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Sepulcro de la reina Navarra en Notre-Dame de l'Épau, abadía que ella misma fundó.
Berenguela de Navarra, la reina de Inglaterra que nunca pisó suelo británico

Berenguela de Navarra, la reina de Inglaterra que nunca pisó suelo británico

Tiempo de historias ·

HIja de Sancho VI, se casó en Chipre con Ricardo Corazón de León, al que acompañó en parte de la tercera cruzada pero con el que apenas convivió

Jueves, 14 de noviembre 2019

Hay muchos hechos extraordinarios en la vida de Berenguela de Navarra, pero quizá el más llamativo es el que destacaba Manuel de Irujo en 'Inglaterra y los vascos', y es que fue «la única soberana» de aquel país «que no llegó a pisar suelo británico». Lo impidió el accidentado desarrollo de la tercera cruzada, uno de cuyos jefes era Ricardo I, Corazón de León, con quien Berenguela se casó en Chipre.

Berenguela, que acabaría siendo también duquesa de Normandía y condesa de Anjou, nació en Tudela, aunque se ignora la fecha exacta. Hija de Sancho VI el Sabio y hermana de Sancho VII el Fuerte, debió de nacer entre 1165 y 1170. Como es habitual con los personajes femeninos de la época, las fuentes son parcas y apenas se sabe nada de su infancia y juventud, por no decir directamente que no se ignora todo. Un dato cierto es que fue prometida en secreto a Ricardo. El rey inglés iba a capitanear la cruzada predicada por el papa Celestino III junto a Federico Barbarroja, emperador de Alemania, y Felipe II Augusto, rey de Francia. Así que «esta reina de sangre vasca» tuvo que emprender su propia expedición para encontrarse con el que iba a ser su marido en camino hacia Tierra Santa. Lo hizo acompañada por «un importante séquito de servidumbre auténticamente vasca».

El autor que tanto insiste en destacar la vasquidad de la aventura y de la propia aventurera es Andrés de Lizarra. Este es uno de los varios pseudónimos que usó el estellés Andrés María de Irujo (1907-1993), hijo del abogado Daniel Irujo y Urra, hermano y colaborador del citado Manuel de Irujo y pionero del nacionalismo vasco en Navarra. Tras la Guerra Civil, en el exilio, Andrés fundó con Isaac López Mendizabal en Buenos Aires la editorial Ekin, en la que él mismo publicó 'Los Vascos y la República Española. Contribución a la Historia de la guerra civil 1936-1939' (Buenos Aires, Ekin, 1944) y otra obra menos conocida pero muy interesante, 'Los vascos y las cruzadas' (Buenos Aires, Ekin, 1946). Es en este librito en el que se narra la historia de Berenguela, que destaca entre todos los demás personajes vascos que desfilan por él, todos hombres.

Cuenta Lizarra que en aquella cruzada, la tercera (1187-1191), el «más calificado vasco participante fue don Bernardo de Lacarra, obispo de Bayona». Otro notable fue Felipe de Navarra, secretario que el rey Ricardo pondría a cargo de la organización jurídica de Chipre. Parece que Don Diego López de Haro también estuvo a punto de participar, pero obtuvo la dispensa papal para combatir a cambio «a los sarracenos que amenazaban con conquistar toda la Península Ibérica».

El matrimonio de Ricardo, «el primer caballero de la cristiandad», y Berenguela a punto estuvo de causar una guerra entre Inglaterra y Francia, recuerda el autor estellés. El rey inglés estaba comprometido con Alesia, hermana de Felipe Augusto, pero el enlace no se celebró. Salió a la luz que la princesa francesa había mantenido relaciones con Enrique II, padre de Ricardo, de las que nació un hijo. Visto el panorama, Ricardo optó por unirse a Navarra por vía matrimonial, para tener a un aliado a espaldas de Francia que apagara el enfado de Felipe, su compañero mal avenido en la Cruzada.

Berenguela de Navarra fue entregada a Leonor de Aquitania, madre de Ricardo, enemiga del rey francés y parece ser que principal maquinadora del enlace. La boda se celebró camino de Ultramar. Autores como Alison Weir han sugerido que los contrayentes se habían conocido antes, aunque no parece haber muchas fuentes que certifiquen la realidad de este encuentro. Sí se sabe que Berenguela viajó con su vasquísimo séquito hasta Sicilia desde Baiona, por Portugal y Marsella, es decir, rodeando la Península y custodiada por Leonor. En Sicilia, donde el rey inglés estaba enredado en las luchas sucesorias locales, no se pudo celebrar la boda, pero la navarra hizo amistada con Juana, hermana de Ricardo, a cuyo cargo se quedó.

El barco en el que ambas damas viajaban hacia Palestina encalló en Chipre, gobernada por el emperador bizantino usurpador Isaac Comneno, que no las acogió. De hecho, las dejó abandonadas a su suerte en su barco, frente al puerto de Limasol. Ricardo acudió al rescate y de paso se apoderó de la isla. Los esponsales se celebraron por fin el 12 de mayo de 1191 en la capilla de San Jorge, en Limasol. Ella fue además «coronada Reina de Inglaterra por mano de Juan, obispo de Evreux, sirviendo en las ceremonias reales de la coronación los arzobispos de Apamea y Anjia, y el obispo de Bayona, Bernardo II de Lacarra».

Separados de nuevo

Berenguela siguió a Ricardo durante la primera parte de la cruzada, que incluyó la toma de Acre y la victoria decisiva sobre Saladino en Arsuf, aunque la reina y el rey viajaban por separado. Emprendieron el regreso a Europa del mismo modo. Apenas convivieron un mes en la fortaleza de Acre. Ricardo inició su vuelta en octubre de 1192, después de firmar una tregua de tres años con los sarracenos, y acabó apresado por el emperador de Alemania, Enrique VI, que lo retuvo hasta el año 1194. Berenguela, la reina de Sicilia y la hija del emperador de Chipre se refugiaron en Roma, acogidas por Celestino III.

Custodiadas por el cardenal Mellur, llegaron a Marsella, donde fueron recibidas por el rey de Aragón, Alfonso, que las acompañó hasta Tolosa, donde el conde de Saint Guilles viajó con ellas hasta llegar a Poitou. Allí se estableció la reina navarra de Inglaterra. No parece estar muy claro si Ricardo y Berenguela llegaron a convivir de nuevo. Cuando él viajó a Inglaterra para ser coronado (de nuevo) después de su liberación, ella no lo acompañó.

En todo caso, no tuvieron hijos. Es un hecho que suele airearse cada vez que sale a colación el discutido tema de la homosexualidad del rey inglés, pero que tampoco demuestra el desapego de la pareja. Desde luego, durante el cautiverio de su marido, Berenguela hizo todo lo que estuvo en su mano por favorecer su liberación. Ricardo murió a causa de la infección de una herida que recibió en el asedio del castillo de Châlus, en Limosin, el 8 de abril de 1199. Berenguela no lo visitó durante su agonía de diez días. Andrés de Lizarra cuenta que cuando enviudó, la reina, «siguiendo la tradición de la época, prefirió aislarse y retirarse, renunciando a sus derechos a la corona británica en favor de Juan Sin Tierra, hermano de su esposo, lo que se formalizó en el convenio celebrado en el famoso castillo de Chinon, en la Turena, en 1201. Después de lo cual vivió en Mans, donde falleció en 1230». Está enterrada en la abadía cisterciense de Notre-Dame de l'Épau, que ella misma había fundado en 1229.

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