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Durante el XIX hubo una corriente migratoria del País Vasco a Argentina bien asentada. A finales de siglo existía allí una comunidad vasco-argentina netamente conformada, con sus medios de expresión cultural, figuras señeras y contactos continuados con el País Vasco. Paradójicamente, la prensa local ... de Bizkaia solía referirse siempre a la migración en términos muy negativos, presentándola como una aventura llena de riesgos en la que podían engañar al migrante y éste, en su ingenuidad, podía perder sus valores y principios.
La presencia vasca en Argentina tuvo secuelas de distinta índole. Una de ellas fue la creación de la allí en tiempos conocidísima marca de cacao en polvo soluble Vascolet y la de un personaje de gran éxito en la publicidad, Alejandro Vascolet, un niño al que se presentaba siempre como un triunfador gracias al consumo habitual del producto, y que venía a difundir una imagen de los vascos. Por ejemplo, un anuncio decía así: «Alejandro pateando parece Pelé, toda la fuerza le viene de Vascolet. Mete uno, mete dos, mete tres, mete 10! Toda la fuerza le viene de Vascolet. Alejandro Vascolet». La alusión vasca estaba asociada al prestigio, así como a la fuerza. Vascolet era un producto de cacao en polvo, soluble en leche. También uno de los símbolos empresariales de la presencia vasca en Argentina.
La marca Vascolet fue lanzada por la empresa La Vascongada. Curiosamente, esta empresa no fue creada por un inmigrante procedente de las Provincias Vascongadas, sino por un oriundo del País Vasco francés, Pedro Uthurrat, que llegó a Argentina hacia 1874. Por entonces, en aquella zona la marcha a Argentina era promovida por «uso martxantak», «comerciantes de palomas», que era cómo se llamaba a los agentes de emigración, encargados de reclutar y facilitar la partida de los emigrantes. También en Francia eran vistos con recelo, pues suponía una pérdida de campesinos y riesgos de incumplimiento del servicio militar, así como, desde el punto de vista del clero, peligros morales para los migrantes, que podrían perder las buenas costumbres o traer malas influencias si retornaban como indianos hacendados. Pedro Uthurralt era de Espès-Undurein, pequeña localidad cercana a Maule.
El viaje desde Burdeos a Montevideo, el destino que se solía contratar, era duro. En 1874 comenzaba a utilizarse el barco de vapor en esta línea. Antes, cuando el viaje solía ser en barco de vela, duraba casi tres meses. En los nuevos vapores era algo menos de un mes. No era un viaje de placer: «Patatas podridas, sardinas con ojos rojos, esto es lo que se nos ofrecía, nos daban arcadas».
Hacia 1870, en Argentina los vascos trabajaban sobre todo como pastores; algunos alcanzaron prestigio como vendedores de lana, comerciantes de cuero y de pieles. Otros inmigrantes vascos se especializaron como lecheros, instalados en grandes haciendas, grandes explotaciones agrícolas de ganadería vacuna que producía leche que se vendía en Buenos Aires. Recibieron el nombre de «vascos lecheros»: ordeñaban sus vacas y distribuían la leche, a caballo o en pequeños carros.
Hubo otros oficios ejercidos por los vascos: saladeros (para salar la carne de buey antes de embarcarla para la exportación), labradores, obreros de la construcción, empleados en el comercio, artesanos, etc.
Probablemente, Argentina es el país que ha recibido un mayor número de emigrantes vascos. Es posible que a finales del siglo XIX para los de Bizkaia, Gipuzkoa y Álava, actuara como acicate la obligatoriedad del servicio militar impuesta tras la última guerra carlista (en Francia influía la larga duración del servicio militar, tres años). Se calcula que actualmente el 10% de los argentinos tiene algún antecedente vasco.
A finales del siglo XIX los vascos instalados en Argentina habían desarrollado cierto entramado institucional. El primer centro vasco argentino se fundó en Buenos Aires en 1877. Fue el Laurak Bat, creado por refugiados carlistas. Editó entre 1878 y 1891 un periódico con ese nombre. Desde 1893 el semanario La Vasconia, con interesantes noticias de la comunidad vasco argentina y de los principales sucesos culturales y económicos del País Vasco.
Ahora bien, Laurak Bat sólo acogía a los oriundos de Bizkaia, Gipuzkoa, Álava y Navarra. Así, en 1895 se formó un Centro Vasco Francés. En 1898 el centro vascofrancés bonaerense creó el diario 'Euskal Herria'. Entre 1893 y 1913 llegó a haber 10 periódicos vascos en Argentina.
Al parecer, Pedro Uthurralt fue de los« vascos lecheros», de los que ordeñaban sus vacas y distribuían la leche a caballo o en pequeños carros. Fue el origen de la empresa La Vascongada, que Uthurralt fundó tres décadas después de llegar a Argentina. La creó en 1908 y pronto se hizo con un lugar preferencial entre los consumidores argentinos primero y uruguayos después. Vendía leche, manteca y dulce de leche, e incorporó yogures en frasco de vidrio. Tuvo también un local comercial en la calle Florida, de los lugares preferenciales para los consumidores bonaerenses.
Pero su mayor éxito fue el lanzamiento de Vascolet, cuando La Vascongada estaba ya entre las principales empresas lácteas argentinas. Fue en los años cincuenta, cuando empezó a vender el polvo de cacao apto para preparar leche chocolatada. Alejandro Vascolet era la mascota de la marca, cuyo lema principal aseguraba: «Frío o caliente, alimento excelente»; «Energía, antes y después de los deportes».
Quizás el perfil publicitario de Alejandro Vascolet tenía alguna relación con la imagen local de los vascos. Era una especie de niño superhéroe, modelo de simpatía, salud y fuerza. Los lemas cantados en esta publicidad permanecen en la memoria de los argentinos de la época. «Alejandro camina por la pared, todos los días toma Vascolet». «Alejandro corriendo parece un tren, todos los días toma Vascolet».
En otras palabras, la emigración vasca a la Argentina significó que lo vasco alcanzara cierta popularidad, reconocido como una cultura propia, con capacidad de generar figuras populares que generaban simpatía.
Hoy en día en Argentina, Alejandro Vascolet y Vascolet son solo un recuerdo, que suele implicar nostalgia. La compañía La Vascongada no sobrevivió a los avatares económicos de los años ochenta y tuvo que declararse en quiebra. Se intentó reflotar con otra denominación la siguiente década, pero no tuvo éxito. Actualmente Vascolet es propiedad de la compañía Nestlé, que lo comercializa en Uruguay. Existe también un juego para ordenadores llamado «Vascolet y la máquina del tiempo», de modo que la memoria del superhéroe de evocación vasca permanece.
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