La bélica y durísima Navidad de 1836 en Bilbao
TIEMPO DE HISTORIAS ·
La Nochebuena fue bélica en el Bilbao de 1836, con una encarnizada batalla que culminó con la victoria de las tropas que lideraba Espartero frente al asedio carlistaSecciones
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La Nochebuena fue bélica en el Bilbao de 1836, con una encarnizada batalla que culminó con la victoria de las tropas que lideraba Espartero frente al asedio carlistaESTEBAN GOTI BUENO
Sábado, 25 de diciembre 2021, 07:44
Esteban Goti Bueno es Archivero de la Sociedad 'El Sitio'.
Cualquier visitante de la actual biblioteca de Bidebarrieta, que fue la sede de la Sociedad 'El Sitio' de Bilbao, desde su inauguración en 1890 hasta su violenta ocupación y posterior incautación por el bando franquista entre 1937 y 1938, podrá ver que hay dos medallones en el arco interior de la entrada. Reflejan dos fechas: 1836 y 1874. Son las correspondientes a los años en que la villa bilbaína se libró de los cercos o sitios que las tropas carlistas le impusieron. Hemos de recordar que en 1835 Bilbao sufrió dos cercos, ambos fallidos. El primero fue iniciado por el general Zumalacárregui, a instancias del pretendiente al trono Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII. Zumalacárregui, que era hermano de un significado liberal, no estaba plenamente convencido de este ataque, pero obedeció la orden. En este primer cerco, sufrió en su pierna el impacto de una bala, razón por la cual murió al de poco tiempo. El segundo sitio de aquel 1835, también fracasó.
En 1836, siguiendo con los años de la I Guerra Carlista, Bilbao sufrió una tercera embestida carlista desde mediados de octubre hasta las fechas navideñas. La población asediada se vio definitivamente liberada, gracias a las posiciones militares que consiguió dominar el general Espartero. Días antes de Navidad, empezó a nevar abundantemente. Las condiciones meteorológicas resultaron nefastas para el combate. La Nochebuena fue bélica, encarnizada batalla que culminó con la victoria de las tropas cristinas que lideraba Espartero. El intento de los carlistas, defensores del Antiguo Régimen, por conquistar Bilbao, había fracasado por tercera vez. El 25 de diciembre, día de Navidad, el afamado general liberal recorrió las calles de Bilbao como signo de la victoria. La villa había estado sometida al cerco carlista durante sesenta días, y, por fin, no sin gran desgaste de tropas y de los voluntarios defensores de Bilbao, pudo emanciparse del asedio. Precisamente, en memoria de las milicias de bilbaínos que quisieron proteger la villa, se proyectó edificar un monumento funerario que albergara sus restos mortales. Tal mausoleo se inauguró en el camposanto de Mallona en 1870.
El 25 de diciembre de 1836, por tanto, pasó a ser una de las efemérides más importantes de Bilbao. De hecho, la villa bilbaína tuvo una calle cuyo nombre respondía a esa fecha. Bilbao era un lugar de interés para los carlistas, pues era un emplazamiento rico que, con la conveniente incautación de bienes, podía avalar la solicitud de préstamos que el alto mando carlista buscaba conseguir en el extranjero. No fue posible. El hecho de que Bilbao venciese a los carlistas con sus voluntarios y los logros militares de Espartero fue saludado con una Carta, que el presidente de las Cortes, José María Ferrer, envió al Ayuntamiento bilbaíno. El texto data del 14 de enero de 1837 y su contenido es el que sigue:
Cortes Constituyentes de la nación española a la Villa de Bilbao.
