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antonio santo
Martes, 12 de mayo 2020, 10:03
Hace apenas unos días que Ubisoft anunció Assassin's Creed Valhalla, nueva entrega de la exitosa saga de los Asesinos. Los detalles del anuncio son ya más o menos conocidos por cualquier aficionado a los videojuegos; quien quiera resfrescarse la memoria tiene aquí un artículo ... con un estupendo resumen. Los Assassin's suelen ser bastante cercanos a los hechos históricos salvo por la parte conspirativa de la eterna – y ficticia – lucha entre Asesinos y Templarios. Una parte importante de su atractivo siempre ha estado en recrear con fidelidad momentos de la Historia para luego convertirnos en sus protagonistas ocultos. El asunto es que, aunque los vikingos sean una figura habitual en la cultura popular, su imagen difiere bastante de lo que fueron realmente y de su complejo (pero clave) papel en la configuración de la Europa medieval. Y por lo que sabemos de Valhalla hasta ahora, aunque mantiene más o menos la cronología de los hechos sigue apoyándose en alguno de esos tópicos. Así que vamos a repasar rápidamente unas cuantas claves históricas para situarnos en esta época para identificar esos clichés y tener una imagen más clara de qué eran realmente los vikingos.
Lo primero que hay que tener claro que no hubo una «cultura vikinga»: vikingo es una profesión, no un pueblo. Bajo esa etiqueta (de origen incierto), otras culturas englobaron a los asaltantes que provenían toda una serie de pueblos que no estaban coordinados entre sí ni compartían más que una cultura similar y lenguas parecidas (como lo podían ser el francés y el italiano de la época).
Estos pueblos nórdicos (daneses, noruegos y suecos sobre todo) eran originalmente germanos que se asentaron en la península escandinava, probablemente huyendo de alguna guerra local o de las invasiones romanas. Después de un tiempo, y tras desarrollar cultura, lengua y religión específicas, empezaron a expandirse hacia otros territorios, a veces con intenciones pacíficas (colonización y comercio) otras no tanto (saqueo y conquista) y a veces con ambas (ya que comercias, te quedas con la copla de dónde venir a robar la próxima vez). Entran en la Historia en el siglo VIII, cuando se escriben las primeras crónicas sobre sus asaltos a monasterios en las costas inglesas.
No se sabe muy bien el porqué de ese afán expansionista, aunque se habla de una posible superpoblación que, sumada a que la zona no era precisamente agradable para vivir, pudo empujar a los nórdicos al mar. También coincidieron con una etapa de un enorme vacío de poder: el Imperio Romano de Occidente había desaparecido, el de Oriente pillaba lejos; el Imperio Carolingio estaba en descomposición; no había un poder fuerte en las islas inglesas ni entre las tribus germanas… Esa falta de un enemigo claro coordinado favoreció sus actividades de pillaje.
Hay que subrayar que esas actividades bélicas eran, en su mayor parte, a tiempo parcial: los primeros reinos nórdicos no tenían ejército permanente. Un sueco cualquiera estaría a lo suyo trabajando en la granja durante todo el año, y cuando llegaran los meses de verano agarraría su hacha, se subiría al långskip (lo del nombre 'drakkar' también es una invención posterior) y se iría alegremente a saquear monasterios y pueblos desprevenidos con sus vecinos.. En cierta forma, cabe decir que no todos los vikingos eran vikingos. Por otra parte, es normal que la gente los confundiera: si uno es un monje de una abadía y cada verano unos señores altos con hachas y cara de desayunar cachorritos vienen a prenderle fuego a todo y llevarse hasta los clavos de las paredes, tampoco te vas a parar a preguntarle de qué tribu son.
Así pues, esta imagen del terrorífico vikingo sediento de sangre y sin piedad es… iba a decir que incorrecta, pero dejémoslo en inexacta. Tampoco nos pasemos con el lavado de imagen: sí que eran bastante violentos… pero no mucho más que el resto de pueblos europeos. La cultura nórdica sentía cierta fascinación por la guerra y la muerte, comerciaban con esclavos y no dudaban en pasar a cuchillo a cualquiera en sus incursiones… lo cual, con ligeras variaciones, se podía decir también de muchos reinos cristianos o musulmanes de la época. Pensemos que los relatos históricos de la época nos llegan de sus víctimas, no de ellos (que fueron durante mucho tiempo un pueblo ágrafo). Como es natural, los soldados enemigos son siempre monstruos sanguinarios, mientras que los propios son heroicos defensores de la justicia.
