran disposición» de la sacrificada chica.
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En la parte contraria del edificio residía con sus padres y sus cinco hermanos Basilio, un joven palentino que tenía dos años más que Remedios y que también entró a trabajar en La Basconia, en el taller de forja. Según el periodista de 'El Liberal', la adolescente riojana, morena y de ojos azules, se había convertido en «la moza más guapa del barrio de La Estación», con rasgos de «una perfección sugestionadora», y Basilio pronto empezó a obsesionarse con ella. «¡Esa tiene que ser mi novia!», le oyeron decir. En octubre de 1921, Basilio se declaró a su vecina, pero ella le dio calabazas y le explicó que se veía aún demasiado niña para noviazgos. Cada vez que se cruzaban por el barrio, el joven persistía en su acoso e incluso amenazaba con quitarse la vida si ella no aceptaba. Sus conocidos recordaban un diálogo que se produjo entre los dos por aquella época: «¡Pues no te ha dado poco fuerte, chico!», exclamaba Remedios. «Tú no me quieres porque soy poco para ti, querrás a otro de más postín», se agriaba Basilio. Finalmente, en los carnavales de 1922, la muchacha accedió a los deseos de su obstinado pretendiente y empezó a salir con él: juntos, procurando que el padre de la chica no se enterase, paseaban por Bilbao o por Miraballes.
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En marzo de 1923, cuando ocurrieron los hechos que acabarían con la vida de los dos, Basilio estaba a punto de cumplir los 19 años y Remedios tenía 17. No faltaron versiones que achacaron lo ocurrido a un pacto de suicidio, pero en las informaciones publicadas no aparece ninguna evidencia que sustente esa tesis, que parece más bien fruto del espíritu novelesco y el disparatado concepto de romanticismo de algunos periodistas de la época. 'El Liberal' no dio muestra de ninguna duda a la hora de hablar de «crimen» y, en 'El Noticiero Bilbaíno', los vecinos de la pareja se pronunciaban en idéntico sentido.
Por supuesto, el padre de Remedios no había tardado en enterarse de que su hija andaba con el chaval de los Aguilar: «Yo no le quiero. Insistió tanto, se puso tan pesado, que no tuve más remedio que decirle que sí», le explicó la joven, apurada. «Yo solo te advierto que eres muy joven y que esos amoríos no te convienen», opinó el padre. Los consejos de Cándido aportaron el empujón decisivo para que Remedios rompiese el noviazgo con Basilio, un hecho que llevó al celoso joven a sospechar que había encontrado otro enamorado «con mejor posición». Según lo planteó 'El Liberal', «la noticia destruía por completo el fantástico paraíso de felicidad fraguado por su cerebro».
En los días siguientes, Basilio aseguró a Remedios que la mataría si no volvía con él. Incluso le escribió una carta en la que amenazaba con asesinarlos tanto a ella como a su padre, pero la muchacha se limitó a mostrar el mensaje a algunos vecinos, que decidieron que sería mejor no informar a Cándido para evitar enfrentamientos. El sábado 3 de marzo, a las cinco menos cuarto de la tarde, Remedios bajó a entrevistarse con Basilio en la parte trasera del edificio donde ambos vivían, separado de una ladera rocosa por un estrecho corredor. Nadie sabe qué frases intercambiaron, pero, al parecer, la intención de Remedios era comunicarle que, si las cosas seguían por ese camino, no le iba a quedar más remedio que marcharse a vivir con sus tíos de Briones. En un momento de la brevísima conversación, el joven sacó una pistola, descerrajó un tiro en la cabeza de la desventurada muchacha y se disparó después en la frente. Los dos fueron trasladados al hospital de Basurto, donde fallecieron, Basilio a las nueve y media de la noche y Remedios, a mediodía del domingo.
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Cándido, destrozado, acertó a atender a un reportero de 'El Liberal' mientras Remedios se debatía entre la vida y la muerte: «Le dije a mi hija que esos amores no le convenían porque era demasiado joven, pero fue ella la que voluntariamente quiso dar por terminadas las relaciones», dijo, condenado a darle vueltas al asunto para siempre.
'El Liberal' ilustraba su portada del domingo 4 de marzo con una fotografía que hoy nos resulta chocante. Bajo el titular 'Crimen de amor o crimen de locura', se ve a la infortunada Remedios en la cama del hospital, seguramente inconsciente, mientras a su lado posan para el reportero gráfico Llopis dos integrantes del equipo médico de Basurto, «los alumnos internos señores Landa y Herraiz».
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