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Los discos de vinilos coparon el 17% de las ventas de música física en España el año pasado.
¿Por qué han vuelto los discos de vinilo?

¿Por qué han vuelto los discos de vinilo?

Los elepés, salvadores de la industria discográfica

sara borondo

Martes, 27 de agosto 2019, 00:52

La cultura de la música gratis no atrae por igual a todo el mundo. Frente a plataformas de streaming como Spotify, Apple Music o Youtube Music, está creciendo el número de aficionados a los formatos físicos. Más concretamente, a los discos de vinilo, hasta el punto de que el volumen de negocio es similar al que había en los años 80, según estableció la auditora Deloitte en 2017.

En 2018 los ingresos totales de la música grabada ascendieron a 17.000 millones de euros, lo que supone una mejoría del 9,7% respecto al año anterior. La subida se debe al auge de las ventas digitales (ascendieron un 21,1%) mientras que las físicas bajaron un 10,1%. De esta caída se salva el vinilo, que creció por décimotercer año consecutivo (un 6%), manteniendo una participación del 3,6% del mercado total según el 'Informe Mundial de la Música 2019'.

Según la auditora Nielsen, esto se tradujo en 16,8 millones de elepés vendidos en Estados Unidos el año pasado. La lista la encabezó 'Guardians of the Galaxy: Awesome Mix Vol. 1 sountrack', seguida de 'Thriller' (Michael Jackson), 'Rumours' (Fleetwood Mac), 'Abbey Road' (Los Beatles) y la banda sonora de la película 'Purple Rain' (Prince). Para encontrar un disco de la última década hay que irse al puesto 9, en el que está el álbum 'Black to Black»' de Amy Winehouse -que ya lleva varios años en las listas de vinilos más vendidos-, y en el 10 está el único álbum de 2018, 'Pray for the wicked' de Panic! At the Disco.

Un aumento anual en ventas del 19%

En España, donde también es cada vez mayor la tendencia al consumo de música online pero el formato físico sigue suponiendo el 28,8% de las ventas, la revitalización del vinilo es incluso más fuerte. Según la Asociación de Productores de Música de España (Promusicae), la venta de vinilos subió de 362.000 en 2015 a 433.000 en 2016, un incremento del 19,6% muy similar a la subida del 19% que experimentó en 2018. El mercado físico del vinilo supuso el año pasado un 17% del total de formatos físicos (que comprenden CD y elepés); no está nada mal teniendo en cuenta que en 2012 las ventas de vinilos eran residuales y parecían destinados a desaparecer.

¿Qué tiene el vinilo para atraer a los melómanos? Para el experto en sonido Nico Suárez (conocido como 'Guaje DJ') el principal elemento es emocional, porque muchos de quienes compran vinilos buscan discos antiguos en tiendas online o físicas: «El hecho de comprar y coleccionar vinilo empieza mucho antes de poner la aguja sobre él. De alguna manera, todos tenemos en nuestra cabeza una lista de deseos que soñamos con adquirir. Son meses, años de búsqueda», sostiene.

Una de las plataformas más utilizadas es Discogs, en la que los usuarios pueden incluir un inventario de su colección, crear una lista de deseos y saber dónde encontrar los títulos que buscan. Suárez explica: «Además, la plataforma te permite comentar cada disco y descubrir curiosidades que jamás te contará un MP3. Todo este juego de persecución es ciertamente adictivo, pero no acaba ahí. Luego esos discos llegan a tus manos y, en mi caso, sufren un proceso personal de clasificación que me permite crear un vínculo con ellos de manera que mi cabeza es capaz de recordarlo cuando el momento es oportuno, ya sea porque me apetece escuchar ese disco en ese momento solo en casa o en maratonianas sesiones de DJ en las que un tema evoca el siguiente. Una canción nunca me evocará un archivo MP3 que está en una carpeta de mi disco duro, pero sí me recodará una portada, el tiempo que emplee en la búsqueda del disco y cómo me imaginé un momento en el que sea la canción adecuada para que mis amigos disfruten».

Promusicae apunta a que una de las razones del auge del vinilo es el interés creciente por el formato entre los menores de 25 años, que ha provocado incluso la aparición de tiendas especializadas en discos de vinilo en países como Reino Unido.

El CD (casi) mató a la estrella del vinilo

El formato en vinilo vivió su propio descenso a los infiernos con la llegada del CD. La calidad del sonido digital y el hecho de que los CDs se pudiesen manipular mejor al ser menos delicados propició su paulatina desaparición de las tiendas. Pero el reinado de la música en CD llegó a su fin con la aparición al empezar el siglo de formatos de archivo digital como MP3 y, años después, de las plataformas que ofrecen música mediante streaming, ya sea gratis -a cambio de escuchar publicidad- o con suscripción premium.

