El hallazgo de un rinoceronte lanudo de hace 32.000 años demuestra la precisión de los artistas paleolíticos

El equipo, formado por geólogos y paleontólogos de varias instituciones académicas rusas, encontró el ejemplar en 2020 enterrado en el suelo congelado, o permafrost, y ha publicado ahora el resultado de su investigación en 'Quaternary Science Reviews'. «Hasta ahora quedaba pendiente una cuestión clave para reconstruir el aspecto del rinoceronte lanudo: ¿por qué diversos artistas del Paleolítico representaban a menudo a este animal con una joroba en el lomo? Los hallazgos anteriores de momias de este rinoceronte no tenían joroba o esta zona del cuerpo estaba dañada», escriben los investigadores, encabezados por Gennady G. Boeskorov, de la Academia de Ciencias de Rusia.

El animal descrito en este estudio fue descubierto en agosto de 2020 a orillas del río Tirekhtyakh, en Yakutia. Tenía unos 4 o 4,5 años cuando murió, lo que significa que aún no era adulto. La datación mediante radiocarbono le da una antigüedad algo superior a los 32.000 años. Al equipo investigador le sorprendió su buen estado de conservación. Pero solo de la mitad del cuerpo. La otra parte había sido atacada antes de la congelación, probablemente por un animal depredador o un carroñero que lo encontró ya muerto.

Al equipo también le llamó la atención la forma curvada del único cuerno que se ha conservado, de 24 centímetros de longitud y con tres manchas oscuras que suelen corresponder al número de años vividos por un rinoceronte, según el estudio. Puesto en pie -a cuatro patas- el animal tendría unos 130 centímetros de altura. Pero lo más llamativo de todo era la joroba de grasa. «Mide 36 centímetros de longitud, 13 de altura y 14 de grosor, y está rellena de tejido adiposo. Las dimensiones de los adipocitos subcutáneos y de la joroba indican probablemente que ésta estaba rellena de grasa blanca. Es la primera prueba física de una joroba en esta especie», destacan los investigadores.

Entre los restos de rinocerontes lanudos conocidos hasta ahora, solo había dos ejemplares de «momias suficientemente bien conservadas que permitan evaluar la anatomía de su cuello y de la zona de la cruz: el rinoceronte de Starunia y el rinoceronte de Kolyma». Pero el primero es un ejemplar muy joven y el segundo no tiene en buen estado la zona en cuestión, con lo que «ninguno de ellos muestra indicios de una joroba de grasa».

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Esta protuberancia en la zona del cuello y la cruz «probablemente contribuyó a su supervivencia durante los duros inviernos de la Edad de Hielo». Además, le daba a esta especie el aspecto de un rinoceronte lanudo similar al rinoceronte blanco, también extinto. Era una forma que llamó la atención a los seres humanos que tuvieron contacto con la especie en el Paleolítico. Tanto como para que se animaran a representarla en su arte rupestre, como en la cueva Chauvet, en Francia. «Este descubrimiento demuestra que los artistas paleolíticos de Chauvet realizaron representaciones sorprendentemente precisas del aspecto de un rinoceronte lanudo».