El método de actuación de las incursiones vikingos era casi siempre más o menos el mismo. Primero enviaban expediciones de exploración y comercio. Éstas reconocían la zona, identificaban posibles objetivos y a veces construían pequeños asentamientos que sirvieran para reabastecer futuras incursiones. Los vikingos, que recordemos que eran homicidas a media jornada nada más, buscaban objetivos poco defendidos pero con muchas riquezas… lo cual parece imposible: nadie deja un tesoro sin proteger, ¿verdad? Salvo por los monasterios, conventos y abadías, que en la Edad Media guardaban víveres y riquezas y apenas estaban defendidos más que por el tabú de atacar un lugar sagrado. Un tabú que no podía importar menos a aquellos guerreros nórdicos paganos, claro.
De esa imagen propagandística tan negativa nos llega la idea de que los vikingos eran unos incultos salvajes. Sin embargo, no llegas a poner contra las cuerdas a media Europa, a navegar hasta el otro extremo del mundo y dejar una huella indeleble en la Historia sólo a base de fuerza bruta y furia berserker. En realidad, los pueblos nórdicos eran bastante avanzados en muchos aspectos sociales, culturales y tecnológicos. Sólo fueron vencidos cuando se enfrentaban a otros ejércitos más desarrollados (como el Califato de Córdoba); y si dejaron de ser el Terror de Europa fue simplemente porque los nórdicos se europeizaron y Europa se nordificó. Todos los reyes europeos descienden en parte de un único vikingo (éste sí a tiempo completo): Rollo el Errante, al que el rey de Francia convirtió en duque de Normandía básicamente para que le dejara en paz.
Los pueblos nórdicos eran, para empezar, excepcionales navegantes. Para orientarse inventaron algo llamado 'la piedra solar', un ingenio capaz de mostrarles la posición del sol en el cielo incluso en días nublados; así, podían navegar en condiciones atmosféricas contrarias. Sus barcos largos eran livianos y fáciles de maniobrar; podían moverse con velas o a remo; y por su bajísimo calado podían navegar con sólo un metro de agua. Como además eran barcos muy ligeros, una expedición de asalto podía llegar navegando por la costa, entrar por un estuario y subir río arriba… y después llevarlo a pulso tierra adentro hasta acercarte a tu objetivo. Imaginémonos estar sentado a lo tuyo a 50 km de la fuente de agua corriente más cercana, pensando que ahí estás a salvo, y ver venir a lo lejos a cien vikingos cargando a hombros con el barco. Así los nórdicos llegaron a plantarse en lugares tan poco escandinavos como Sevilla, y hay pruebas de asentamientos en Canadá, Groenlandia...
También contaban con buen armamento, no se sabe si por pura invención propia o a base de coger ideas y materiales de aquí y de allá. Y podían presumir de una organización social bastante más avanzada que la de otros países europeos. Para empezar, la movilidad social era mucho mayor que en el feudalismo: un hombre libre podía aspirar a ascender en el escalafón social, y los nobles podían ser destituidos en circunstancias excepcionales. Esto era precisamente lo que empujaba a los nórdicos a la conquista y la exploración, y lo que los hacía individualmente más peligrosos. Mientras que en un ejército europeo la mayoría de soldados serían campesinos forzados a la guerra por su señor feudal, un soldado nórdico o un asaltante vikingo era un hombre libre, que luchaba por riquezas y gloria para sí y su familia. Asimismo, la mujer estaba menos discriminada (tampoco se puede hablar de igualdad) y jugaba un papel importante en la sociedad. Ah, y sí: se conocen casos de mujeres vikingas.
