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No corren buenos tiempos para Mark Zuckerberg. Pese al reciente cambio de nombre de su coloso tecnológico y a apostarlo todo a su visión de un futuro basado en la realidad virtual y aumentada, las dudas sobre la privacidad de sus redes ... sociales no hacen más que provocar choques constantes con las autoridades de medio mundo. Precisamente, en la Unión Europea se ha abierto un nuevo conflicto que ha llevado a Meta a lanzar un inusual órdago: la retirada de Facebook e Instagram del ciberespacio del viejo continente si se le prohíbe la transferencias de los datos obtenidos en Europa con EE UU. Una amenaza sin precedentes en la política de los grandes conglomerados procedentes de Silicon Valley.
¿Es posible un futuro sin Facebook e Instagram en nuestros dispositivos móviles y ordenadores? No parece probable, pero Meta juega aquí con la carta de la presión aprovechando que son las redes sociales más utilizadas por los europeos. Todo viene por la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), conocida como la decisión Schrems II, de invalidar el Privacy Shield, el escudo que sustentaba la citada transferencia internacional de datos, al considerar que no se garantizaba la privacidad de la información personal de los usuarios. Tras el fallo emitido en julio de 2020, Mark Zuckerberg lo tiene claro. Retiraría de Europa ambas aplicaciones del viejo continente, según aparece en el documento presentado ante la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) de EE UU.
De esta forma, Meta cuenta con otros paraguas legales, como las Cláusulas Contractuales Estándar (CEE), para amparar este cruce de información. El problema es que también comienzan a ser revisadas por los tribunales europeos de países como Irlanda. Ante la posibilidad de que también sean anuladas en el futuro, la multinacional estadounidense ha puesto las cartas sobre la mesa: «Si no se adopta un nuevo marco de transferencia transatlántica de datos y no podemos seguir recurriendo a los CCE o a otros medios alternativos de transferencia de datos de Europa a Estados Unidos, es probable que no podamos ofrecer varios de nuestros productos y servicios más importantes, como Facebook e Instagram, en Europa, lo que afectaría de forma negativa a nuestro negocio, situación financiera y resultados de las operaciones».
La Comisión de Protección de Datos de Irlanda (IDPC) ya abrió un expediente en agosto de 2020 en el que alertaba de la legalidad de transferencia de datos de los usuarios europeos de Meta al no cumplir con el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), por lo que exigía la suspensión de su envío a EE UU. Ese fue un primer aviso, ya que se espera que el país europeo adopte una posición firme durante la primera mitad de este año. Si ese se produjese, el imperio de Zuckerberg perdería millones de euros al no poder contar con una información clave para mantener sus ingresos publicitarios.
«Si no podemos transferir datos entre los países y regiones en los que operamos o si se nos restringe la posibilidad de compartir los datos entre nuestros productos y servicios, esto podría afectar a nuestra capacidad para prestar nuestros servicios, a la forma en que los prestamos o a nuestra capacidad para orientar los anuncios, lo que podría afectar negativamente a nuestros resultados financieros», explica la compañía en el citado documento. En otras palabras, su modelo de negocio se resquebrajaría de tal forma ante esta importante limitación que no les saldría a cuenta seguir con sus redes sociales operativas en territorio europeo. Un nuevo problema que se suma a su reciente caída en bolsa por la retirada de importantes inversores.
La sentencia del TJUE se produjo después de que un usuario de Facebook, Maximilian Schrems, un austríaco que exigió que no se realizasen transferencias de sus datos personales situados en Irlanda a los servidores de EE UU al considerar que no se ofrecían las garantías suficientes para proteger su privacidad. Después de una odisea judicial con algunos fallos en contra, finalmente el Tribunal de Luxemburgo le daba la razón y establecía que el país que recibe los datos debe ofrecer un «nivel de protección sustancialmente equivalente al garantizado dentro de la Unión».
En ese sentido, consideraba que el nivel de protección legal de la normativa estadounidense «no es lo suficientemente estricta para ajustarse al nivel requerido por el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD)». De hecho, es la misma razón que está impulsando a otros tribunales a tumbar los servicios de las tecnológicas estadounidenses. Es el caso de Austria, que asegura que Google Analytics, la herramienta para analizar los datos de navegación de la empresa del popular buscador, es ilegal y le condena a una multa de 20 millones de euros. Y esto sólo parece el principio.
¿Veremos algún día una Europa huérfana de las aplicaciones estadounidenses? No parece nada probable. De hecho, los expertos consideran que sólo se trata de sucesivos envidos en una especie de juego de mus global para forzar a la negociación de un nuevo tratado para la transferencia de datos entre la UE y EE UU que garantice unos mínimos de protección a la privacidad de los usuarios de este tipo de productos. Unos usuarios que, en gran número, ya no conciben su vida sin ellos.
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