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2020 se antoja un año clave para la industria del ocio electrónico, dado el impepinable salto generacional. Se produce éste tras la imposición del formato digital y la irrupción del juego por streaming, tendencias que para muchos sentenciarán el mercado de las plataformas ... dedicadas.
Sea como fuere, tanto Sony como Microsoft han anunciado las sucesoras de PlayStation 4 y Xbox One (PS5 y 'Xbox'), con lanzamiento previsto durante la próxima campaña navideña. Mientras tanto, los de Kioto podrían dar la sorpresa con una versión potenciada de su máquina híbrida.
Repasamos a continuación los principales retos del nuevo curso para las grandes firmas del videojuego.
Con PlayStation 5, Sony volverá a jugar sobre seguro. Para muestra un botón: su cacareada presentación del Consumer Electronics Show (celebrado estos días en Las Vegas) se ha limitado a proyectar el logotipo de la nueva sobremesa, sin ofrecer nuevos detalles o el diseño del hardware. Por contra de Microsoft, que aireó 'Series X' en el tiempo de descuento de 2019, los japoneses no tienen prisa por revelar una máquina más que apegada a su predecesora, con las innovaciones justas para convencer a una base instalada de 106 millones de unidades.
Quizás el mayor desafío para PS5 sea equiparar los grandes aciertos de Xbox One en la última etapa de su ciclo comercial: la compatibilidad cuasi total con el catálogo precedente (se rumorean PSOne, PS2, PS3 y PS4) y la consolidación de PlayStation Now, servicio de juego por streaming que anda varios pasos por detrás de Xbox Game Pass. Esto, sumado a los nuevos proyectos de Guerrilla, Naughty Dog, Insomniac Games o Santa Monica Studio, redondarían una propuesta ganadora.
Sony también debería recortar distancia en especificaciones con la nueva Xbox, cuya potencia se dice bastante superior... aunque esto también abre la puerta a un precio de lanzamiento más ventajoso. ¿Se repetirá la jugada (maestra) de una PlayStation cien euros más barata que Xbox?
De los tres fabricantes, Microsoft es sin duda quien más se jugará la próxima generación. La debacle de Xbox One a punto estuvo de liquidar su división de entretenimiento doméstico: la imposición de Kinect elevó el precio de lanzamiento por encima del de la competencia, aún cuando hablamos de una consola inferior técnicamente. Para más inri, sus responsable la presentaron como un centro multimedia permanentemente conectado, lo que suscitó protestas enconadas. No fue hasta el liderato de Phil Spencer que las aguas volvieron a su cauce, potenciándose la adquisición de estudios propietarios y afianzándose un ecosistema con Windows 10 que culminó en el lanzamiento del servicio de suscripción más popular (Game Pass).
Con éstas, y la promesa del sistema de juego más potente de todos los tiempos, los de Redmond tienen mucho a su favor para recuperar el terreno perdido. ¿El problema? Aunque nadie duda de que la próxima Xbox será un monstruo tecnológico, existen sobradas razones para pensar en un precio de lanzamiento igualmente astronómico (499 dólares es la apuesta más cotizada). Además, los equipos incorporados a Xbox Game Studios tienen la obligación de ofrecer producciones a la altura de las grandes exclusivas de Sony; títulos capaces de rivalizar con Uncharted 4, God of War o el inminente The Last of Us 2. 'Gears 5' ha sido un primer paso en este sentido, pero el resto de juegos en preparación no llaman la atención como deberían.
Esperemos pues a las grandes citas del sector en 2020, cuando Spencer debería ilusionar con lo próximo de Halo, Fable, Forza y demás franquicias de la casa (¿alguien dijo Banjo-Kazooie?). También está por ver si la realidad virtual sigue jugando un papel determinante la próxima generación. Sony ha confirmado una nueva versión de PS VR, si bien el modelo original apenas ha colocado 5 millones de unidades en todo el mundo. ¿Suficiente para justificar la continuidad de la tecnología? No para Microsoft, abiertamente «desinteresada».
Con el lanzamiento de Switch (y su versión Lite), Nintendo abandonó su estrategia de combatir en dos frentes: el de sobremesa y el portátil. Nintendo 3DS resultó un éxito incontestable, si bien el mercado del mobile gaming ha puesto en aprietos a las máquinas de bolsillo. Por su parte, el descalabro de Wii U fue demasiado pronunciado como para lanzar otra consola doméstica al uso. Así las cosas, Switch aunó conceptos para regocijo de muchos, dispuestos al sacrificio técnico en pos de jugar a las últimas novedades en cualquier parte.
50 millones de consolas vendidas después (en menos de tres años, Switch ha superado a Super Nintendo, Nintendo 64, GameCube y Wii U), la necesidad de una revisión al estilo de PS4 Pro y Xbox One X se hace del todo evidente. Al menos si los de Kioto quieren mantenerse en la cresta de la ola, lo que pasa por abrazar la potencia técnica necesaria para ejecutar las novedades previstas este año y los siguientes. Jugar a 'Wild Hunt' en 6,2 pulgadas impresionó, pero ése parece ser el tope del hardware.
Los rumores de una 'Switch Pro' para mediados de 2020 continúan, mientras Miyamoto, Aonuma y compañía preparan las siguientes aventuras de nuestros personajes favoritos. La nueva consola permitiría al tiempo un descuento considerable en el modelo original, elevando a tres los integrantes de la familia Switch y permitiendo que cada vez más usuarios se sumen a su base instalada. Cuestión distinta es el pobre rendimiento de Nintendo en ámbitos como el juego por Internet; la distribución digital (suscripciones inclusive) y los mentados juegos para móviles, donde tan siquiera sus grandes franquicias han sabido convencer al respetable.
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