Abril de 1922: violencia en los montes mineros
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La crisis económica y las diferencias entre socialistas y comunistas favorecieron el estallido de enfrentamientos en los que se llegó a recurrir a las armas de fuegoTiempo de historias ·
La crisis económica y las diferencias entre socialistas y comunistas favorecieron el estallido de enfrentamientos en los que se llegó a recurrir a las armas de fuegoEl ambiente social de Vizcaya estaba enrarecido. Hace cien años las minas y las industrias vivían serios apuros, tras la época de beneficios extraordinarios producidos en el trabajo del hierro por la primera guerra mundial. A la contracción económica se añadieron, en el movimiento obrero, ... las divisiones organizativas y el recurso a la violencia, uno de cuyos exponentes había sido, en 1921, el asesinato anarquista del director de Altos Hornos de Vizcaya.
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La violencia también estalló por las disensiones entre distintas organizaciones obreras. En abril de 1922 las tensiones eran consecuencia de la aparición de grupos comunistas y de los enfrentamientos entre estos y los socialistas. Estallaron, precisamente, por las distintas estrategias a seguir ante la crisis minera y social. Los comunistas propugnaban la huelga general, contra el parecer socialista. Este fue el trasfondo, pero el enfrentamiento escondía una intensa rivalidad, tras la aparición del partido comunista el año anterior y las disputas por dominar el movimiento obrero vizcaíno.
Ocurrió el domingo 9 de abril. Por la tarde, a las 3.30, hubo en la Casa del Pueblo de Gallarta un mitin organizado por «los obreros sindicalistas» -la tendencia comunista, que había triunfado en Gallarta- para aconsejar la huelga general. Intervinieron, entre otros, Óscar Pérez Solís y José Bullejos. El primero había defendido, junto a Indalecio Prieto, la II Internacional, socialista, pero se desplazó hacia las posiciones más radicales y formó parte de la dirección comunista, si bien en la Segunda República entró en la Falange, en una de las peripecias ideológicas más extrañas. Bullejos, natural de Granada, fue elegido al año siguiente secretario general del Partido Comunista de España.
El mitin de Gallarta fue muy movido, con gritos que tachaban a Bullejos de farsante y un discurso extremista del dirigente comunista. El final del mitin consistió en el acuerdo mayoritario de los asistentes en apoyo de la huelga general. No tenían capacidad de declararla, pero contribuían a la radicalización.
El problema se produjo después del mitin, a las seis de la tarde, cuando muchos obreros tenían que hacer tiempo para coger el tren a Bilbao. Junto al bar ¡Sí, Sí!, que estaba en el barrio del Matadero, se produjo un incidente gravísimo. Estaban unos 20 socialistas cuando llegó el otro grupo, alrededor de 25 comunistas. Empezaron los insultos. Influyó en la pelea, al parecer, la ojeriza de éstos a uno de los socialistas, Santos Iglesias, que había sido antes comunista. Debía de haber sucedido unos pocos meses antes, pues el movimiento no tenía gran antigüedad. Llegaron enseguida a las manos, se generalizaron las peleas y degeneraron en una riña tumultuaria.
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Y se oyeron tiros: veinte o treinta detonaciones, se dijo. Siguieron carreras apresuradas cuando escapaban y los gritos de los que quedaron tendidos en la carretera. De momento hubo un muerto y varios heridos; después, en el Hospital Minero, murieron otros dos. Eran socialistas, pero hubo también heridos comunistas, entre ellos José Bullejos
Fueron disparos a quemarropa y, por lo que calcularon, todos los tiros fueron certeros: alguno recibió siete disparos. Esta circunstancia se hace extraña. En aquellos años no eran infrecuentes los enfrentamientos con arma de fuego, pero por lo común consistían en mucho ruido sin que hubiera heridos. Esto lleva a pensar que solían ser tiros al aire, una especie de demostración de fuerza.
