

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Los Juegos olímpicos de 1924, que también se celebraron en París, distaban de ser un espectáculo de masas, pero eran seguidos con cierta expectación. A ... comienzos de agosto la prensa bilbaína alababa su desarrollo y se fijaba sobre todo en dos cuestiones. Primero, hacía ver que no era necesario ser una gran potencia para obtener grandes resultados, resaltando el papel de los atletas finlandeses que ganaron las pruebas de media y larga distancia, incluyendo el maratón. Y se hacía eco del debate entre amateurs y profesionales. Pedía que se distinguiese entre «los puros, los intangibles», los «verdaderos amateurs, sin mácula, sin mancha, sin sospecha alguna», frente a «los que cobran soldadas o gratificaciones». Sin embargo, las posturas no estaban claras, pues se consideraba legítimo que hubiese futbolistas, ciclistas y «pugilistas» profesionales.
Hace cien años, el deporte se había propagado en la vida cotidiana. El primer domingo de agosto se celebró en Bizkaia el campeonato de España de ciclismo, que salía y volvía al Campo de Volantín tras dar una gran vuelta que llegaba a Elorrio. Ganó Juan Bautista Llorens, de Villarreal. La semana siguiente se corrió la primera Vuelta al País Vasco, ganada por Francis Pelissier, que alabó la carrera por sus muchas cuestas y explicó que los ciclistas españoles estaban a mucha distancia de los europeos porque les faltaba entrenamiento.
Los diarios de hace un siglo daban también noticias de fútbol, de las regatas que hubo en Portugalete, del campeonato de tenis en Jolaseta y de la costumbre de subir al monte. «Los domingos queda casi despoblado Bilbao por los miles de excursionistas que marchan en distintas excursiones».
En esas dimensiones, el fenómeno era totalmente nuevo.
Los deportes modernos se habían difundido desde los años noventa del siglo XIX -en primer lugar, la gimnasia, el ciclismo y el fútbol, por ese orden-, con nuevas prácticas que se unían a la tradicionales del frontón y a las traineras. Las dos siguientes décadas se fueron difundiendo paulatinamente, pero el momento clave de la expansión de los deportes fueron los años veinte y treinta (hasta que comenzó la guerra en 1936). Las celebraciones deportivas aumentaron de forma espectacular, alcanzaron una gran diversificación, crecieron en seguimiento y se convirtieron en una de las principales actividades sociales. Constituyeron el mejor reflejo de la modernización social, generando nuevas costumbres y mentalidades. Se incorporaban los nuevos hábitos que se estaban desarrollando en las ciudades avanzadas.
Bilbao desplegó entre 1920 y 1935 una amplia estructura dedicada a los deportes y entendió que aquello estaba relacionado con el progreso. Formaban parte de la ciudad moderna, se decía, «las luchas deportivas cuya nobleza va ligada estrechamente a la civilización» y por tanto, tenían que desarrollarse en Bilbao «una villa que pretende y debe pertenecer a la vanguardia de la civilización».
El deporte concitó una creciente atención pública. Sí hacia 1910 sólo ocasionalmente la prensa aludía a alguna actividad deportiva, desde los años veinte se convierte en una sección fija de los periódicos: «Deportes», «Sports», «Los deportes», «Vida deportiva». Daban cuenta de noticias muy variadas: equipos locales de deportes diversos, noticias organizativas, clubs y sociedades, competiciones locales, competiciones nacionales, internacionales, récords, consejos para la práctica, convocatorias, etc. En 1924 se creó en Bilbao un diario especializado -Excelsior-, dedicado a noticias deportivas.
Las prácticas deportivas se habían convertido en una actividad social que resultaba fundamental en la nueva vida. Contribuía a la imagen que tenía la población de que se insertaba en un mundo avanzado, que traspasaba fronteras. Sólo ocasionalmente se producía la participación local en enfrentamientos internacionales (alguna presencia ciclista en el extranjero, la marcha del boxeador Uzkudun a Estados Unidos, desplazamientos de la selección de fútbol con jugadores locales, algún partido de fútbol concertado con equipos extranjeros), pero la concepción de las páginas deportivas, con noticias de récords internacionales y de diversas competiciones, daba la imagen de que se participaba en una especie de escenario mundial de actividades de este tipo.
Se buscaba incorporar el deporte en todas las facetas y lograr que destacaran los deportistas locales. Hubo un desarrollo rapidísimo de un gran número de deportes, de los que varios tenían un amplio seguimiento. En Bilbao quedaba establecida ya la primacía del fútbol, a juzgar por el gran número de partidos, de equipos, de la atención mediática y del gran número de espectadores, pero otros deportes generaban diversas competiciones con un amplio respaldo, medido en practicantes y expectación. Entre ellos cabe citar los siguientes: ciclismo, atletismo, carreras pedestres, carreras de motos, automovilistas, regatas de traineras, el frontón en sus diversas especialidades, boxeo, remo, tenis, etc. Aunque eran minoritarios, se organizaban también competiciones de tiro al pichón, de tiro al plato, de rugby, etc.
Lo que llamaban «alpinismo», que era fundamentalmente montañismo, tenía múltiples practicantes, con salidas dominicales y alguna gran excursión ocasional. También se intentaba introducir en esta práctica deportiva retos de carácter competitivo, por ejemplo estableciendo «para dar más actividad y entusiasmo a todos los alpinistas del grupo» un listado de montes a subir en uno o en varios años: podía realizarse individualmente, aunque se organizaban salidas colectivas.
Sólo hubo una familia de deportes que apenas se practicó en Bilbao en esta época, o se hizo de forma muy deficiente. Era la natación en sus diversas especialidades, mediatizada por la escasez de piscinas que había en las provincias costeras. Aun así, en verano se celebraban partidos de waterpolo (alguno hubo en la ría) y campeonatos que querían desarrollar toda la gama de estilos de nadar, si bien sólo tuvieron éxito popular (en Bilbao, y en general en el Cantábrico) las travesías, competiciones a nado entre dos puntos de la costa.
Aunque fueron de momento muy minoritarios o reservados a una élite social, se practicó el tenis en algunas sociedades elitistas. Se localizan también intentos de introducir el «basquet ball». Hubo competiciones de yates y tuvieron cierto éxito de espectadores las primeras competiciones motonáuticas, sobre todo las de «out boards», por ejemplo la carrera que en 1930 recorría 20 kilómetros en la ría de Bilbao, dando vueltas a balizas que arrancaban frente al Ayuntamiento: «la salida se hace a todo gas entre los entusiastas aplausos del público numeroso que llena por completo las amplias tribunas». Las noticias deportivas de Bilbao daban cuenta también de la hípica y de competiciones de ajedrez, además de las que tenían relación con la pesca, considerada como una actividad deportiva.
En Bilbao el deporte vivió en aquella época su edad de oro: nunca más alcanzaría la diversidad e intensidad social que mostró entre 1920 y 1936. La guerra terminó con este boom del deporte, que lógicamente no se recuperó durante las penurias de la posguerra. La expansión del deporte a finales de los años cincuenta y en la siguiente década presentó una fisonomía muy distinta, con menor número de sociedades deportivas, la concepción del espectáculo de masas prácticamente limitado al fútbol y a unas cuantas competiciones ciclistas, sin la continuidad y diversidad de los acontecimientos deportivos en distintas escalas que encontramos antes de la guerra.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.