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Margarita y Ramón, los ganadores de la quiniela del 30 de marzo de 1969. Claudio hijo
La hostelera y el parroquiano de Bilbao que batieron récords con una quiniela de 14

La hostelera y el parroquiano de Bilbao que batieron récords con una quiniela de 14

Tiempo de historias ·

Hace ahora 50 años, Margarita Ateca, propietaria de un bar de Alameda San Mamés, y su cliente Ramón Badiola ganaron 32 millones de pesetas con un boleto rellenado a medias

CARLOS BENITO

Lunes, 1 de abril 2019

A medida que se iban conociendo los resultados de los partidos, ya pronosticaban los entendidos que aquella quiniela de marzo de 1969 (la correspondiente a la jornada 28 de la Liga) iba a tener muy pocos acertantes. Era «un hueso», diagnosticaban. Antes de nada, por si a alguien le apetece probar suerte de manera retrospectiva, vamos a reproducir los encuentros incluidos en el boleto y después, al final del texto, añadimos los resultados.

1. Athletic de Bilbao - Atlético de Madrid

2. Coruña - Pontevedra

3. Real Madrid - Zaragoza

4. Málaga - Elche

5. Sabadell - Real Sociedad

6. Córdoba - Barcelona

7. Español - Granada

8. Valladolid - Ferrol

9. Mestalla - Betis

10. Indauchu - Oviedo

11. Alcoyano - Rayo Vallecano

12. Jerez Industrial - Onteniente

13. Mallorca - Murcia

14. Sevilla - Burgos

Una ayudita: resultaba particularmente improbable que hubiese acertantes de catorce en Bilbao, dado que el Athletic (en aquella época, por imposición franquista, rebautizado como Atlético de Bilbao) había perdido 0-2 en San Mamés ante el Atlético de Madrid, con goles de Irureta y José Ufarte. Fue el último partido de la jornada y redondeó la dificultad de los resultados. Pero, de todos los rincones de España, fue precisamente en Bilbao donde se selló la única quiniela de catorce, que batió la marca del premio más alto entregado hasta entonces: le correspondieron 32.584.855 pesetas, casi doscientas mil más que el récord vigente hasta entonces.

En aquellos tiempos, resultaba habitual que los ganadores de premios importantes apareciesen en los periódicos desmenuzando los pormenores de su suerte o de su ciencia. La quiniela de catorce de aquella jornada, además, tenía detrás una bonita historia, ya que la habían rellenado a medias una hostelera de Alameda San Mamés y uno de sus parroquianos. Ella era Margarita Ateca, la propietaria del Bar Manolo, una cántabra de 42 años que había enviudado en 1966, al fallecer su marido en un accidente de tráfico en Derio. «Me quedé con un montón de niños y con la última recién nacida. Figúrese usted qué bien me vendrá el premio de las quinielas», explicaba la mujer al diario 'Abc'. Los seis hijos de Margarita tenían en aquel momento 21, 18, 15, 13, 10 y 3 años. El cliente se llamaba Ramón Badiola, tenía 46 años, era «bilbaíno de pro» y regentaba, junto a un socio, un modesto taller de fabricación y reparación de calefactores. Era padre de una chica de 19 años que ya había terminado los estudios de Magisterio.

Margarita sirve unos vinos para celebrar los 14. A la derecha, los dos afortunados reciben sus talones de manos del marqués de Arriluce, presidente de la Diputación. Claudio hijo

El viernes 28 de marzo de 1969, a primera hora de la tarde, Margarita estaba rellenando una quiniela de cuatro columnas cuando le entró gente en el bar. Ramón se ofreció a completar el boleto: «Deja, yo la termino de rellenar y lo que ganemos, a medias. Pero, claro, a pagarla también a medias», le dijo, y también aseguró en broma a Margarita que, con el premio, podría llevarse a su numerosa prole de vacaciones a Mallorca. Corrieron a cargo del parroquiano las dos últimas columnas, y fue precisamente la cuarta la que obtuvo el pleno. «No nos hemos gastado más que dos duros cada uno. Ni dobles, ni triples, ni nada. Una simple quiniela de cuatro columnas», se asombraba Ramón. El fotógrafo y redactor de EL CORREO, Claudio Hijo, planteó la pregunta inevitable de por qué habían puesto como perdedor al Athletic. «Nunca me fijo en los partidos que se juegan. Las quinielas las hago al azar. ¡Con decirle que solamente he ido a dos partidos en mi vida!», respondió Margarita. Y Ramón, más aficionado, aclaró que había rellenado sus columnas tapando con la otra mano los partidos, para dejarlo todo en las caprichosas manos del azar: «Los unos, las equis y los doses bailaron en mi bolígrafo entre vino blanco y aceitunas», comentó, aunque también aprovechó para proclamarse «decepcionado» por el Athletic y devoto «del fútbol de los buenos tiempos de Zarra y compañía».

