Tiempo de historias

El gran incendio que arrasó Bilbao en 1571

La villa sufrió un fuego general en el que quedaron destruidas todas sus casas y del que solo se salvaron seis torres y las iglesias

Domingo, 22 de septiembre 2024, 01:24

No hay mal que por bien no venga. Casi con estas palabras resumió el cronista guipuzcoano Esteban de Garibay (1533-1599) su impresión sobre los efectos del gran incendio que destruyó la mayor parte de Bilbao en 1571.

Publicidad

Según escribió en sus 'Memorias', Garibay, que ... había pasado a comienzos de aquel año por la villa, animó a los bilbaínos que en Amberes le pusieron al corriente sobre «el terrible incendio» y el estado en el que había quedado Bilbao. «Les dixe que aunque el pueblo se había quemado, como quiera que su río quedaba en salvo, (...) se reedificaría de modo que en breve discurso de años valiese tanto una sola calle como casi antes todas. Y así me certifican que se vee por la obra, con muy hermosa reedificación, que vale una casa por muchas de las pasadas, porque todo el pueblo era de tablas si no era tal ó qual casa; pero ahora todo es de hermosa cantería, ó de ladrillo, resultándoles deste mal muy mucho bien». Es posible que en aquel momento a sus interlocutores bilbaínos esta valoración les pareciera demasiado optimista. Es difícil saberlo porque las fuentes documentales sobre la catástrofe son mínimas y ni siquiera hay un relato directo de la misma.

La fecha en la que ocurrió parece no estar demasiado clara. Se da por cierto que sucedió en la madrugada del 9 de noviembre de 1571, martes. Pero otras fuentes señalan que fue el día anterior. Por su parte, anotaba Estanislao de Labayru (1845-1904) que «en unos apuntes del archivo del antiguo cabildo eclesiástico de la villa, dícese que ocurrió el incendio el jueves 8 de septiembre, y según otros el 19, a las seis de la mañana».

En todo caso, la villa que ardió en 1571 estaba en pleno crecimiento, gracias al comercio con la lana de Burgos y el hierro vizcaíno, y había superado los efectos de la peste de 1530 y la inundación grave de 1553. Para Bilbao, «el siglo XVI fue el de la consolidación definitiva como puerto europeo de primer orden», escribió el historiador José Luis Casado Soto. «El imparable desarrollo mercantil e industrial hizo que en sus muelles se hablaran los idiomas de todas las riberas marítimas del continente». La villa creció y fue entonces cuando «se consolidaron los incipientes arrabales». Estimar la población de Bilbao en la segunda mitad del siglo XVI es complicado, pero rondaría los 7.000 habitantes. Que en su mayor parte vivían en casas de madera.

Publicidad

Se improvisaron 'choznas'

El fuego debió de propagarse con rapidez sin que los vecinos, que en estos casos estaban obligados a participar en las labores de extinción, pudieran hacer nada para frenarlo. «Las gentes se refugiaron en los caseríos de las anteiglesias inmediatas, en las naos, galeones y fustas que había en la ría y se improvisaron 'choznas' o tiendas de campaña, para abrigo de los vecinos que contemplaban con dolor sus viviendas deshechas», cuenta Labayru. Parece que solo se salvaron de las llamas las cuatro iglesias –aunque la de Santiago perdió sus naves laterales–, seis torres de piedra y, extramuros, las calles de Ascao y San Nicolás, así como las casas que había en lo que ahora son las calles Bidebarrieta y Correo. «La ruina, como se ve, fue ingente y la pérdida se calculó en más de un millón y medio de ducados, cantidad colosal para aquel tiempo».

El Ayuntamiento se reunió en sesión permanente y tomó diversas medidas para afrontar la situación, como disponer el alojamiento de los vecinos que habían perdido sus hogares, reubicar a los comerciantes, designar a los herreros en qué punto habían de construir sus fraguas y pedir mercedes al rey para reconstruir la villa.

Publicidad

El concejo de la villa

El fuego afectó al edificio nuevo del concejo de la villa, que había empezado a construirse en 1562 junto a la iglesia de San Antón y que cinco años después ya tenía su pórtico terminado, con Diego de Zamudio a cargo de la obra. El edificio superó medio arruinado el incendio de 1571 para acabar arrasado en la inundación de 1593.

El 3 de julio de 1572 Felipe II despachó una provisión en la que decía que, por ser Bilbao «puerto de mar y tan principal y de tanta ymportancia para estos rreynos por el gran trato y comercio que a ella ocurría de muchas partes destos nuestros rreynos y de fuera dellos», era conveniente y «muy necesario se rrehedificase». Para que se hiciera «con el ornato y decencia que convenía y por escusar el daño del fuego que podría venir adelante», mandaba el rey que todas las casas «que se rrehedificasen en ella de mucho no tubiesen sino dos suelos (pisos) ni subiese cada casa de veinte y cinco a veinte y seis codos» de altura.

La reconstrucción trajo problemas legales para los propietarios de algunas parcelas, lo que motivó otra provisión de Felipe II «porque sobre los suelos que quedaban del dicho yncendio abría pleitos y diferencias por ser de muchos porcioneros». Resolverlos «por la vía ordinaria sería nunca acavar» y frenaría las obras. Así que el monarca ordenaba que estos asuntos los arreglara por la vía rápida el «corregidor e juez de rresidencia del nuestro señorío de Bizcaya» fallando lo que considerara adecuado con el consejo de «dos diputados de la dicha villa y otros dos maestros de carpentería juramentados» y sin tener en cuenta las apelaciones de los propietarios afectados. Además, mandaba que «para ensanchar las calles»y prevenir otros incendios, «se tomasen algunos suelos que estauan sobre cantones. Se ensancharon las calles, la piedra y el ladrillo sustituyeron a la madera y, como efectivamente Garibay comentó a sus amigos bilbaínos, de aquel mal vino «muy mucho bien».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad