Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
sara borondo
Jueves, 6 de octubre 2022, 00:25
La evolución es un proceso lento, aunque algunos estudios científicos apuntan que en el ser humano se ha acelerado debido, en buena medida, a los avances tecnológicos, la cultura y la mejora de la medicina. El cerebro humano fue creciendo hasta que hace 70.000 ... años se estancó y en los últimos 20.000 años se ha ido reduciendo de 1500 cc a 1350 cc, una tendencia que parece ser se aceleró en los últimos 3000 años.
Algunos expertos como el antropólogo de la Universidad de Wisconsin (EE.UU.) John Hawks apuntan que esto se debe a que las conexiones neuronales son ahora más eficientes, mientras que otras voces sostienen que el hecho de que tecnologías como la agricultura o la ganadería y el vivir en sociedades más numerosas llevaron a la especialización de las personas en una tarea concreta y aliviaron la presión por sobrevivir. Igualmente, las últimas investigaciones indican que el hombre no fue tolerante a la lactosa hasta hace 7000 años y no fue un rasgo genético común hasta hace unos 3000 años.
Hay otros cambios que se han detectado y que se han producido muy recientemente. Durante la etapa embrionaria la arteria mediana es la que transporta la sangre al antebrazo y la mano, pero cuando el bebé se desarrolla en el útero la van sustituyendo en esta función las arterias radial y cubital hasta que llega a desaparecer. Es poco habitual encontrarla en adultos pero cada vez se detecta en más personas (lo que se conoce como arteria mediana persistente), según ha descubierto una investigación conjunta de las universidades australianas de Flinders y Adelaida publicada en el Journal of Anatomy.
Desde el siglo XVIII se ha estudiado la existencia de esta arteria en adultos y este estudio ha demostrado que se ha pasado del 10% de la población que la tenía entre los nacidos en 1880 al 30% en las personas nacidas a fines del siglo XX. Poco más de un siglo y se calcula que actualmente la tienen el 35% de los nacidos, de forma que para 2100 podría estar en los brazos de la mayoría de la población. Esta arteria supone que la mano tiene más riego sanguíneo pero, según otras investigaciones, puede estar relacionada con la aparición del síndrome del túnel carpiano.
Por el contrario, hay un músculo con tendencia a desaparecer. Se trata del palmar largo, un músculo localizado en la cara anterior del antebrazo que ayuda a flexionar la palma de la mano, la muñeca y el antebrazo, aunque no es necesario.
Para saber si se tiene hay dos test, el de Thompson, que consiste en apoyar el antebrazo con la mano hacia arriba abierta, cerrar el puño y doblar la muñeca: si aparece una elevación en el centro de la muñeca, la persona tiene palmar largo. Otra prueba similar es el test de Schaeffer, para el que hay que colocar el antebrazo y la mano en la misma posición, unir con fuerza la punta de los dedos meñique y pulgar y flexionar la muñeca. Si aparece una elevación en el centro de la muñeca, existe ese músculo.
Los simios utilizan el palmar largo para trepar, pero en las personas no es necesario. El hecho de que entre el 10 y el 15% de la población ya no lo tenga se debe a que está desapareciendo como parte de la evolución del ser humano. Igual que ya no sirven el apéndice o las muelas del juicio, aunque los cirujanos sí utilizan el palmar largo para operaciones reconstructivas o estéticas.
Hace un par de años la empresa de telecomunicaciones TollFreeForwarding preguntó a un grupo de expertos cómo podía afectar al cuerpo humano el uso cada vez mayor de tecnología como teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles o televisores. Con las opiniones recogidas de distintos expertos (algunas con cierto respaldo científico y otras no) diseñó un modelo 3D al que llamó Mindy y que muestra a una mujer que tendría los dedos curvados como garras, resultado de estar utilizando un teléfono durante muchas horas; un cráneo más grueso para proteger al cerebro de las ondas inalámbricas; la espalda arqueada y encorvada de mirar constantemente hacia la pantalla del smartphone; los músculos del cuello más desarrollados que actualmente, el codo doblado a 90 grados y un segundo párpado que filtraría la luz excesiva de los dispositivos.
Una de las opiniones que se tuvieron en cuenta para diseñar a Mindy fue el artículo para prevenir el «cuello tecnológico», del cirujano ortopédico experto en la columna cervical K. Daniel Riew. Fue publicado en la revista Health Matters para prevenir esta dolencia que provoca dolores de cabeza, espasmos en el cuello. dolor entre los omóplatos y crujidos en los hombros (resultado de no mover el cuello durante muchas horas cada día). Algunas personas incluso pueden tener dificultades para mirar arriba después de tanto tiempo mirando abajo.
Frente a quienes aconsejan sentarse erguidos cuando se trabaja con el ordenador, el doctor Riew sostiene que así se pone mucha fuerza en los discos de la parte inferior de la espalda y los de la nuca tienen que contraerse para mantener la cabeza erguida. Esto supondría trabajar reclinado en la silla con un ángulo de entre 25 y 30 grados, de forma que las vértebras y el cuello soporten menos presión y la nuca no tenga que contraerse para mantener la cabeza erguida.
Otra de las teorías que sirvieron para diseñar a Mindy, la de la idiocracia, es más aventurada. Se basa en la película del mismo nombre de Mike Judge, ambientada en el año 2500. En ella el ser humano ha retrocedido en inteligencia al no tener que utilizar el cerebro para seguir avanzando debido a la singularidad tecnológica, cuando la inteligencia artificial haya evolucionado lo suficiente como para que las máquinas se mejoren a sí mismas sin necesidad de intervención humana.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.