Rondas gratis

El domingo, día 30, Margarita ni siquiera vio entero el partido, que se emitía por televisión: «Estaban castigados mis hijos pequeños. Cada vez que entraba en el comedor, miraba un ratito y luego cortaba». Ramón, que era quien conservaba el resguardo, sí siguió la retransmisión. Después salió a tomar unos vinos y fue entonces cuando comprobó la quiniela: «¡Qué susto! La repasé cien veces, hasta convencerme de que efectivamente habíamos dado en la diana», relataba a EL CORREO. A Margarita no le dio la noticia hasta el lunes por la mañana, cuando ya había depositado el boleto en el Banco Guipuzcoano, y en ese momento se desencadenó la fiesta en el Bar Manolo. Los clientes no desperdiciaron las rondas gratis que iba sirviendo Margarita, a la vez que ironizaban sobre los conocimientos futbolísticos de la anfitriona: «¡Pero si tú no sabes rellenar quinielas!», se reían. Se daba la circunstancia de que, aunque la apuesta acertante era solo cosa de ellos dos, tanto Margarita como Ramón formaban parte de la Peña de los Trece, compuesta por trece amigos que jugaban todas las semanas cincuenta pesetas por persona. «Los demás lo han aceptado muy bien, olímpicamente. Han sabido ver que, en esta ocasión, la fortuna ha querido que fuera así», aseguró Ramón a 'La Gaceta del Norte'. En mitad del alboroto, los brindis y las enhorabuenas, el hombre arrastraba la pena de que, todas las semanas, jugaba otra quiniela a medias con Charo, del bar Etorri de Iturribide, y a esa no le había caído ni un céntimo.

Los ganadores tuvieron que responder a las preguntas habituales sobre sus planes para los dieciséis millones y pico que le correspondían a cada uno. «Los meteré debajo de una baldosa, bien escondidos, hasta que me hagan falta esas pesetas», respondió Margarita entre las sonoras carcajadas de sus parroquianos. Le quedaban muchos años para gastarlas, porque vivió hasta 2017. «Proyectos tengo muchos, ahora es cuando puedo soñar despierto -planteaba Ramón-. ¿Sabe lo que he pensado? Divertirme todo lo que pueda y hacer la vida más agradable a mi esposa y a mi hija». Pero la fortuna, después de sonreírle aquel fin de semana de 1969, reservaba otros planes para él: «Mi padre lo pudo disfrutar muy poquito tiempo, porque enfermó y murió tres o cuatro años después -completa la historia desde el presente su hija, Concepción-. Sí pudo dejarnos mejor a mi madre y a mí, aunque el premio tampoco nos cambió excesivamente la vida: desde luego, no nos lo gastamos en diez años, como dicen que pasa a veces, y hemos llevado una vida normal, laboriosa, sin vivir de las rentas».

1. Athletic de Bilbao - Atlético de Madrid (2)

2. Coruña - Pontevedra (1)

3. Real Madrid - Zaragoza (1)

4. Málaga - Elche (1)

5. Sabadell - Real Sociedad (1)

6. Córdoba - Barcelona (1)

7. Español - Granada (X)

8. Valladolid - Ferrol (1)

9. Mestalla - Betis (X)

10. Indauchu - Oviedo (2)

11. Alcoyano - Rayo Vallecano (2)

12. Jerez Industrial - Onteniente (2)

13. Mallorca - Murcia (X)

14. Sevilla - Burgos (X)

La criada de Cazalla y el abogado de Madrid

Margarita Ateca no fue la única vecina de Bizkaia que, sin tener mucha idea de fútbol, se hizo millonaria gracias a las quinielas aquel abril de 1969. Tres semanas más tarde, la joven Pilar Montaño obtuvo 5,2 millones de pesetas gracias a una de 14. Pilar, de 24 años y procedente de la localidad sevillana de Cazalla de la Sierra, trabajaba de criada en el chalé Santa María, en Las Arenas. «Yo no sé nada de fútbol y esta es la segunda quiniela que hago en mi vida -aclaraba en EL CORREO-. El chófer de mis señores trajo varios impresos y otras compañeras y yo nos decidimos a probar suerte». Pilar, que para el martes ya se había despedido de la casa donde servía, tenía previsto casarse en verano con su novio, Manuel, obrero en una empresa de montajes, y los millones les resolvieron de un plumazo el problemón del piso.

El récord de Margarita y Ramón duró un año prácticamente justo. A comienzos de abril de 1970, el abogado madrileño José Díaz lo pulverizó al ganar 42 millones de pesetas con una quiniela. Los periódicos recogieron que José y su familia vivían «desahogadamente», con dos empleadas de hogar, e invertían unas 1.400 pesetas semanales en las apuestas deportivas. En aquella jornada, por cierto, también se enfrentaban en San Mamés el Athletic y el Atlético de Madrid, pero esta vez fue el equipo bilbaíno el que se impuso por 2-0. «¡Era un uno fijo!», comentaba con aplomo el único acertante de los 14.

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