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La sinrazón de 'The Last of Us Parte 2 Remastered'

La sinrazón de 'The Last of Us Parte 2 Remastered'

Crítica ·

La obra maestra de Naughty Dog incorpora niveles descartados y un modo roguelike

Miércoles, 17 de enero 2024, 09:43

No sé muy bien cómo enfocar este texto sobre 'The Last of Us Parte II Remastered', a fin de cuentas nos encontramos ante una de las obras que más calado ha tenido en el propio medio en los últimos tiempos. Un videojuego del que se han escrito infinidad de artículos, tesis doctorales, se han publicado ensayos en Youtube, se han escrito libros… y no es para menos, la complejidad de los temas que aborda el videojuego, la forma en que busca imbricar narrativa con interactividad, las polémicas que acompañaron a su lanzamiento y, por supuesto, a su desarrollo son asuntos que dan para hablar largo y tendido de la obra más compleja de Naughty Dog.

The Last of Us Parte II es un videojuego fascinante, su retrato del ciclo de la violencia, de la deshumanización del rival, del sadismo desproporcionado de la venganza; del egoísmo y de la manipulación que nace del amor es de una crudeza que por momentos roza lo grotesco y que, en un momento tan convulso como el actual, tiene una lectura completamente vigente. Tal vez por eso, puede que únicamente por eso, tenga sentido esta remasterización.

Casi un año después de su lanzamiento en 2020, Naughty Dog lanzó un parche gratuito que permitía disfrutar de The Last of Us Parte II a 60 fps (doy fe de que es una auténtica locura ver en movimiento a este juego con esa tasa de imágenes por segundo), además de otras sustanciales mejoras como una resolución mejorada, tiempos de carga reducidos y mucho más. Con esa actualización, el juego llegaba a la nueva generación de consolas (a PlayStation 5 que llegó a las tiendas en noviembre de 2020) manteniendo la rotundidad de una obra que cerraba el ciclo virtuoso del estudio californiano en PlayStation 4 y que, 10 meses después seguía luciendo tan apabullante que costaba creer que el mismo juego pudiese funcionar en una máquina de prestaciones inferiores.

El asunto de las remasterizaciones no es algo que le sea ajeno a la industria del videojuego, con mayor o menor acierto, llevamos un tiempo bastante largo recibiéndolas y en algunos casos tienen toda la razón de ser, pero por norma general me hacen levantar las cejas con suspicacia. Naughty Dog lo ha hecho varias veces, no hay más que ver The Last of Us, es cierto que hace unos meses lanzaron el remake de la primera parte, para adaptarlo al motor gráfico de la segunda entrega y dotarlo de algunas mejoras de calidad de vida y técnicas que 10 años después tenían todo el sentido; más aún si lo vemos como una estrategia más para aprovechar el tirón de la adaptación del videojuego a serie en HBO. Pero estamos hablando de un remake, casi, casi, un desarrollo nuevo del juego. Las remasterizaciones, en cambio, por norma general suponen un lavado de cara, pulir algunas cosas y dejarlo todo más lustroso y brillante.

Por eso tenía mis dudas cuando se anunció la remasterización de Parte II. Unas dudas que tras jugarlo no se han terminado de disipar. The Last of Us Parte II es un videojuego de una contundencia casi, casi asfixiante. Como decía unas líneas más arriba, a pesar de los problemas y las pegas que se le pueden sacar, cierto conservadurismo en su propuesta jugable, por ejemplo, es una obra cuya vigencia es incontestable y que marcó la senda autoconsciente para derribar los tabúes que rodean al propio medio. Soy consciente de que navego sobre una misma idea, pero es importante aclarar este punto, puesto que es donde veo el principal valor de esta remasterización para aquel jugador que no jugó a la obra en su momento. Es una forma estupenda de disfrutar de la secuela en su versión más completa. Ya, si has jugado a la versión de PS4 o la adaptada a PS5 con el parche 'next-gen' que lanzó en 2021 Naughty Dog, las dudas se acrecientan.

Imagen principal - La sinrazón de 'The Last of Us Parte 2 Remastered'
Imagen secundaria 1 - La sinrazón de 'The Last of Us Parte 2 Remastered'
Imagen secundaria 2 - La sinrazón de 'The Last of Us Parte 2 Remastered'

A nivel de diseño artístico y técnico pocas obras se le acercan, el diseño de los personajes, la cantidad absurda de animaciones con las que cuentan, el diseño de niveles y de los entornos, que sin ser un mundo abierto, ofrecen muchas posibilidades para perderse en sus rincones, buscar alternativas y secretos, son de una calidad excepcional. Pero claro, todo esto ya estaba en la obra original y las mejoras en estos apartados no son tan sustanciales en el remaster. De hecho, a pesar de sonar como un disco rayado, el parche de nueva generación, que desbloqueaba los 60 fps y mejoraba la resolución, tuvo un impacto mucho mayor que el trabajo realizado en este momento, que es más de pulir y dar lustre y que requiere de un ojo muy experto para apreciar las sutiles diferencias.

Es cierto que esta nueva versión llega con algunas novedades como la posibilidad de jugar a algunos niveles descartados durante la producción, extras y comentarios de making of o la guinda del pastel, la inclusión del modo 'Sin retorno', un roguelike de supervivencia variado y desafiante que nos lleva a escenarios conocidos de la obra, generados aleatoriamente y que crea diferentes desafíos con muerte permanente del personaje, lo que hace volver a empezar desde el principio, perdiendo todas las armas, objetos y mejoras que hayamos conseguido hasta el momento. Es un modo interesante y refrescante, pero que no deja de ser anecdótico dentro de una obra cuyo principal valor son las 30 horas de juego que nos llevará completar la odisea de violencia, odio y venganza de Ellie y Abby. De hecho, este modo roguelike parece nacido de los descartes del famoso The Last of Us Online cancelado a finales del año pasado.

Visto en su conjunto, alguien que haya jugado a la obra de Naughty Dog puede que tenga muy pocos alicientes para acercarse a esta versión, más aún si vienes de jugarlo en PS5, aunque su precio por actualizar la versión de PS4 a esta edición remasterizada por 10€ no es de esos que disuaden a los compradores.

La cuestión final es, ¿tiene razón de ser esta revisión? Me cuesta verlo, es un movimiento que me recuerda enormemente a las revisiones que Peter Jackson o George Lucas, en su momento, han ido haciendo de sus obras, revisándolas, retocando algo por aquí y algo por allá, pero sin aportar una nueva visión (con permiso de las ediciones extendidas, por supuesto) de las producciones y convirtiéndolas en un producto más con el que sacar los cuartos al fan. Es cierto que los desarrollos de las grandes superproducciones AAA son cada vez más caros, que los ciclos de desarrollo más largos y que no todo el mundo cuenta con un GTA V que inyecte pingües beneficios anuales para sostener a un estudio que pueda centrarse en desarrollar su próxima obra sin ahogos. No digo que este sea el caso de Naughty Dog, que además cuenta con el respaldo de Sony y, a buen seguro, tendrán un cheque en blanco para hacer lo que necesiten tomándose el tiempo que sea necesario, pero es una forma de alargar la vida de una obra y de aprovechar todas las olas posibles, aunque la temporada de premios no les esté siendo muy propicia con la adaptación para HBO.

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