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No fue lo que sucedió en Gallarta en abril de 1922. Cabe pensar que la tensión entre socialistas y comunistas estaba a flor de piel y que el enfrentamiento no fue una mera exhibición de posiciones, sino que subyacía alguna inquina o la voluntad de disputar el territorio social. Murieron los hermanos Santos y Ángel Iglesias y Gabriel Pérez, del que se dijo que fue alcanzado casualmente, porque pasaba por allí, sin haber estado en el mitin ni participado las tensiones. Le atribuyeron una frase peculiar antes del fallecimiento: «Siento morir tan tontamente». No es necesariamente cierto. Dejaba seis hijos.
El impacto de la escisión comunista estaba siendo intenso el movimiento obrero de Vizcaya. Como todo el socialismo europeo, notó los efectos de la revolución rusa de 1917. En 1919 se formó en Moscú en la III internacional, que dio pie a rupturas. En 1921 se formó el Partido Comunista de España. Participaron miembros de las Juventudes Socialistas y grupos sindicalistas antes vinculados al socialismo. En Vizcaya la escisión se dejó sentir en distintas agrupaciones. Los principales líderes del movimiento obrero socialista (Indalecio Prieto, Constantino Turiel o Juan de los Toyos) rechazaron la propuesta comunista, pero algunas agrupaciones socialistas -que eran del PSOE y de la UGT- se acercaron a la escisión comunista. Sucedió así en las de Ortuella, Somorrostro, Gallarta, Sestao y un grupo de Bilbao. No en cambio en La Arboleda, Las Carreras, Barakaldo, Begoña o Portugalete. La ruptura fue profunda.
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Facundo Perezagua, el líder histórico del movimiento obrero vizcaíno, optó por el partido comunista. Bullejos fue nombrado secretario general del Sindicato Minero de Vizcaya, en sustitución de Turiel. Los comunistas se hicieron fuertes en la zona minera, sobre todo en Gallarta, mientras La Arboleda representaba la opción socialista. Los socialistas siguieron dominando en la industria de la margen izquierda. El enfrentamiento mortal de abril de 1922 se produjo en el contexto de aquella ruptura.
Las tensiones tuvieron repercusiones en el desenvolvimiento del momento obrero. A lo largo del mes de abril abundaron las noticias de declaraciones de huelga, mezcladas con las que hablaban de empresas en las que el paro fracasaba. Así lo describió el gobernador civil: «hay normalidad dentro de la anormalidad». No llegó a triunfar la huelga general. Llegó a convocarse en mayo, pero se impuso la vía de la negociación. En las tensiones de hace un siglo subyacía el enfrentamiento entre los partidarios de una vía revolucionaria y los que apostaban por la moderación, en la línea que encabezaba Indalecio Prieto.
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Las peleas entre obreros no fueron los únicos estallidos violentos que hubo las minas. El día 12 de abril tuvo lugar el asesinato de un contratista de minas, Ramón Abad. Era un hombre conocido, con un hermano que regentaba el restaurante El Paje, en la calle la Amistad de Bilbao. Él explotaba la mina 'Josefa', propiedad de José María Urquijo, del que era persona de confianza.
Al parecer, en la mina hubo algunos despidos de obreros. Trabajan 270, que abandonaron las labores al estallar la huelga. Abad consiguió «reclutar 36 hombres, con los que hacía la labor que se podía». No se supo la razón del atentado, pero cabe suponer que estaría relacionada con estas circunstancias o las derivadas de las relaciones difíciles entre la dirección de los yacimientos y los obreros.
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Ramón Abad solía ir por las tardes a Saltacaballo, a presenciar la carga de mineral en los barcos. Cuando volvía, le dispararon cuatro individuos al llegar a Somorrostro. Dejó diez hijos, el mayor de 18 años y el pequeño de 15 días. Se calificó el crimen como un atentado social, pero no quedó claro si era por una venganza personal o estaba relacionado con la huelga.
Desde dos años antes la violencia estaba afectando profundamente a las relaciones sociales de Vizcaya, incluso más tensas que en el periodo épico del movimiento obrero, el de finales del XIX.
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