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sara borondo
Martes, 3 de agosto 2021, 00:35
La economía está cambiando. Junto al dinero emitido por los Estados han surgido las criptomonedas, monedas virtuales que no están bajo el control de ninguna autoridad ni entidad. Con ellas se pueden comprar productos o invertir, como con cualquier otra divisa.
La más conocida es el Bitcoin, pero hay otras como Ethereum o Dogecoin. Además, algunas empresas ya han anunciado su deseo de crear criptomonedas propias o, al menos, lo están estudiando. Amazon, sin ir más lejos, ha publicado una oferta de trabajo para fichar a un experto en estas monedas virtuales, y el ex futbolista Gerard Piqué ha creado una empresa (Sorare) para intercambiar cromos de fútbol usando criptomonedas.
Para usarlas hay que tener un monedero electrónico que contiene una llave pública y otra privada, con las que se pueden realizar transacciones con terceros desde cualquier ordenador o el teléfono móvil (utilizando la aplicación adecuada).
Las monedas virtuales utilizan la tecnología 'blockchain', que fragmenta los archivos de la moneda en múltiples elementos que se reparten por distintos ordenadores. Para acceder a ellos, todos los que poseen esos fragmentos deben validar la operación. Esta descentralización aumenta la seguridad, lo que es un punto positivo, afirma Antonio Salido, CEO en Nuvix Consulting.
En el último año, una de las razones de la escasez de tarjetas gráficas (sobre todo las más potentes) ha sido que se estaban acaparando para minar criptomonedas. Esta operación requiere un equipo potente y conlleva un consumo elevado de energía. De hecho, en algunos países se han creado gigantescas granjas de minado con miles de ordenadores, de forma que hace unos meses la Universidad de Cambridge calculó que la minería de bitcoins consume la misma energía que toda Argentina.
El problema que plantea en el medio ambiente todo ese consumo de energía no es más que uno de los inconvenientes derivados de las criptomonedas. Salido señala los más importantes:
■ Alta volatilidad: El principal atractivo del bitcoin y otras criptomonedas es que puede aparejar un rendimiento muy alto, pero esa probable rentabilidad va unida al peligro de que puede pasar (en unas horas o días) a no valer nada. Los que se han enriquecido son quienes invirtieron pequeñas cantidades allá por 2011 y han visto cómo la moneda virtual ha subido como la espuma durante los últimos años. Pero su volatilidad es también extrema.
Bastó un tweet de Elon Musk cerrando su empresa (Tesla) a las criptomonedas para que Bitcoin cayera un 15% de su valor en menos de 24 horas. Poco después, China (donde se produce más del 60% de la minería mundial de bitcoin) prohibió el intercambio de monedas virtuales y comenzó a presionar para regular esta actividad, provocando una nueva caída y el fin de numerosas granjas de minado del país. Salido explica que las variaciones diarias de las criptomonedas más antiguas sugieren que «tienen un riesgo (volatilidad) mayor que activos tradicionales como acciones, bonos, efectivo, pisos o el oro. Por lo tanto no sólo no se pueden considerar como un activo refugio, si no que si se invierte en ellas, se va a incrementar el riesgo global de la cartera».
■ Desprotección: «Las criptomonedas no están reguladas y por lo tanto, ante cualquier tipo de mala práctica, no tenemos a una entidad a la que poder reclamar», apunta Salido. Es fácil comprar criptomonedas pero «sus 'distribuidores' tampoco están sujetos por ahora a un escrutinio regulatorio, como sí lo están otras entidades financieras. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ya ha lanzado varias alertas en este sentido, ya que han existido casos de estafas en varios países. Recientemente en Turquía, con pérdidas importantes para miles de pequeños inversores». Por eso recomienda asesorarse con un profesional antes de realizar una inversión significativa en criptomonedas. La tecnología blockchain ya se utiliza en contratos financieros o emisión de bonos y, dice Salido, funciona correctamente, pero para usarla con seguridad en las criptomonedas debe ofrecer «un nivel de protección al inversor particular para evitar casos de pérdidas de patrimonio muy importantes por una especulación excesiva, por falta de educación financiera o de regulación de intermediarios que cometan fraudes».
Sobre las criptomonedas pesa la sospecha de que tengan semejanzas a estafas piramidales. La Audiencia Nacional está ya investigando tres casos de posible engaño en inversiones con criptomonedas que podían afectar a decenas de miles de personas por un valor total de más de 350 millones de euros.
La credibilidad de las criptomonedas la ha puesto en entredicho hasta Jackson Palmer, uno de los creadores de Dogecoin, quien publicó en julio un tweet en el que afirmaba que las criptomonedas son «una tecnología hipercapitalista intrínsecamente de derechas construida sobre todo para aumentar la riqueza de sus defensores mediante una combinación de evasión fiscal, reducción de la supervisión regulatoria y una escasez creada de manera artificial».
■ La fiscalidad no está regulada: El gobierno español ya ha anunciado que va a legislar las transacciones en criptomonedas para que las ganancias generadas tributen fiscalmente.
■ No son un medio de pago aceptado en todas partes.
A corto plazo todo indica que proliferarán varias criptomonedas nuevas y modelos de negocio basados en monedas virtuales. A un plazo más largo, dice Salido, «los bancos centrales de las principales economías del mundo desarrollado van a tener que apoyarse en estas tecnologías y desarrollar monedas virtuales que den más seguridad jurídica a los clientes finales y que sean un medio de pago comúnmente aceptado».
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