Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
sara borondo
Jueves, 4 de febrero 2021, 22:02
La mayoría de personas hablan, preguntan e incluso cuentan problemas a sus mascotas.. Con el tiempo, aprenden a interpretar el lenguaje corporal de los gatos y perros con los que conviven, según se van estrechando los vínculos entre dueño y animal de compañía, pero ... no siempre se acierta y es difícil saber si cuando gime le duele algo o simplemente está asustado.
En la sociedad actual cada vez hay más hogares con mascota. El informe 'Tendencia del Consumidor 2020' estableció que el 42% de los hogares españoles tenía un perro o gato en 2019 (un 2,5% más que el año anterior). No es una tendencia exclusiva de nuestro país: en todo el mundo el gasto total en mascotas se duplicó con creces entre 2003 y 2016. Con ese incremento han surgido cada vez más complementos (sobre todo para perros y gatos), desde rastreadores de actividad a comederos automáticos, pasando por pelotas con control remoto para que el animal juegue. Pero la principal preocupación de los dueños suele consistir en saber qué necesita su mascota. Hasta ahora existían algunos aparatos para interpretar el ladrido de los perros, pero se basaban en grabaciones con las que había que comparar el ladrido del animal.
Hace un lustro surgió otro método para interpretar ladridos: 'No more woof', un dispositivo ideado por The Nordic Society for Invention and Discovery que se colocaba en la cabeza del animal, captaba las ondas eléctricas cerebrales, las vinculaba a los ladridos e interpretaba lo que querían decir. Intentaba identificar el cansancio, el hambre, las emociones intensas y las reacciones a lo desconocido, pero al final el proyecto no salió adelante.
La inteligencia artificial tiene mucho que decir en el terreno de los animales. Ha permitido la aparición de los primeros traductores (efectivos) entre mascotas y humanos. La Universidad de Cambridge, por ejemplo, ha desarrollado un programa que estima el nivel de dolor de las ovejas basándose en el reconocimiento de las expresiones faciales de los ovinos (a base de enseñar a la máquina cientos de fotos de ovejas enfermas y sanas, para que aprendiera a distinguir unas de otras). Esto tiene evidentes ventajas en el ahorro de tiempo para el ganadero y en la detección temprana de cualquier problema de salud en el rebaño.
Por su parte, los dueños de perros tienen ya una manera de estar más cerca de sus mascotas con Petpuls, un collar que cuesta 81 euros y que detecta hasta cinco emociones diferentes. El proyecto comenzó en 2017 con una base de datos elaborada por la empresa coreana Petpuls Lab, que recogía 10.000 ladridos de 50 razas de perro de cuatro tamaños diferentes y que sirvió para crear un algoritmo capaz de analizar las emociones de los animales.
Petpuls contiene toda esa información e incorpora un micrófono para recoger el ladrido del can que lo lleva, transmitiendo al dueño del animal si la mascota está feliz, nerviosa, enfadada, triste o relajada. El dispositivo también hace las veces de pulsera de actividad: recoge todos los datos del perro (incluida la alimentación) y utiliza un acelerómetro para registrar lo que se ha movido. La aplicación que acompaña al collar concede acceso a una suerte de red social canina, muestra las calorías que ha consumido el animal durante los paseos diarios e indica de forma gráfica su estado de ánimo con una fiabilidad (según los fabricantes) del 80%. A su vez, los ladridos de los perros que lleven el collar sirven para ir mejorando la tecnología, por entrenamiento de la inteligencia artificial.
Una alternativa para gatos es la aplicación 'Meow Talk', de Akvelon, actualmente en versión beta. Interpreta los maullidos de cada gato como una de las nueve posibilidades que incluye el programa, aunque se trata más de un estado de ánimo (estoy contento, tengo dolor, quiero cazar…) que de un mensaje con palabras. Esto es así porque los gatos no tienen un idioma común: cada uno elabora una forma personal de 'hablar' con su dueño que, además, es diferente de la comunicación que establece con otros animales de su especie.
Sus desarrolladores explican que la app utiliza 'deep learning' para ir adaptándose a los maullidos de cada gato, de forma que necesita cierto entrenamiento; por ejemplo, registrar el sonido que emite el animal cuando se dispone a comer. Cuando la app capta el maullido con el mensaje correcto, lo almacena y es capaz de informar al dueño. Meow Talk tiene ya un millón de descargas en dispositivos Android (también está disponible en iOS).
Una vez perfeccionada la tecnología de reconocimiento de estados de ánimo de los felinos, el objetivo de la empresa es lanzar un collar que traduzca a lenguaje humano lo que quiere transmitir el gato.
Pero la inteligencia artificial no solo sirve para intentar comunicarse con los animales domésticos. También se está usando con animales salvajes para, por ejemplo, decodificar el sonido de los delfines y elaborar un diccionario. Por su parte, la iniciativa'AI for Earth' de Microsoft está subvencionando un programa para identificar cantos de pájaros y así identificar aquellas especies amenazadas. Otro caso reseñable es el de los científicos de la Universidad de Georgia, quienes están recopilando los ruidos que hacen los pollos en circunstancias como la cercanía de un depredador, los cambios de temperatura o los valores de su mucosa (indicador de una infección viral). Un programa de aprendizaje automático procesa esa información para alertar a los agricultores en caso de que las aves tengan algún problema.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.