Como suele ocurrir con los Assassin's, el momento histórico parece que va a estar bien contado. El juego nos sitúa en el siglo IX en la época de Alfredo el Grande, rey de Wessex (uno de los cuatro reinos que controlaban las islas británicas) y autoproclamado después rey de los anglosajones. Este rey Alfredo se ganó el sobrenombre de «el Grande» precisamente por defender a su pueblo contra las incursiones vikigas. Alfredo logró mantener a raya las invasiones nórdicas (sobre todo danesas) durante todo su reinado, y aunque no los expulsó del todo (la región Danelaw siguió regida por gobernantes y leyes danesas) sí consiguió que no avanzaran, recuperar mucho terreno y hasta cristianizar a sus enemigos.
En el juego nos ponemos en la piel de Eivor, un vikingo o vikinga (podemos elegir) jefe de una expedición noruega. Estos jefes militares eran elegidos por los hombres libres que servían bajo su mando, y podían ser depuestos si no lograban éxitos en batalla. Movidos por la superpoblación, Eivor lleva a los suyos a instalarse en Inglaterra fundando un asentamiento. Este tipo de movimientos eran comunes, como hemos visto: Islandia, por ejemplo, fue colonizada así y acabó por independizarse de los reinos escandinavos. También hemos visto que las mujeres tenían un papel más importante en la sociedad nórdica que en la Europa cristiana; y aunque hay pruebas arqueológicas de mujeres que participaron en la guerra y de mujeres en posiciones de poder, no sabemos a ciencia cierta hasta qué punto era algo extendido. Recordemos que la cultura nórdica fue ágrafa durante mucho tiempo, y no tenemos muchos registros escritos para saber ese tipo de detalles. Por otro lado, tampoco hay ninguna orden secreta de asesinos intentando liberar a la humanidad desde hace miles de años, así que tampoco hay que volverse muy loco con la exactitud histórica.
Lo que me genera más dudas de lo que he visto es la imagen del vikingo, más cercana al cliché de videojuego que al aspecto real que debían tener. Para empezar, y sin entrar en el comprensible embellecimiento de armas y ropajes, nadie en su sano juicio lucha con dos armas. Como mucho, un arma corta para defenderte en la mano débil, como los duelistas españoles del Siglo de Oro. Dos hachas de combate del calibre que maneja Eivor en las piezas de arte de AC: Valhalla serían imposibles de manejar con precisión y fuerza. Las armas de un vikingo real eran normalmente utensilios que podía usar en su vida cotidiana (recordemos que cuando no estaban asaltando conventos eran agricultores): sobre todo hachas y lanzas, que podían usar para el trabajo y la caza respectivamente. Una variante era el hacha danesa, un hacha larga a dos manos con un mango que podía medir hasta 1,80m. Las espadas eran objetos de lujo, reservadas para nobles y casi más símbolo de poder que arma de uso real.
Para protegerse, casi todos llevaban un escudo redondo de madera, un casco redondo con anteojos y/o guardia nasal y, si podían permitírsela (pues cada soldado se pagaba su equipo), una cota de mallas. Y no: no tenían cuernos en el casco. Tampoco se sabe si los vikingos llevaban tatuajes. Lo que sí reflejan las crónicas es que se trenzaban pelo y barba y, de hecho, se subraya que eran muy limpios y aseados para los estándares de la época.
Es imposible contar toda la era vikinga en un artículo. Ni siquiera sé si he sido capaz de responder a algunas preguntas o aclarar falsos mitos en este artículo. La sociedad vikinga, su cultura, religión e impacto en la historia son un tema fascinante, y animo al lector a dar el paso de leer algo más por su cuenta. Ojalá Assassin's Creed: Valhalla sirva, como otros juegos de la saga, para despertar el interés por la Historia en muchos jugadores. Si se da el caso, desde aquí puedo apuntar algunas obras. Los lectores con estómago más resistente pueden irse directamente a las sagas originales y las dos Eddas, pero para el resto, algunas recomendaciones más fáciles de digerir. El podcast 'El descampao' ha dedicado nueve capítulos a la cultura vikinga que son de obligada (y divertidísima) escucha. También sobresalen los libros de Manuel Velacso 'Breve historia de los vikingos' y' Territorio vikingo'; ' Vikingo, el manual del guerrero nórdico', de John Haywood y 'Mitos nórdicos', de Neil Gaiman, para conocer algunos de los relatos legendarios que fueron la base de su cultura.
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