El Congreso nacional saluda a la Invicta Bilbao. No le basta haber declarado que acaba de merecer bien de la patria, ni haber decretado la indemnización de los que en ella han perdido sus bienes, ni haber provisto a la subsistencia de las viudas y huérfanos de sus valientes defensores…Las Cortes miran como un deber y se complacen en dirigir su voz de gratitud y de admiración a ese pueblo heroico que por tres veces se ha salvado de las garras de la facción. La escarmentó en el primer sitio con pérdida de su más atrevido o afortunado caudillo: la hizo en breve abandonar el segundo: pero ahora, los enemigos de la libertad, los que en España y fuera de ella trabajan para destruirla, habían jurado la perdición de Bilbao; sus fuerzas, sus recursos de todas especies, sus extraordinarios esfuerzos, no tenían otro objeto: la condición de su existencia y la señal de los triunfos que esperaban. Dolíase la patria de ver en tanto riesgo pueblo tan querido: temían por su suerte todos los buenos españoles y afligía el ánimo de los representantes de la nación la idea, no de que se rindiese, que, conocido su heroísmo rayaba esto en imposible, sino que fuera destruido por sus bárbaros sitiadores. Ni se rindió ni pudieron destruirlo: Bilbao se salvó. El Congreso nacional se congratula por tan glorioso triunfo, grande e importante en sí, más grande todavía por los felices resultados que promete y para perpetuar su memoria ha dispuesto entre las demás resoluciones que comprende el decreto, cuya copia auténtica se adjunta (no en esta publicación), que se dirija esta carta autógrafa para los efectos que en la misma se previenen. Cumpliendo yo, por mi parte, me tengo por dichoso de que me quepa tan señalada honra, y realza mi satisfacción la circunstancia de ser oriundo de ese país y de haberle merecido algunas distinciones.
Palacio de las Cortes, 14 de enero de 1837.
José María Ferrer, presidente
Igualmente, en la Gaceta de Madrid, órgano de comunicación oficial del Gobierno, se expresó: «Los españoles tributarán el homenaje de gratitud y de su admiración a los soldados de este ejército (el encabezado por Espartero) y a los heroicos bilbaínos; y donde quiera que los vean los señalarán con respeto y entusiasmo diciendo ahí va un valiente».
El original de la Carta se hallaba, seguramente, en el interior del cofre de plata que las Cortes enviaron al Ayuntamiento de Bilbao. Se desconoce la fecha de su desaparición, y, aun cuando en su día el recién nombrado alcalde Iñaki Azkuna mandó hacer inventario de las pertenencias culturales de la institución municipal, el documento que se ha transcrito aquí no apareció. La Carta fue siempre recordada en Bilbao los días 25 de diciembre, hasta el año 1937, como consecuencia de la entrada de las tropas de Franco en la villa. En el tiempo de la democracia actual, ésta y otras tradiciones, se han olvidado o relegado en su importancia con el paso del tiempo. Pareciera que la historia del Bilbao anterior a los dramas de la guerra y la dictadura, tuvieran escasa importancia en nuestros días. Es misión de la Sociedad 'El Sitio' revertir esa tendencia, con el esfuerzo que sea necesario. La razón es sencilla, pero de hondo calado: la historia liberal de Bilbao es una narración en la que ha prevalecido la voluntad de concordia. No olvidemos, por ejemplo, que en el destruido monumento de Mallona, la figura femenina que lo presidía tenía en sus manos tres coronas honoríficas: una para los voluntarios defensores de Bilbao, otra para el ejército libertador y otra para los sitiadores. Quede constancia. Asimismo, en el techo del actual salón de actos de la biblioteca de Bidebarrieta, con funciones de salón de baile mientras fue sede de 'El Sitio', lucía una hermosa pintura de José Echenagusía, en la que una colorida alegoría de Bilbao, en forma de mujer, expulsaba a los abismos a una oscura figura que representaba la discordia. Esta pintura fue sobrepintada en liso durante la dictadura de Franco, y actualmente no puede disfrutarse.
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Es imposible terminar este texto sin hacer memoria agradecida a uno de los hombres que más han hecho para la recuperación de las imágenes censuradas, de los textos perdidos, de los acontecimientos olvidados de 'El Sitio' y la contemporaneidad liberal de Bilbao. Ramón Talasac Hernández, nuestro miembro decano en la Junta de 'El Sitio', sigue dedicando sus horas a este empeño. Nunca tendremos con qué pagar la labor que realiza. Se hace gozoso e imprescindible citarle siempre, infatigablemente, ¡qué menos podríamos hacer! Que ninguna Navidad, ni futuro alguno, vuelva a revestirse de sangre y nieve.
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