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Situado en un lugar céntrico, dentro de la red urbana creada por el plan del Ensanche de 1876, pudiera pensarse que la ubicación del edificio de Correos y Telégrafos fue detenidamente planificada por quienes diseñaron el Bilbao moderno. No fue así. En realidad, al configurarse ... la expansión de la villa no se previó ningún espacio para este servicio público -ni para ninguno-. La decisión de colocarlo en la Alameda de Urquijo se tomó décadas después, tras una especie de concurso en el que participaron los dueños de fincas que consideraban podían venderlas para este uso.
A finales del siglo XIX no existía ninguna instalación específicamente dedicada a tal fin. De los «Correos y telégrafos» tenía más desarrollo el servicio de telégrafos, que proporcionaba el mayor número de empleados del Estado en Vizcaya. Hacia 1890 tenía su sede en el 2.º piso del número 28 de la calle Arenal, y podía considerarse que contaba con un anexo, el telégrafo que se instaló en el teatro Arriaga, para comunicarse con Portugalete (y recibir las noticias sobre los barcos que entraban en el Abra).
Después, a medida que el crecimiento urbano y el desarrollo de la sociedad de masas hicieron que se convirtiesen en habituales los envíos postales, el servicio de correos empezó a crecer. La necesidad de comunicarse a distancia dejó de quedar reservada a las empresas y a una élite. En 1895 el servicio de Correos y Telégrafos estaba en la calle Ayala, cerca de la estación del Norte, al otro lado la calle Hurtado de Amézaga. Funcionaba con un horario estricto para el reparto y recogida de correspondencia; y especificaba las vías por las que llegaban cartas y paquetes (Correo general, Expreso del norte, de Zumárraga, de Santander y de «Pueblos de Vizcaya»). Las cartas venían a Bilbao fundamentalmente por ferrocarril.
Las necesidades e importancia del servicio postal fueron creciendo con los años. En la primera década del XX se consideraba ya que las dependencias de la calle Ayala se quedaban pequeñas y que se requería un edificio propio. En 1908 el Gobernador Civil constituyó una «Junta para construcción del edificio destinado a los servicios de correos y telégrafos». No fue, por tanto, una iniciativa municipal ni se integró dentro de la planificación bilbaína de su desarrollo. La iniciativa partió del Gobernador, pues la competencia sobre este servicio correspondía al Estado, sin que tengamos noticias de que la villa realizase ninguna reclamación al respecto. La consecuencia fue que esta parte del ordenamiento de Bilbao correspondió al Gobierno, no a la villa de Bilbao.
El ayuntamiento se dio por enterado de la iniciativa gubernamental de 1908, pero no recabó ningún protagonismo en cuestión tan importante desde el punto de vista urbano. En realidad, se quitó del medio, comunicando al Gobernador Civil que el ayuntamiento carecía «en absoluto» de terrenos para emplazar correos. Tampoco se ofreció a buscarlo.
Al año siguiente de nuevo se dio por enterado de que la Dirección General de Correos y Telégrafos convocaría un concurso para que el Estado adquiriese «un solar o casa» donde instalar este servicio. Le ofrecía su colaboración, tal y como el gobierno lo requería, «reconociendo la gran importancia que tiene para Bilbao la céntrica y cómoda instalación de la oficina de correos y telégrafos».
Una vez previsto un concurso con el que quedaba claro que el edificio correría a cargo del Estado, ofreció en 1909 el terreno y edificio de la alhóndiga de Albia, cerca de la iglesia de San Vicente. Seguramente quería rentabilizar un edificio que perdía su función al planificarse la Alhóndiga. La idea no funcionó.
El concurso se retrasaba y en 1912 el Ayuntamiento había asumido ya la necesidad de un edificio de correos. Recordó «en Madrid» -por boca de una comisión municipal enviada para tratar diversos asuntos- «la conveniencia de construir un edificio para instalar definitivamente las oficinas del Gobierno Civil y de Correos y Telégrafos». Sin embargo, el proyecto no acababa de funcionar, puesto que en 1914 el Gobernador solicitaba Ayuntamiento la cesión gratuita de algún solar. «El ayuntamiento no dispone de edificio ni solares propios sobrantes para poder acceder gratuitamente [a la junta del edificio de correos y telégrafos] ni su estado económico le permite adquirir para este fin un solar particular». En otras palabras, las autoridades municipales deseaban que Correos tuviese su edificio, pero no estaban dispuestos a correr con el gasto.
Por fin, en 1915 se publicó la disposición que admitía ofertas de solares y edificios para instalar «correos y telégrafos». El concurso se falló en este mismo año, en septiembre.
La convocatoria suscitó el interés de los propietarios de terrenos en Bilbao. Hubo nada menos que trece proposiciones en plazo y forma, alguna incluyendo más de un solar. Eran los lugares en los que podía haberse instalado correos. En principio, fue la comparación de las condiciones de estos terrenos (incluyendo superficie, localización y precio) lo que determinó que correos se instalase donde está actualmente, sin que sepamos si tuvieron alguna influencia los propietarios del solar, aunque no parece probable, pues concurrieron varias personalidades consideradas señeras en el Bilbao de la época.
Hubo varias posibles ubicaciones de Correos. Sólo hubo una oferta que previó situarlo en el casco viejo, en concreto en la calle Santa María. En el ámbito histórico de Bilbao estuvo también la posibilidad de instalarlo en el muelle de la Naja, dando a la calle Bailén. Aunque esta estuvo entre las que se consideraron las cuatro mejores ofertas, casi todas las propuestas proponían situarlo en el Ensanche. La actividad económica y la vitalidad bilbaína se estaban desplazando hacia el otro lado de la ría.
Algunas de las propuestas estaban en los entornos de Albia, sea Barroeta/Ibáñez de Bilbao, Mazarredo/Plaza de San Vicente o, algo más lejos, Mazarredo/Heros.
Había varias que proponían solares para Correos alrededor de la plaza Elíptica: Dos propuestas daban directamente a la plaza y no estaban lejos las que preveían un solar entre la Alameda de Recalde, Ercilla y Colón de Larreátegui, la oferta que daba a la Alameda de Recalde y la calle Ercilla y la que proponía construirlo entre la calle Diputación y Rodríguez Arias. Por último, estuvieron las propuestas de Luchana y de Urquijo/Bertendona/ Euskalduna.
Se consideró que los mejores emplazamientos eran los de la Naja, la Plaza Elíptica, Rodríguez Arias/Diputación y Bertendona/Urquijo/Euskalduna. Se estimó, al final, que la oferta más ventajosa era esta última. Propiedad de Benigno Chávarri y su sobrino Víctor Chávarri, era parte del antiguo jardín de esparcimiento de los Campos Elíseos, que así desapareció por completo. Tenía una superficie algo superior a los mil metros cuadrados exigidos y un precio de 225.000 pesetas, que no presentaba diferencias significativas con los demás. Fue en este solar en el que durante la siguiente década Severino Zuazo construyó el edificio de Correos que conocemos. Desde entonces formó parte del entramado urbano característico de Bilbao, pero su ubicación fue una decisión administrativa tomada por un organismo ajeno al ayuntamiento de Bilbao. Correos pudo haber estado en la Naja, la plaza Elíptica o Albia.
El concurso permite también conocer quiénes eran los principales propietarios de solares en el ensanche, que en general los habían adquirido en el siglo XIX. Eran los Allende, los Chávarri, los Solaegui, los Echevarría…. Todos pertenecían a importantes familias empresariales, por lo común industriales, aunque también se encuentran algunas empresas especializadas en los negocios inmobiliarios.
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