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El biplano gigante que se quedó en Iurreta
Tiempo de historias

El biplano gigante que se quedó en Iurreta

En 1919 un maizal sirvió de pista de emergencia a un gran aeroplano Handley Page que se transformó en una popular atracción local durante tres meses

Domingo, 22 de octubre 2023, 00:49

Aquel Handley Page 0/400 venía de Burdeos y se disponía a sobrevolar la sierra de Anboto para dirigirse a Vitoria, donde iba a hacer una de las escalas previstas en su viaje a Lisboa desde Londres. Pero se quedó sin combustible sobre el Duranguesado. La tarde del 8 de septiembre de 1919 los baserritarras de Iurreta se vieron sorprendidos por el descenso de aquel aeroplano enorme que acabó tomando tierra en un maizal, junto al caserío Pagueta Zaharra.

El incidente del Handley Page es uno de los más curiosos de los inicios de la historia de la aviación en Bizkaia, aunque en el momento del aterrizaje pasó casi desapercibido. Toda la atención de los periódicos se centraba en el magno Congreso de Ciencias que se inauguró en Bilbao, con asistencia de los Reyes, el mismo día del aterrizaje forzoso. Por eso, la llegada accidentada de aquel aeroplano quedó reducida a noticia breve.

El corresponsal alavés de 'El Pueblo Vasco' contó que «el delegado del Aero-Club en Vitoria, señor Abreu», había recibido un telegrama en el que se le decía «que el Handley Page aterrizó a última hora de la tarde de ayer en Durango por falta de gasolina. A consecuencia del mal estado del terreno tuvo que capotear, sin novedad para los pilotos y pasajeros». Estos, dos militares portugueses, salieron para Vitoria en automóvil, mientras que el avión, tocado en los extremos de sus alas de estribor, se quedaba en el campo de Iurreta y la tripulación, un piloto y dos mecánicos, se alojaba en Durango, en el hotel Miota, según precisó el investigador José María Uriarte Astarloa en el detalladísimo artículo que dedicó a este incidente en el anuario 'Astola' de 2009.

Aunque primero se consideró desmontar el avión y transportarlo por piezas a Vitoria, se decidió repararlo en Iurreta, donde, a la espera de los recambios, se convirtió en una atracción popular. Hasta el punto de que, según cuenta Uriarte Astarloa, la etxekoandre del caserío Pagueta Zaharra, Concepción Onaindia, se montó un chiringuito para la venta de limonada. «Está siendo visitadísimo el aparato Handley Page que el pasado lunes se vio obligado a aterrizar en el inmediato pueblo de Yurreta, por falta de gasolina, y que sufrió algunas averías en su bajada», contaba 'La Gaceta del Norte' el 15 de septiembre. «Entre los visitantes hemos tenido el honor de ver a SS. MM. los Reyes de España, los cuales conversaron afablemente con los aldeanos y gente del pueblo, captándose las simpatías de todos. Seguramente que hoy, domingo, la concurrencia será enorme y no es extraño, pues es una aeronave que merece verse».

Un piloto malogrado

Ernest Foot sobrevivió a un derribo en combate en 1916 y a un accidente de tráfico que le libró de seguir luchando en 1917. Como otros muchos pilotos de combate, cabada la guerra se dedicó a la aviación comercial. El 23 de junio de 1923 pilotaba un Bristol M.1D cuando se le desprendió un ala. El avión cayó cerca de Chertsey (Reino Unido) y Foot murió. Tenía 28 años.

Lo era. El Handley Page 0/400 había sido el bombardero británico más grande en activo durante la Gran Guerra. Versión mejorada del 0/100 de la misma marca, fundada por el industrial Sir Frederick Handley Page (1885-1962), era un biplano que llamaba la atención por su envergadura descomunal, de 30,48 metros, con una superficie alar de 153,10 metros cuadrados, y una longitud de 19,16 metros. Podía alcanzar una velocidad máxima de 160 kilómetros por hora, con un techo de servicio de 3.700 metros y una autonomía de hasta 8 horas, impulsado por dos motores de 12 cilindros en V Rolls-Royce Eagle VIII de 360 caballos cada uno. Se fabricaron cientos de unidades durante la guerra, pero acabado el conflicto mundial solo diez aparatos fueron adaptados para transportar 15 pasajeros en la compañía Handley Page Transport Ltd.

Un as de la Gran Guerra

Si el avión era atractivo también resultaba interesante su simpático piloto, el mayor Ernest Leslie Foot (1895-1923), apodado 'Feet' (pies) por sus compañeros de los Royal Flying Corps. En la Gran Guerra se ganó el reconocimiento como as, con cinco derribos en su haber, y fue condecorado por «su destacada destreza y gallardía. Cuando pilotaba un explorador monoplaza, se lanzó sobre cinco máquinas enemigas que volaban a unos 2.500 pies y derribó una de ellas. En muchas otras ocasiones ha demostrado una gran determinación al luchar contra máquinas enemigas», según la 'London Gazette' del 14 noviembre de 1916.

La avería del avión se complicó, de manera que Foot y sus compañeros tuvieron que alargar hasta tres meses su estancia en Durango, donde se convirtieron en personajes populares, muy queridos y apreciados. Reparar el avión no fue fácil y prepararlo para despegar, menos. Foot escogió como pista unas campas en Montorretas, lo que obligó a llevar el biplano hasta allí atravesando Durango, con las alas desmontadas y tirado por una pareja de bueyes. La maniobra, que obligó a pasar la noche al avión junto al pórtico de Santa María, fue seguida con entusiasmo por toda la población, sobre todo por la chiquillería. Varias fotos tomadas por el joyero Mateo Manzisidor, una de ellas publicada en la revista 'Blanco y Negro' del 'ABC', dan fe de ello.

El despegue fue el 14 de diciembre. «A las 11.35, el piloto aviador Mr. Foot puso en marcha la aeronave», contó 'La Gaceta del Norte'. El avión «recorrió unos 200 metros sobre sus ruedas, perdiendo seguidamente tierra en medio de una ovación estruendosa, a la que correspondía Mr. Foot saludando cariñosamente. El aparato tomó primeramente la dirección hacia Landaco, dio la vuelta completa a la población» y dejó caer un mensaje de despedida. «El público agitaba con entusiasmo sus pañuelos, mientras el intrépido aviador, con pasmosa seguridad, elevaba su aparato hasta la altura suficiente para dominar el pico de Amboto, remontado el cual tomó como una flecha la dirección de Vitoria, pasando encima del venerado santuario de Urquiola, continuando siendo visible el aparato en algunos minutos. No quisiéramos terminar estas líneas sin ofrecer, interpretando los sentimientos de los durangueses, el testimonio de su profundo agradecimiento a Mr. Foot y a sus amables compañeros, quienes, en el tiempo que han sido honrosos huéspedes de la antigua Tavira, han sabido, con su trato distinguido, captar las simpatías de todos».

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