La coherencia nunca ha sido el fuerte de Elon Musk. El magnate propietario de X/Twitter bloqueó, antes de hacerse con la red social, a un usuario que rastreaba los desplazamientos con su jet privado. Era un joven de 22 años llamado Jack Sweeney que estudia Informática en la Universidad de Florida Central, en Orlando, y lo hacía también con figuras como Jeff Bezos, Bill Gates o Taylor Swift, que incluso le ha demandado. Desde la semana pasada, X/Twitter permite hacer llamadas de vídeo y audio. El problema viene porque esta herramienta ha sido habilitada en todos los dispositivos por defecto sin advertir de que al realizar una llamada, se revela la IP del usuario. Con esta especie de matrícula de cada dispositivo conectado a la red, puede saberse la ubicación del usuario, justo lo que Musk no quería para sí mismo.
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La nueva función fue anunciada por la red social el 28 de febrero. El propio Musk, enzarzado ahora en varios frentes que van desde su enfrentamiento con los medios de comunicación 'tradicionales' a las necesidades perentorias de Estados Unidos -«seguridad en las fronteras, ciudades seguras y control del gasto público»- pasando por el envejecimiento de la población japonesa -«Japón va a desaparecer si no se cambia algo»-, solo ha hecho mención a esta delicada cuestión retuiteando el post del anuncio y explicando a través de un vídeo de ocho segundos cómo funcionaba la herramienta. Pero nada sobre la cuestión de la ubicación.
Deshabilitar esta opción es sencillo pero requiere de varios pasos. Primero, en la app móvil -no está habilitado en la versión de escritorio- hay que ir a la foto de usuario en el menú lateral y acceder al perfil. En el apartado 'Configuración y Soporte' hay que pulsar en 'Configuración y Privacidad' y, dentro de este, en 'Privacidad y Seguridad' y 'Mensajes Directos'. Aquí aparece finalmente la opción de 'Habilitar llamadas de audio y vídeo'. Al desactivarla, nadie podrá llamarnos, pero tampoco podremos hacerlo nosotros.
Entre las batallas de Musk está también la Inteligencia Artificial. También la semana pasada denunció a Open AI, la empresa que ha creado Chat GPT, por anteponer los beneficios económicos a crear una IA «que beneficie a la humanidad». Musk invirtió 50 millones de dólares en la fundación de la compañía en 2014, pero la abandonó en 2018 por discrepancias con Sam Altman.
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