sara borondo
Martes, 1 de septiembre 2020, 01:16
Microsoft ha puesto fecha al final de Internet Explorer (IE): el 17 de agosto de 2021. A partir de entonces el famoso navegador no será compatible con las aplicaciones y servicios de Microsoft 365, la plataforma de productividad en la nube para que distintos ... usuarios compartan documentos online de las aplicaciones de Microsoft y que incluye, entre otros, los servicios de Office, OneDrive y Outlook. Pero antes de llegar a esa puntilla final, Explorer irá quedando cada vez más arrinconado, como si se tratase del ordenador de la película '2001'. El principio del fin para Explorer dará un paso más el 30 de noviembre de este año cuando deje de ser compatible con Teams, la aplicación de Microsoft para trabajo compartido.
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La última versión, Explorer 11, salió en noviembre de 2013. La propia Microsoft empezó a escribir el final de uno de sus productos más conocidos en 2015, cuando lanzó el navegador Edge Legacy, basado inicialmente en el motor Edge HTML (una versión renovada del de Internet Explorer). Desde enero de este año ha sido reemplazado por el nuevo Edge, que utiliza el motor Chromium (el mismo que Google Chrome pero mejorado). La intención de Microsoft es que los usuarios abandonen al mismo tiempo Explorer y esa antigua versión de Edge, Legacy; su aplicación de escritorio recibirá una última actualización de seguridad el 9 de marzo de 2021.
La decisión de Microsoft de arrinconar a su antiguo navegador supone que los usuarios podrán seguir usándolo pero tendrán «una experiencia degradada o no podrán conectarse con las apps y servicios de Microsoft 365», según indica el comunicado hecho público por la empresa.
Netscape Navigator fue el primer navegador que llegó a los ordenadores, en diciembre de 1994. Pocos meses después, el 16 de agosto de 1995, nació Explorer como parte del sistema operativo Windows 95.
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Netscape y Explorer compitieron por el mercado en el último lustro del siglo, aunque la balanza no tardó en en inclinarse de manera decidida por el segundo, sobre todo porque venía incluido en el sistema operativo de los de Redmond. Por su parte, Netscape debía comprarse. La versión 2.0 de IE salió pocos meses después, incluyendo algunas características de Netscape para tener compatibilidad con las páginas que se habían diseñado pensando en éste.
Explorer usaba parte del código fuente de Spyglass, uno de los primeros navegadores comerciales vinculados al navegador NCSA Mosaic. En 1994, Microsoft llegó al acuerdo de pagar a Spyglass una cuota trimestral (más un porcentaje de los ingresos por cada Explorer vendido), pero entonces decidió incluir el navegador como parte del sistema operativo. De esta forma no hubo ingresos ni la necesidad de pagar por derechos de uso. Esto puso a la empresa de Windows ante los tribunales, en un juicio que terminó con el pago de 8 millones de dólares a Spyglass.
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La versión 3.0, que salió en 1996, vino acompañada con la simbólica 'e'. Además de distanciarse de Netscape, trajo importantes cambios en la interfaz, el principio de las hojas de estilo CSS, soporte para vídeos y Java.
Cada nueva versión venía más integrada en el sistema operativo, lo que permitió a Explorer ganar la guerra de navegadores contra Netscape u Opera. Esto también causó a Microsoft serios dolores de cabeza, cuando el gobierno estadounidense demandó a la empresa por competencia desleal. La multinacional alegó que la fusión entre el sistema operativo y Explorer era el resultado de la innovación y la competitividad y que los dos productos eran uno, pero las alegaciones en su contra indicaban que no había tal fusión, al haber disponible una versión para Mac OS. No es solo que los fabricantes tuvieran que vender Windows con Explorer, sino que al desinstalarlo el sistema se volvía inestable, lo que hacía imposible su eliminación. El juez decidió que Microsoft debería dividirse en dos empresas: una para el sistema operativo y otra para el resto del software. Aunque esto nunca se llevó a cabo, este juicio sentó un precedente en las leyes antimonopolio.
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Microsoft se enfrentó a un conflicto similar en Europa, cuando la Comisión Europea denunció como abuso de posición dominante la imposición de Explorer como navegador del sistema operativo Windows. En este caso la contienda duró diez años y se cerró sin multa y con el compromiso de Microsoft de mejorar la compatibilidad de su sistema operativo con los productos de otras empresas. Fue así como se incorporó la 'ballot screen' (a partir de Windows 7), la ventana que aparece la primera vez que se inicia Windows en un ordenador y que pregunta al usuario qué navegador web quiere instalar por defecto.
A principios de siglo, Explorer era el navegador más popular. Entre 2002 y 2003 lo llegaron a utilizar hasta el 95% de los usuarios. IE 6.0, una de las versiones más recurrentes, llegó integrada en el sistema operativo Windows XP. No obstante, el software tenía serios problemas de seguridad; hasta el punto de que se considera uno de los peores productos tecnológicos jamás creados.
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En los años siguiente comenzaron a aparecer opciones como Mozilla Firefox o Google Chrome -Safari en los ordenadores de Apple- más rápidas y con más opciones. Se produjo entonces la conocida como segunda guerra de los navegadores y en esta ocasión Microsoft no estaba bien posicionada. Con IE 8 intentó que el navegador fuese más rápido y estable y con IE 9, en 2011, se centró en mejorar el rendimiento hasta igualarse a sus competidores, pero ya no pudo llevar el mismo paso. Se encontró en el bando perdedor y ni con el cambio a Edge Legacy consiguió convencer a los usuarios (a falta de ver la respuesta al nuevo Edge basado en Chromium).
Los últimos años, sobre todo desde que apareció Edge, Explorer se ha convertido en una molestia para Microsoft al tener que dar apoyo a un producto obsoleto; de ahí que haya puesto fecha al punto final. Los usuarios probablemente no noten su ausencia (se calcula que sólo un 2% de la gente que navega por internet utiliza Explorer), pero sí puede suponer un terremoto en la administración, ya que buena parte de sus servicios telemáticos se basan en Internet Explorer. Los certificados digitales se pueden instalar en cualquier navegador, pero para las firmas telemáticas a menudo es obligatorio tener Java y y no hay navegadores que sirvan para esta tecnología. Algunas administraciones se han puesto al día con sistemas como Autofirm@, que sustituye a Java, pero otras muchas tendrán que actualizarse a marchas forzadas antes de que Microsoft dé la puntilla a su antiguo navegador.
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