En lo puramente sonoro, en los primeros años del formato CD muchos melómanos afirmaban que la calidad era inferior al vinilo y que este podía registrar información que no recogían los CD. Guaje DJ explica que los sistemas digitales «tratan de almacenar y reproducir estos voltajes ciñéndose a una cuadrícula que posteriormente se traducirá en 0 y 1. Cuanta más precisión tenga dicha cuadrícula más se parecerá a lo original analógico. Hay un punto en que esta cuadrícula tiene tanta precisión que el oído ya no puede distinguir si es vinilo o digital. Este umbral depende de lo entrenado que esté el oído pero podríamos generalizar que el CD es justo donde la calidad de la cuadrícula es suficientemente buena para compararse con un vinilo». Otra cosa muy diferente son los archivos en MP3, con una calidad inferior al CD: «cualquier persona que escuche atentamente las dos opciones una tras otra notará la diferencia», afirma el experto.

Mientras el CD empezaba a decaer, el vinilo fue renaciendo de sus cenizas y, con este resurgir del elepé llegó el de los aparatos necesarios para escucharlos: los tocadiscos. Suárez explica que en ellos hay dos sistemas independientes: uno es la cadena de sonido que va desde la aguja a la cápsula (el brazo) y otro el motor que hace que gire el soporte. En el primero de estos sistemas ha habido pocas innovaciones durante décadas «más allá de algunas agujas y cápsulas que aseguran respetar al máximo lo que ha sido grabado en el vinilo originalmente», dice.

Motores que consiguen que el disco gire de forma constante

En la parte de motores sí ha habido adelantos: en los aparatos antiguos el motor conseguía funcionar a 33 y ⅓ o a 45 revoluciones por minuto pero no giraban de forma continua sino con pequeños impulsos intermitentes «como si para ir a 120 km/h en la autopista fuésemos dando pequeños pisotones al acelerador», informa Guaje DJ, mientras que los tocadiscos actuales mantienen una velocidad más constante. El experto añade: «un tocadiscos de hace 40 años, si está bien conservado, dará una experiencia igual de satisfactoria que uno último modelo. Las diferencias son muy mínimas y las notan los muy quisquillosos». El aspecto de estos nuevos aparatos oscila desde el look totalmente retro del 1byone con acabado en madera al minimalista Lenco LS-10 o el futurista Clearaudio Statement. La mayoría de ellos permite guardar el sonido del vinilo en MP3.

Aparte de comprar vinilos, con las nuevas tecnologías ha surgido la opción de 'planchar' un vinilo personalizado en alguna de las múltiples empresas que hay online como Qrates o Standard Vinyl o las españolas Krakatoa Records, La Cupula Music o Werecordvinyl. Entre las empresa vascas que planchan vinilos está Press Play Vinyl en Urduliz (Bizkaia), que abrió el pasado mes de febrero una fábrica con capacidad de producción de hasta medio millón de discos al año tanto para encargos privados como para grupos que quieren promocionarse o sellos discográficos.

En todas estas empresas solo hay que elegir soporte, portadas y el resto del diseño y subir las canciones; normalmente fabrican a partir de 100 copias, pero algunas ofrecen la opción de menos cantidad a un precio que ronda los 15€ cada disco, que se puede escuchar en cualquier tocadiscos. Eso sí, no se tratará de un vinilo de verdad, sino de un disco de policarbonato que parece de vinilo.

Buena parte de las compras actuales de vinilos se deben a los coleccionistas que buscan obras específicas, pero también hay artistas que publican sus obras en alguna plataforma de streaming y en vinilo; entre ellos están U2, Daft Punk, Mark Knopfler o Lady Gaga. Para Suárez esto se debe más a una cuestión de marketing que a un gusto personal «lo cual es legítimo y, de paso, contenta a un puñado de friquis como yo -opina-. Esto pasa sobre todo con el indie y el pop. Conozco casos de gente que tiene una docena de estos vinilos y ni tiene un tocadiscos ni se plantea comprárselo. Eso sí, la foto en Instagram el día que lo compró no faltó. Esperemos que en unos años los vendan a buen precio».

El DJ no se olvida de discográficas que han decidido apostar por este formato como Speakers Corner o el español Vampi Soul (que publica en vinilo y CD): «hay sellos que o bien nunca han dejado de planchar vinilo o bien editan cosas muy excluisivas solo en vinilo. Larga vida para estos últimos».

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