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Pocas veces se puede decir de una marca que haya pasado por una resurrección y, años después, por una segunda muerte. Es lo que ha sucedido con Nokia. No la que se dedica a las redes 5G y demás proyectos de telecomunicaciones que goza de ... una envidiable salud. Nos referimos a la que dominaba con puño de hierro el mercado mundial de los teléfonos móviles, con un 39% de cuota de mercado en 2009, dos años después de que llegara el iPhone de Apple, el smatphone que lo cambió todo. Tras lo que se prevía una segunda oportunidad que rara vez se ve en el mundo de la tecnología, finalmente ya no habrá más teléfonos con el sello de la mítica marca finlandesa.
Así lo anunció a principios de febrero HMD Global, el fabricante finlandes que había adquirido los derechos para comercializar móviles Nokia. De esta forma, en 2017, un año después de su desaparición, se lanzaban al mercado nuevos teléfonos con el histórico logo adaptados a los tiempos que corren, es decir con Android en su interior. Nada que ver con Symbian OS, el rudimentario sistema operativo que llevaban sus primeros teléfonos inteligentes y que se convirtió en el gran lastre para el fabricante en comparación con el revolucionario iPhone de Apple.
Atrás quedaban los tiempos en los que los finlandeses se habían convertido en el abanderado de Windows Phone, el sistema operativo que aspiraba a competir con Apple y Google en el pujante mercado de los teléfonos inteligentes. Pero fracasó en su intento de recuperar el tiempo perdido pese a abandonar Symbian OS. Finalmente, la ruinosa división móvil fue vendida en 2013 a la multinacional estadounidense a precio de saldo por la empresa matriz. Todo para tener aún más control en el diseño y fabricación de sus smartphones, tal y como hacía Apple con sus iPhones.
En un principio, muchos fans de la marca se mostraron optimistas con el resurgir de Nokia, aunque estuviera bajo la órbita de Microsoft. Sin embargo, las carencias del sistema operativo para móviles, sobre todo en la variedad y el número de aplicaciones disponibles con más de una importante ausencia, provocó que ni tan siquiera la calidad de los teléfonos del fabricante finlandes pudiera salvar el ecosistema. Finalmente, la multinacional estadounidense anunció en 2016 la muerte de Windows Phone y, con ella, la de la propia Nokia rebautizada en los últimos tiempos como Lumia. Otro error más de bulto de los norteamericanos. Un triste final para una empresa que había dominado el competitivo mercado de las telecomunicaciones durante más de una década.
Entonces, nadie podría prever que tan sólo un año después Nokia renacería de sus cenizas de la mano de HMD Global, que compró la marca a Microsoft. El hecho de que lo hiciera de la mano de otra compañía finlandesa hacía presumir que serían teléfonos de alta calidad en todos sus aspectos, sobre todo en su histórico punto fuerte: el fotográfico. De hecho, tras su alianza con el prestigioso fabricante Carl Zeiss, las cámaras de sus teléfonos dotadas con estas lentes ópticas llevaban años liderando el mercado móvil en ese aspecto. Ni los iPhones podían con ellos.
De esta forma, comenzaron a aparecer en las vitrinas los nuevos Nokia, con Android como sistema operativo por lo que no había ya problemas de falta de aplicaciones. El regreso fue triunfal. Un año después, los teléfonos de HMD Global, empresa formada por antiguos directivos y trabajadores de la empresa matriz finlandesa, estuvo a punto de colarse en el 'Top 10' de los smartphones más vendidos con un 1% de cuota de marcado mundial por delante de otros fabricantes con tanta solera como Sony o HTC. Su secreto fue su excelente relación calidad-precio, como en el Nokia 6, aunque muchos echaron de menos un teléfono de alta gama capaz de competir con los de Apple o Samsung.
Precisamente, ese ha sido el gran problema de la nueva Nokia. No contar con teléfonos suficientemente atractivos para destacar en la gama alta. De hecho, hace un año renunciaron a diseñar buques insignia para destacar en el mercado. Incluso llegaron a sacrificar los componentes fotográficos que tantas alegrías dio a la marca en el pasado. Las fotos que eran capaces de hacer sus teléfonos no pasaban de una calidad media, tirando a mediocre, sin que pudieran hacer nada contra los avanzados sensores de Apple, Samsung, Sony y la propia Google. Nunca volvió a recuperar el reinado la fotografía móvil para mayor disgusto de los seguidores de la marca que seguían soñando con recuperar la gloria de tiempos pasados. Algo, por otro lado, lógico teniendo en cuenta que eran refritos de modelos épocas pasadas muy poco atractivos para los usuarios modernos.
Precisamente, HMD Global, que atesora 6.000 patentes esenciales para el 5G, ha justificado la segunda muerte de Nokia en su deseo de no volver a «decepcionar» a los fanáticos de la icónica marca. Así como suena. Por ello, seguirán haciendo teléfonos pero ya bajo su propio logo. Los finlandeses seguirán apostando por producir móviles a bajo coste y características modestas pese a la brutal competencia que llega de China a través de marcas como Xiaomi, One Plus o Realme. Atrás quedarán para siempre teléfonos tan míticos como el Nokia 1100, el N70 o el Lumia 1020, el mejor móvil fotográfico de su generación. Un fin que recuerda a BlackBerry y otras marcas como HTC que no supieron adaptarse a los nuevos tiempos de la telefonía móvil. El caso es que Nokia dejará de «conectar a la gente», su famoso eslogan que ya forma parte de la historia de la tecnología de consumo.
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