Santiago Segura: «Luigi's Mansion 2 HD recoge muchos elementos del cine de terror clásico»

Hace unas horas se ponía a la venta 'Luigi's Mansion 2 HD', la última exclusiva para la consola híbrida de Nintendo (Switch). Se trata de una remasterización del clásico para la portátil estereoscópica de la compañía, donde el apodado hermano cobarde debe explorar cinco mansiones en busca de los fragmentos de la Luna Oscura, responsable de apaciguar a los entes del Valle Sombrío.

A la espera de nuestra reseña propiamente dicha, asistimos a la presentación española del juego en un edificio histórico de la capital española, ambientado especialmente para la ocasión. Allí, unos invitados de excepción ofrecieron un particular coloquio sobre los entresijos del terror desde la óptica del cine (Santiago Segura), la neurociencia (David del Rosario), la literatura (Ledicia Costas) y los propios videojuegos (Salva Fernández).

Para Segura, cineasta que encara el estreno de la cuarta entrega de 'Padre no hay más que uno', «el miedo, que a menudo creamos nosotros mismos al poner en marcha la imaginación frente a determinados estímulos, resulta más predecible en el ámbito cinematográfico».

Segura recordó al tiempo sus primeros visionados de cintas como 'Atrápame esos fantasmas' o 'Tu madre se ha comida a mi perro', en las que reconoce un elemento definitorio de Luigi´s Mansion 2 HD como es «el empleo del humor como parapeto frente a los sustos. [...] Es un juego que recoge muchos elementos del cine de terror clásico, pero desde una óptica afable que hace al niño coger la sartén por el mango».

Por su parte, la escritora Ledicia Costas (Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil), desgranó cómo a través de los libros «podemos crear atmósferas muy densas, en las que siempre quedan huecos que debemos completar con la mente».

Especializada en historias de terror para niños, la autora gallega explicó que éstos «agradecen que rompas tabúes y les hables de aquello que se supone que no deben escuchar», revelando al tiempo su modus operandi narrativo: «La comedia sirve de contrapeso para equilibrar el miedo en un contexto infantil. Luigi's Mansion es la mejor prueba de que si un sobresalto termina en una carcajada, mejor que mejor».

En lo que al ocio electrónico respecta, el creador de contenido Salva Fernández recordó que, «mientras que en el cine nuestra actitud es reactiva, en los videojuegos debemos perseguir los estímulos de motu proprio, lo que potencia la experiencia junto a condicionantes como la falta de ítems o el tener que estar pendientes de una barra de salud».

Curiosa igualmente la reflexión de Fernández respecto al hermano del célebre Mario: «Como muchos padres, con Luigi tienes la sensación de que hace lo que puede. No desempeña el típico papel de salvador». Otra clave de la última aventura de Nintendo que apoya Segura: «Luigi me recuerda a mi madre; siempre obsesionada con que lo hacía todo mal. Personajes como él son héroes imperfectos, con los que empatizamos mucho más».

No menos relevantes fueron las intervenciones del neurocientífico David del Rosario, para quien productos como el título que nos ocupa responden a «ese tipo de miedo que nos apetece vivir; uno que se sitúa a caballo entre la excitación y el placer, que tenemos controlado y nos resulta posible evitar. [...] Este miedo recreativo -prosiguió- responde al sistema mesolímbico del cerebro, donde se liberan químicos fundamentales a la hora de experimentarlo como la dopamina o las endorfinas».

Del Rosario ratificó además el mensaje central del último gran estreno de Pixar ('Del Revés 2') al atestiguar que no existen emociones buenas ni malas: «Todas son necesarias por mucho que seamos adictos a las placentera y las persigamos en detrimento las que tradicionalmente se han considerado negativas, como el propio miedo».

El acto concluyó con un repaso por las anécdotas más terroríficas experimentadas por los interlocutores: Segura reveló así cómo estuvo a punto de ahogarse al no encontrar la salida de una improvisada gruta sumergida («Creí que era mi fin»); Costas recordó las sesiones de espiritismo practicadas por su vecina («Me aterraba que aquellas almas errantes pudieran acabar en mi casa») y tanto Del Rosario como Fernández aludieron a las malas sensaciones que les transmitieron los sanatorios y hoteles abandonados con los que toparon en sus respectivas adolescencias.

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