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Elorrio 1468: La batalla que acabó en desbandada

Elorrio 1468: La batalla que acabó en desbandada

Tiempo de historias ·

Aquel año esta villa del Duranguesado fue el escenario de uno de los mayores enfrentamientos que se vivieron durante las guerras de bandos

Domingo, 6 de noviembre 2022, 02:17

En el año del Señor de 1468 hubo «mucha guerra e contienda en tierra de Durango entre los de Çaldívar e de Durango», escribió Lope García de Salazar (1399-1476) en el arranque del capítulo que dedicó a «la pelea de Lorrio e de los que en ella fueron muertos e prisos e de la causa d'ello», en el libro XXII de sus 'Bienandanzas e Fortunas'.

Quizá el término 'pelea', que el banderizo de Muskiz usó con frecuencia en su crónica –a veces doblado: 'pelea peleada'– se queda corto para la que fue una auténtica batalla, un tipo de choque no muy común durante las guerras de bandos en el País Vasco, en la baja Edad Media, en las que fueron más frecuentes las emboscadas, los asaltos a torres y los enfrentamientos entre grupos pequeños de combatientes.

Como era típico en él, Lope se preocupó por detallar quiénes participaron en el enfrentamiento y el motivo que lo causó: básicamente, y como de costumbre, «ser enemigos de antigüedad». Aunque en este caso, el noble encartado tuvo un interés directo en el suceso: a pesar de su oposición, «echándoles su maldiçión e rogando a Dios que les diese la suya si allá fuesen», cuatro de sus hijos combatieron en Elorrio, de los que tres acabaron muertos.

El cronista no fechó con precisión la batalla, pero suele datarse el 21 de febrero de 1468. Con la rivalidad entre los de Zaldibar y los de Durango como fondo, se enfrentaron los Ibarra, oñacinos, con los Marzana, gamboínos. Con los primeros se alinearon las casas de Mújica, Butrón, Arteaga, Salazar –los hijos y otros parientes de Lope– y Zarate. Con los segundos iban los Avendaño y sus aliados, entre ellos los Velasco, condes de Haro y Salinas, además de los habitantes de Elorrio.

Desde esta villa, Juan de Avendaño y los suyos atacaron la casa torre de los Ibarra, «que estaba asaz cerca», defendida por Pero Roiz de Ibarra. En auxilio de éste acudió Juan Alonso de Mújica, que contó con 60 caballeros mercenarios castellanos enviados por el Marqués de Santillana. Por el lado de Zaldibar se formó todo un ejército en «Ermua de Durango», dice el texto de Lope, de hasta 4.000 hombres «mucho armados».

Esta inusitada fuerza de combate marchó «derechamente a la villa de Lorrio por la çercar e conbatir con la lonbarda de Santander que llevava Juan Alonso, que era mucho buena e grande». Era la más potente de las varias armas de fuego portátiles, precursoras de los cañones, que se usaron en este encuentro. Así, la de Elorrio fue la primera ocasión en que se utilizó la artillería en Bizkaia. El ataque a esta villa distó mucho de ser la típica escaramuza entre 'jauntxos' vizcaínos.

Traición o misterio de Dios

Se sucedieron las acometidas sobre las defensas de Elorrio. A sus puertas «fasta dos e tres vezes» llegaron los atacantes, rechazados por los de dentro, que «salían de pie e de cavallo muchos d'ellos fasta que fueron cansados».

Cuando Mújica y los suyos se disponían a asegurar sus posiciones frente a la muralla e instalar sus piezas de artillería –labor que asumieron los Salazar–, ocurrió algo extraño: «Toda la gente que eran quedados un poco detrás con Juan Alonso, no saviendo si fue por traiçión o por misterio de Dios, echaron a fuir derrancadamente», arrojando sus escudos al suelo. Según Lope, más de 3.500 hombres corrieron sin que hubiera a la vista «enemigo ninguno fuera de la villa». Y cuando los de dentro «vieron esto, salieron todos a cavallo e a pie e dieron sobre los que asentavan el real e las lonbardas, que d'esto no savían ni veían nada, por manera que, quando lo vieron aquello, començaron a pelear; pero luego fueron desvaratados».

Gonzalo de Salazar fue uno de los primeros en caer. Pero antes acabó con Juan de Avendaño, que había hecho ejecutar a su hermano Ochoa. Herido de un lanzazo en la cara, Gonzalo dejó su escudo, tomó la espada, «ca era el más valiente ome de su cuerpo», y derribó al de Avendaño hiriendo a su caballo «en el pescueço, que gelo echó en tierra». «E como lo vió en tierra», con la visera del capacete alzada, le golpeó en la cabeza «que entró la espada mucho por él». Entre Gonzalo y los suyos «lo cargaron de golpes en la caveça, que fue luego muerto». Por la otra parte, Juan Alonso de Mújica terminó herido a traición por «los Arteaga, que eran con él, cuidándolo matar veyéndolo el desvarato, e dieron dos saetadas por las piernas».

La batalla de Elorrio fue excepcional y así lo dio a entender el propio Lope García de Salazar, al destacar que en ella intervino la caballería pesada para comentar a continuación que estos fueron «los primeros caballeros que primeramente entraron en Vizcaya desde memoria de los naçidos, los quales entraron por mucho mal para ella». Una exageración para los historiadores, pues sabemos «por ejemplo, que Pedro de Abendaño combatió a caballo en Ganguren en 1443», pero que «nos muestra lo extraño que la caballería pesada suponía en territorio vizcaíno», como señala Jon Andoni Fernández de Larrea –en 'Las guerras privadas: el ejemplo de los bandos oñacino y gamboíno en el País vasco', revista 'Clío & Crimen' número 6 (2009)–. Por su parte, Arsenio Dacosta –en 'Violencia banderiza y escritura histórica' (2010)– enmarca el hecho, que considera como la «segunda batalla banderiza más influyente en el transcurso del siglo», en un contexto de rearme y de reactivación del conflicto banderizo.

Juan de Salazar

De los cuatro hijos de Lope García de Salazar que lucharon en Elorrio, sobrevivió el mayor, Juan de Salazar. Este sería uno de los responsables del encierro de Lope, sitiado primero y encarcelado después en el castillo de Muñatones y, tras varios intentos de fuga, encerrado en la torre de Salazar de Portugalete, al negarse a cambiar su testamento en favor de Juan. Lope escribió sus 'Bienandanzas' durante su cautiverio.

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